Toques suaves, como el roce del ala de una mariposa interrumpió mi sueño. Gemí una protesta, rodé en la cama, enterrando la cabeza en la almohada. La mariposa dejó mis cabellos y corrió a lo largo de mi cuello y mi espalda. Lancé un manotazo y traté de cubrirme con la manta. Una risa masculina, baja e incitante atravesó la bruma del sueño.
— Buenos días, dormilona. No sabía que eras tan adorable al despertar.
¡Oh, mierda! Los restos del sueño se disiparon. Lo que había confundido con mariposas, eran los labios de James, besando de forma casi efímera mi piel desnuda. Rodé sobre mi espalda, hasta quedar frente suyo. Enseguida tenía sus labios sobre los míos, sus manos acariciando mis costados.
— Buenos días –saludé cuando cortó el beso.
Los recuerdos de la noche anterior me abrumaron. Sentí la sangre arrebolar mis mejillas, y por breves instantes, sentí la tentación de esconderme entre las sábanas. Como si me leyera el pensamiento, su mano derecha sostuvo rauda mis muñecas sobre mi cabeza. Una expresión divertida en su rostro. Sus pupilas doradas, fijas en las mías, como un cazador sobre su presa.
— ¿Vergüenza ahora? –cuestionó divertido.
— No es divertido –me quejé con una mueca.
Su pecho retumbó con una carcajada. Me dio otro beso antes de añadir.
— Si lo es. Pero ahora no tenemos mucho tiempo. Tenemos que ver a los profesores, y será mejor que para cuando lo hagamos ambos nos hayamos duchado y cambiado de ropas.
— ¿Esa es tu sutil forma de decirme que apesto? –cuestioné irónica.
Su sonrisa se ensanchó. Esta vez, con un sesgo creído.
— En realidad por mí, te pasearía por la escuela tal cual. Me ahorraría muchos problemas.
Su repentina respuesta, y la forma en que me miraba me dieron muy mala espina. Enarqué una ceja, interrogándolo con la mirada. Aun sonriendo, besó suavemente mi cuello y mi clavícula mientras respondía
— Resulta que ahora mismo nuestros aromas están mezclados. Algo natural después de... "la gratificante actividad física" que compartimos anoche.
Solté una de mis manos, y le di un golpe suave sin mucha convicción.
— En otras palabras, cualquiera con una nariz mínimamente aceptable, acercándose a unos tres metros será capaz de decir lo que hicimos anoche.
— ¡De ninguna manera!
Mi chillido solo aumentó su diversión. Bien. No me arrepentía de haber pasado la noche con él. Tampoco me arrepentía de haberlo escogido como mi primero, pero eso no quería decir que me gustaría pregonarlo a los cuatro vientos. Es decir, no tenía nada en contra que supieran que James y yo estábamos juntos, pero mi vida sexual era solo mía, y obviamente, ahora de él también. Nos apresuramos a vestirnos, tarea nada fácil porque no podíamos dejar de besarnos ni nuestras manos parecían querer abandonar el cuerpo del otro. James me devolvió a mi habitación por pasillos no transitados. Nos despedimos con un beso. Tomé mis cosas y fui a por una larga ducha. No sabía que tan fuertes serían las narices, así que me aseguré de frotar todo mi cuerpo con el jabón, me lavé los cabellos derrochando champú y acondicionador. Después en mi habitación me detuve escogiendo la ropa. Era sábado, y no teníamos clases, por lo que no tenía que usar el uniforme. Me enfundé en unos pantalones que me quedaban sobre las rodillas, y tomé una ajustada camiseta de tirantes anchos. Sonreí mirando mi reflejo. La ropa me ajustaba, remarcando mis curvas de muy mala manera. James estaría en un aprieto. Tomé otro par de zapatos, sujeté mi cabello en una coleta, y por si las moscas, me rocié bastante con el perfume. Wak. Contuve una mueca de asco. La verdad sea dicha, el perfume estaba de rebaja y mi madre lo compró ilusionada con uno de sus primeros sueldos. Estaba emocionada con la idea de darme un capricho, y yo no tuve el corazón de explotarle su burbuja, diciéndole que odiaba aquel olor dulzón que me revolvía las tripas. Sin embargo, suponía que si a mí me molestaba, mantendría fuera las narices indiscretas. Acomodé mi cuarto, y corrí escaleras abajo. James y yo acordamos encontrarnos luego del desayuno, en la oficina de Tryannen. Habíamos decidido retomar nuestra relación, y dejárselo claro al mundo, pero tampoco éramos lo bastante jodidos como para pasearnos en medio de todos cuando él aun era oficialmente novio de Igonda. Y sí, antes que lo sugieran, debí haberlo pensado antes de acostarme con él pero a lo hecho, pecho. Ahora solo podíamos hacerlo lo mejor posible, y eso incluía, darle espacio a James para romper con ella en solitario. Lo que también implicaba, por cierto, que no pensaba repetir la aventura de la noche anterior, hasta que el tema Igonda estuviera solucionado. Un poco tarde para pensarlo, pero la verdad es que tengo mis principios y pretendía aferrarme a ellos.
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Palacio de Cristal #PGP2020
VampirosLa encrucijada estaba ante mí. Mientras mi corazón era consumido por el terror absoluto, mi cuerpo padecía en abrasadoras y agónicas oleadas. - ¡¿Por qué?! -grité desesperada Estaba cansada, había soportado todo y más. Sin embargo, él no me dejaba...