Chocolate espinoso

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— ¿Alguien sabe qué tipo de órgano es el estómago?

La profesora de Kiyomoto se paseaba de un lado a otro en el salón. Siempre disfrutaba de sus lecciones, sobre todo porque era del tipo de profe que no necesita una guía. La mujer hacía toda una disertación sin necesidad de un puñetero boceto, y tú podías hacerle cualquier pregunta que siempre tenía la respuesta a mano. Además, verla humillar a Igonda por sus patéticas tareas era siempre un bonus. Hoy sin embargo, y por más que lo intenté, no pude concentrarme en ello. Podía notar los cuchicheos y las miradas disimuladas del resto de los estudiantes. Esto estaba siendo ridículo.

— Señorita Morante –brinqué en mi piel cuando la profesora me llamó.

La profesora estaba justo sobre mí. ¡Uh-oh! Sus pequeños ojos me dieron una mirada de desaprobación, luego de unos escasos segundos, su expresión tornó a cierta comprensión.

— Puede por favor responder a mi pregunta.

Me quedé en blanco, parte porque mi mente continuaba ocupada con los imbéciles que tenía por compañeros y gran parte porque, bueno, no tenía ni idea de que era lo que había preguntado. Entonces y cómo por arte de magia, se elevó una mano atrayendo la atención de la profesora. Media aula se giró para ver con los ojos abiertos como platos, incluyendo a la profesora. Por supuesto, yo no podía estar más sorprendida que ellos, o tal vez sí. Teniendo en cuenta que la mano levantada pertenecía a Andréi. Si. El idiota había cambiado su turno para que coincidiera con el mío, dándoles a Igonda y él el doble de posibilidades de arruinarme el día. Así que sí, todos estábamos sorprendidos de que el idiota amargado, alias "Cubitodehielo" atrajera la atención de la profesora evitando así que me humillara públicamente. La profesora Kiyomoto, obviamente tan sorprendida como él resto, se ajustó sus lentes fijando su mirada en Andréi dijo:

— ¿Si, señor Trigorian?

— Es un órgano tubular señora Kiyomoto.

¡Wow! Había respondido, bien y sin sarcasmo. Esto era completamente nuevo, aunque, bueno, a diferencia de la idiota de su novia, Andréi Trigorian no era un cretino.

— La señorita Morante hizo una demostración esta mañana de cómo puede guardar bastante contenido y luego expulsarlo todo fuera.

Quizás pensé demasiado pronto. Andréi Trigorian no era un idiota cuando se trataba de asignaturas, pero estaba enteramente comprobado que si era un cretino. El aula entera rompió a reír a mandíbula batiente. Genial. Yo sentí que me ponía colorada, pero no había demasiado que pudiera hacer para defender mi honor. La profesora hizo un sonido de irritación:

— Agradecería que se guardara sus particulares opiniones, señor Trigorian.

Le dio una mirada severa al resto de la clase y continuó con la lección. El resto del día fue una agonía total, y me deslicé en modo zombi para pasar por las bromas sin escucharlas realmente. Justo como esperaba, estas continuaron. A mi lado, James lucía tenso, y creo que apenado, aunque no podía entender el porqué. En los pocos turnos que compartíamos, se sentaba a mi lado, pero desaparecía tan rápido como sonaba la campana, y para finales de la tarde, me abandonó casi corriendo por los pasillos. Incluso, Ayelén y yo terminamos tomando la cena sola. A las ocho de la noche, me dirigí de vuelta a la biblioteca para hacer los deberes y estudiar un rato. En la vieja mesa habitual, ya estaban Harold y Cintia con las narices metidas en los libros, pero ni rastro de James. Me dejé caer con desgano en una silla, soltando los libros como costal caliente.

— ¿Qué ocurre? –inquirió Harold, curioso.

Le di un encogimiento de hombros. No confiaba en mi misma como para contestarle con buenas maneras, así que mejor el silencio. Abrí mi cuaderno con hostilidad, decidida a terminar lo más pronto posible y volver a mi habitación. La cálida mano de Cintia cubrió mi antebrazo llamando mi atención, genuina preocupación en el fondo de sus ojos:

Palacio de Cristal #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora