Un calor abrazador recorría mi cuerpo. La cabeza me palpitaba. Se sentía como si alguien golpeara un tambor en mis oídos. Luché por abrir los ojos, pero la luz me hacía sentir agujas perforando mis pupilas. Me refugié más en aquellos brazos, se sentían frescos contra mi piel caliente. Poco a poco percibí otras sensaciones, voces agitadas, gruñidos y un llanto. Una niña. Una niña estaba llorando. Sentí como si mi corazón se estrujara. Ese llanto me llamaba.
— ¡Espe! ¿Qué le pasa a Espe?
¡Yele! ¡Ayelén! Mi hermanita estaba asustada. Ella me necesitaba. Mover mi cuerpo suponía una agonía, pero luché obstinadamente contra el dolor. La caliente fiebre que me consumía empeoró cuando me alejé de aquella piel fría.
— Yele.
Mi voz sonó extraña a mis propios oídos, y mi garganta se sentía como si me hubiera tragado una pelota de fuego. Me removí inquieta. El instinto de llegar a ella me apremiaba. Los brazos que me sostenían se apretaron con más fuerzas a mi alrededor. Mi estómago se apretó como si estuviera en contacto con lava ardiente.
— Espe.
Yele. Tenía que llegar a Yele. Volví a pelear contra quien quiera que me sostuviera.
— ¡Maldito! ¿Qué crees que haces? ¡Suéltala!
La voz se me antojaba conocida. ¡James! Las imágenes del bosque, los recuerdos de la misteriosa criatura se apelotonaron. El instinto de supervivencia se hizo cargo. Tenía que defender a mi hermana.
— ¡Suéltala! –James repitió su orden.
Los brazos se tensaron alrededor mío unos segundos, luego, sin más, se aflojaron.
— Como quieran.
¡Andréi! Dejó de sostenerme, y caí al suelo. El golpe empeoró la horrible sensación de ardor que me consumía. No pude contener el quejido. Abrí los ojos una hendija, la luz me hirió sin piedad, humedad corrió a lo largo de mis mejillas.
— ¡Espe!
La voz de Ayelén, al borde de las lágrimas, renovó mis fuerzas. La localicé a unos cuantos pasos. A pesar de mi dolor, me arrastré hasta ella.
— ¡Eres idiota! –gritó James
Escuché sus pasos apresurándose en mi dirección:
— Yo que tú no haría eso...
Al principio no entendí la burlona expresión de Andréi, hasta que sentí la mano de James, cerrándose sobre mi piel. El calor, el dolor estallaron como fuegos artificiales, sacudiendo mi mundo. Grité por la agonía.
— ¿Espe? ¿Espe que te ocurre?
Lo miré con dificultad, a través de mis pestañas húmedas.
— Duele –confesé–. Duele mucho.
Lo escuché lanzar una maldición que ruborizaría a un pirata condenado a la horca.
— Van Claude. Aléjate. Deja que Trigorian se haga cargo.
¿Tryannen? ¿Dónde mierdas me había metido? Otra potente oleada de dolor sacudió mi vientre.
— ¿Andréi? –James se escuchó tan sorprendido como yo lo haría–. ¿Qué puede hacer él? Además de joderle la existencia.
— No tengo que darte razones, pulgoso. Solo que sepas que conozco a la salvajita mucho antes que tú.
— ¡Y una mierda!
— James –una nueva voz, interrumpió–. Esto tiene que hacerse.
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Palacio de Cristal #PGP2020
VampireLa encrucijada estaba ante mí. Mientras mi corazón era consumido por el terror absoluto, mi cuerpo padecía en abrasadoras y agónicas oleadas. - ¡¿Por qué?! -grité desesperada Estaba cansada, había soportado todo y más. Sin embargo, él no me dejaba...