Vingt-deux

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Primer semana

Lunes:

E: Merli

M: Si??

E: Serías mi novia?

M: No quiero, tengo novia

E: Como se llama?

M: Enid

E: Con quien crees que hablas?

M: Una extraña que pretendía ser alguien más

E: Merliii:(

M: Si?

E: Podemos ir a nuestro café hoy?

M: Te veo ahí

El lunes amaneció con un cielo despejado y una sensación de expectación en el aire. Sabía que este día marcaría un nuevo comienzo en mi vida con Merlina, pero también había un pequeño nudo de nerviosismo en mi estómago. A pesar de ello, estaba decidida a disfrutar cada momento con ella.

Por la tarde, quedamos en encontrarnos en el café de la ciudad. Cuando llegué, Merlina ya estaba allí, con una mirada serena y sin una expresión definida en su rostro. Me acerqué para saludarla con un abrazo, no lo correspondió, pero tampoco se apartó.

Durante nuestra tarde juntas en el café, Merlina se mostró seria y sarcástica, pero también había momentos en los que parecía que se permitía bajar un poco sus barreras y mostraba cierta vulnerabilidad.

En un momento dado, se levantó de su silla y se dirigió hacia la barra del café sin decir una palabra. Me pregunté qué estaba tramando, pero decidí esperar pacientemente.

Cuando regresó a la mesa, tenía en sus manos un pequeño paquete envuelto en papel oscuro. Me lo entregó sin decir una palabra, y yo lo tomé con curiosidad. Era una caja rectangular y lisa, sin adornos ni lazos.

Al abrir el paquete, encontré un libro. No era un libro cualquiera, sino uno de mis autores favoritos, cuyo trabajo siempre me había inspirado. Miré a Merlina con sorpresa y asombro.

—No sabía exactamente qué regalarte, pero noté que disfrutas leer y pensé que este te gustaría —dijo en un tono tranquilo, pero no sin cierta incomodidad.

Quedé impresionada por el gesto, considerando que Merlina no es la persona que se tomaría el tiempo para descubrir mis gustos literarios. Sin embargo, al mirarla, noté una pequeña chispa de inseguridad en sus ojos, como si no estuviera segura de si su elección era la correcta.

—Es perfecto, Merlina. Me gusta mucho. Gracias —le respondí sinceramente, tratando de transmitirle mi gratitud y afecto.

Ella asintió con un gesto casi imperceptible y bebió un sorbo de su café, regresando su vista al periódico para leer sobre asesinatos. Parecía haber vuelto a su habitual actitud serena y fría, pero yo sabía que detrás de esa fachada había algo más, algo que aún tenía que descubrir.

El resto de la tarde transcurrió en un silencio cómodo, mientras ambos nos sumergíamos en nuestras lecturas. A pesar de la aparente frialdad de Merlina, sentía una conexión especial con ella, como si estuviéramos comunicándonos en un nivel más profundo sin necesidad de palabras.

¡Enid ya duérmete! [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora