Treize

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Una vez llegamos al dormitorio, me carga mientras nos besamos de forma desesperada, me tira sobre la cama, quitándose su camisa con facilidad, como si hubiera hecho esto tantas veces, yo quito mi blusa seguida de ella, al verme desabrocha sus pantalones liberando su erección.

—Quítate el sujetador — me ordena

Yo obedezco y lo desabrocho por mi espalda, liberando mis pechos, ella los mira con deseo, puedo ver lo que quiere hacer con ellos. Se inclina a mi besando ambos pechos, chupando uno de mis pezones mientras que su mano masajea el otro, ambos se endurecen al sentir como juega con ellos, disfruto de sus caricias, gimiendo bajo su toque.

Con sus dedos empieza hacer círculos sobre mis pezones logrando que estos se endurezcan, lleva uno a su boca succionando y con su mano izquierda presiona y tira de mis sensibles pezones.

—Ahh...— un gemido escapo de mi boca, ella levanto su cabeza y me miro con esos tormentosos ojos marrones.

—Tranquila, Sinclair — con su voz ronca sobre mi cuerpo empezó a dejar un camino de besos sobre mi abdomen que llegaba hasta mi pelvis. —Estas tan humeda, cómo me gusta.

En un movimiento audaz se incorpora para sacar un pequeño sobre dorado del bolsillo de sus pantalones, miró como saca el condón y lo coloca fácilmente en su miembro erecto. De nuevo se acerca a mi uniendo nuestros labios en un caliente y húmedo beso, presionando su rodilla en mi centro, haciendo pequeños movimientos circulares lo que provoca en mi un jadeo, ella sonríe maliciosamente en el beso.

Estoy odiando a la mujer que tengo frente a mi hora mismo, disfrutando de como mi cuerpo se estremece bajo sus caricias, la satisfacción que siente al torturame, algo que sin duda es algo que la excita, torturar y en este momento lo que quería torturar era a mí.

Me separa las piernas con su rodilla y toma mis caderas apegándome bruscamente hacia ella y siento su pene duro sobre mi centro, sin darme cuenta muerdo mi labio para contener un gemido, y ella se da cuenta de lo que intenté y con sus manos levanta un poco mi falda acariciando mis muslos por debajo de la tela.

—Merlina por favor— le suplico, acercando mis manos a su marcado abdomen.

—¿Qué, Enid, qué quieres? — dijo cayendo sobre mi tomando mis manos posándolas encima de mi evitando que pueda moverme.

—A ti — gimo sobre sus labios

—¿Exactamente qué?— me susurra frotándose en mi, gimo al sentir su pene.

—Te quiero dentro de mí— se levanta con una sonrisa victoriosa en la cara y me mira con unos ojos lascivos.

—Será un placer — toma mis piernas para separarlas, agarrando su pene firmemente y se acerca para entrar en mi interior de golpe, gimo alto y esto parece excitarle, yo no sabía si avergonzarme o preocuparme por si alguien había escuchado, pero a este punto lo único que sentía era deseo.

—Pudiste llegar a esto sin la necesidad de tus estúpidos mensajes. — dice con una voz ronca. Pero, ¿por qué asume que todo lo que quería con ella era sexo? Igual, razón no le faltaba, aunque odiará admitirlo, ciertamente había algo de razón en sus palabras, sí, quería algo íntimo, pero no era mi único objetivo.

—Eres tan narcisista para admitir que también lo querías. — le sostuve la mirada.

Su cadera empujó más fuerte contra mis muslos mientras se hundía en mi, a medida que nuestros gemidos aumentan, su ritmo se vuelve más brusco, se inclina para apoyarse sobre sus hombros y ataca mi cuello dejando húmedos besos en el, escucho como se acelera su respiración, yo levanto mi pelvis para sentirle, involuntariamente mis afiladas uñas se deslizan por su espalda, cierro mis ojos al sentir el exquisito placer que ambas desprendemos.

—¡Merlina! —un gemido sale de mi boca al sentir como una de sus manos impacta en mis nalgas, ella me levanta por las caderas y su ritmo es lento pero placentero, mi espalda se arquea y cierro mis ojos a la vez que muerdo mis labios.

—Ah... Enid— La forma en cómo minombre sale de su boca es bastante sensual, gotas de sudor corren desde su mandíbula por todo su abdomen haciéndola lucir más lo más irresistible posible, es sin duda más sexy de esta forma. No podría verla más excitada ahora, en mis ojos solo hay lujuria.

—¿Esto responde tus preguntas?— claro que se refería a lo qué pasó fuera de la academia, esas preguntas que solo afirmarían que los mensajes sí funcionaron.

—Lo sabía antes de esto — le confieso

—¿Lo habías hecho antes? — su ritmo lento se convirtió en embestidas fuertes

—¿Qué cosa?— jadeé

—Acosar a alguien por teléfono hasta follartelo —dice en tono de burla.

—De hecho es mi primera vez.— estaba enojándome por sus palabras, todo comentario que salía de su boca era peor.

—No hablas en serio.

—Si, es mi primera vez fingiendo orgasmos. — dije para provocarla, me mira y sus labios se curvan en una sonrisa coqueta, se ríe levemente.

Y justo cuando estaba por correrme ella sale de mi.

—Ven aquí — sin decir una palabra me toma por la cintura sentándome encima suyo, ella me sujeta por las piernas levantándome un poco y yo me aferro a su cuello, me embiste fuertemente.

—¿Quieres correrte? — me susurró en el oído más como una pregunta. —Pídemelo por favor.

Eso era, quería tenerme rogando por ella, ¿quien se cree? Estaba loca si cree que se lo iba a pedir.

—Eres una hija de puta— ella sonrió al escuchar salir esas palabras de mi, había logrado lo que quería causarme.

—Pídelo— me ordenó cargándome en sus brazos y pegarme al cristal frío de nuestra habitación, yo gemí al tacto de este con mi espalda. — No seguiré hasta escucharte.

Salió de mi para llevar sus manos a mis pechos apretándolos fuertemente logrando que gima al instante, Dios, me va volver loca. Ahora mismo todo lo que quiero es tenerla dentro.

—Por favor— esas palabras salieron de mi abandonando la poca cordura que me quedaba, cerré mis ojos ignorando todo y solo sentir el placer que me daba.

Su pene volvió a entrar en mí mientras que con sus dedos presionaba mi clítoris, eran la combinación perfecta para que perdiera el control de mi cuerpo saciándome con cada embestida, chocando contra mi cuerpo caliente, el calor se apoderó de mí.

—Joder Enid— gime en mi oído, yo aprieto más mis piernas para sentirla más dentro de mi. Me penetra más fuerte esta vez y alcanzó un intenso orgasmo, gimiendo en alto su nombre.

—Ahora es cuando me agradeces —me mira con una sonrisa traviesa, yo me suelto de su agarre deslizándome por la ventana y tomó su miembro entre mis manos, empecé a acariciarlo.

—Haré que te corras hasta que olvides lo idiota que eres — dije para quitarle el condón y meterme su pene lentamente hasta el fondo de mi boca, ella resopló pegando su cabeza al cristal con sus ojos cerrados. Ahora estaba vulnerable y yo estaba de rodillas ante ella ¿en serio? No seré quien ruegue por ti, Addams.

Me detengo inmediatamente evitando darle lo que claramente quería.

—¿Que mierda haces? Vuelve a ponerte de rodillas — me ordena con su voz ronca.

Me acerco a su boca para darle un beso atrevido, ella lo sigue sin problema y me separo audazmente de ella para irme directo al baño con una sonrisa victoriosa en mi cara, sabiendo que seguramente estaría muy molesta.

 
Ya la había dejado follarme cómo quería y me lleve un grandioso orgasmo, pero vamos que no iba dejarla pensar que todo lo que quería conseguir con mis 'juegos' era sexo con ella, hablaba en serio cuando dije que me convertiría en su pesadilla. Si creía que era yo quien la deseaba, ¿Qué mejor que dejarla con las ganas? Serás tú quien venga de rodillas deseando por más, Addams.








¿Que te dejen con las ganas? lo peor, o no?

Les mentí peor como su ex hizo con ustedes, si iba haber capítulo jajaja

¡Enid ya duérmete! [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora