La Heroica Aventura del Héroe Negro

Aventura 14 ─ Gremio de Asesinos: Caja de Laplace

Espero que hayan tenido un gran día mis queridos lectores.

Los capítulos hacerlos se sienten más rápido hacerlos porque estoy eliminando sucesos escritos en el borrador y pegados para otras partes.

Espero que les guste este capítulo que me puse sentimental, quedan avisados para que no lloren.

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Estelle al momento de caer al suelo comenzó a recordar su infancia.

Cuando era niña pertenecía a una aldea oculta en las montañas.

En esa aldea se encontraba una raza especial que no se podía encontrar en otro lado.

Los Felinos Dorados eran llamados.

Esta raza se le llamaba así por su cabello, cola, orejas y ojos dorados como el sol.

La razón de ese pelaje se debía a su poder mágico, podían manifestar diversos ataques como relámpagos y manipular ligeramente los metales y hasta correr a velocidades superiores a una bala.

Siempre la electricidad que emanaban sus cuerpos era dorada, no necesitaban conjurar hechizos para ello.

En el pasado diversos monarcas y gobiernos corruptos los usaron para sus guerras.

Ellos creían que estaban generando un cambio en el mundo.

Pero cuando comenzaron a matar a los suyos es que se dieron cuenta de lo tarde que era.

La mayoría de su raza fueron asesinados por ellos mismos.

Los que sobrevivieron fueron a las montañas a esconderse.

Pero en esos lares había monstruos muy peligrosos.

Al final quedó un pequeño grupo y allí era donde estaba Estelle.

Pero ese nunca fue su nombre real.

─Onee-chan, llegaremos tarde a casa.

─Stelle cállate ya, llegaremos bien.

Le dijo una jovencita de nombre Esther a su hermana menor.

Esther y Stelle eran dos gemelas que pasaban sus días jugando alejadas de los demás.

Eso se debía a que la menor de ellas, Stelle había nacido con una misteriosa enfermedad degenerativa que poco a poco la debilitaba.

Su hermana mayor era el ejemplo de un niño saludable.

Mientras que la hermana menor era el ejemplo perfecto de alguien enfermo.

Nadie jugaba con Stelle más que solo su hermana mayor.

Por esa razón, la hermana menor amaba mucho a su hermana mayor.

Incluso cuando sus padres murieron por una enfermedad que muchos creían que fue la propia Stelle que se las contagió y por ello ellas vivían alejadas del pueblo en una casa vieja que era donde guardaban herramientas de cultivo.

Incluso sin alimentos sanos, ellas vivían cómodamente cazando conejos y recolectando hierbas.

Sus días eran tranquilos.

─Te dije que llegaríamos tarde. Si no fuera por las libélulas estaríamos perdidas en el bosque.

─ ¡Lo siento, sí!