Capítulo 3.

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Lexie.

"Anoche la fuerza aérea Alemana realizó varios ataques a Gran Bretaña, los bombardeos que duraron varias horas sobre la ciudad———"

Susan apagó la radio, notando cómo Lucy y yo comenzabamos a sentirnos ansiosas con las noticias.

—Las sábanas están duras...

—Las guerras no son eternas, Lucy, volveremos a casa.—Dijo de forma reconfortante Susan.

—Sí, si es que aún existe.—Agregó el menor Pevensie.

—¡Edmund!—le grité al ver el rostro de Lucy.

—Ya duérmete, Edmund.

—Claro, mamá.

—Ed.—Peter lo miró mal, a lo que el castaño solo suspiró.—Ya verás mañana —se dirijo nuevamente a su hermana pequeña—, es muy grande este lugar, haremos lo que queramos aquí. Va a ser fantástico, en serio.

(🗡️)

—Gastrovascular. Pon atención, Peter, gastrovascular.

—¿Es del latín?

—Sí.

—Y significa "el peor juego jamás inventado".—Bromeó Edmund, a lo que Peter y yo reímos.

Susan suspiró indignada, cerrando con fuerza el libro que tenía en sus manos.

—Vamos a jugar a las escondidas.—Sugirió Lucy.

—Pero lo que estamos haciendo es muy divertido.—Respondió con cierto sarcasmo Peter, recibiendo otra mala mirada de Susan.

—Porfavor, una vez, Peter. Una.

—1, 2, 3, 4, 5...

—¿Qué hacen?—Preguntó Edmund al ver cómo Peter y Lucy se ponían de pie.

—Oh no...

Todos se dispersaron, buscando por la casa algún escondite mientras que Peter seguía contando.

Corrí por los pasillos, tratando de encontrar un buen lugar.

—Lex.

Me detuve al escuchar cómo me llamaban. Entre las cortinas se asomó Edmund, haciéndome señas para que me acercara.

—¿Qué?

—Escóndete aquí.

—Pero...

—Shhh. —Jaló de mi brazo, obligándome a esconderme junto a él.

El lugar era algo... estrecho en realidad, podía sentir el aliento de Edmund sobre mi cabeza.

—Yo creo... que quizá d-deberíamos estar en escondites distintos...—Balbuceé, sintiendo mi rostro acalorado.

—Shhh.

Levanté mi cabeza para mirarlo.

—Deja de shhh———

Me detuve al notar la proximidad de nuestros rostros.

Edmund me miró con atención, desviando su mirada de mis ojos a mis labios. Tragué saliva, claramente nerviosa. Inconscientemente comencé a aproximarme más a él, dejando una distancia de solo unos centímetros de nuestros rostros.

—¡Regresé, estoy bien! ¡No pasó nada!

Ambos nos sobresaltamos al escuchar la voz de Lucy.

—No hables, ahí viene.—Le dijo Edmund asomándose del escondite.

My everything [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora