Capítulo 8.

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Y finalmente, luego de un increíblemente largo recorrido, lleno de obstáculos y cosas inimaginables, nuestros héroes habían llegado al tan esperado campamento de Aslan...

A medida que iban caminando, los Narnianos los miraban con curiosidad.

-¿Por qué todos nos miran así?-preguntó incómoda Susan.

-Tal vez piensan que tu cara es fea.-se burló Lucy, a lo que Peter y Lexie rieron.

Al estar frente a frente con un centauro de aspecto intimidante, el Pevensie mayor desenvainó su espada.

-Hemos venido a ver a Aslan.

Las cortinas de la campaña comenzaron a moverse, indicando que el nombrado pronto saldría. Las tropas hicieron una reverencia al ver al león asomarse.

Los cuatro chicos lo miraron maravillados, Aslan tenía un gran aura de seguridad, confianza y sabiduría. Al igual que los demás seres, hicieron una reverencia para el verdadero rey.

-Bienvenido, Peter, hijo de Adán.-Comenzó a hablar con un grave tono de voz.-Bienvenidas, Susan, Lexie y Lucy, hijas de Eva, y bienvenidos, castores, les agradezco. Pero... ¿y el quinto humano?

-A eso venimos, señor.-El rubio se puso de pie, seguido por las tres chicas.-A solicitar su ayuda.

-Es que... tuvimos problemas en el camino.

-Nuestro hermano fue capturado por la bruja blanca.

-¿Capturado...? ¿Cómo es que pasó?

-Él... los traicionó así, majestad.-terminó por decir el señor castor, causando murmullos por el público detrás de ellos.

-Entonces nos traicionó a todos.-dijo el centauro, molesto.

-No es así.-Negó la peliroja.

-Basta, Oreius.-Asland lo tranquilizó.- Debe existir una explicación.

-Es mi culpa, señor.-Peter lo miró.- Yo fui duro con él.

-Tambien tengo culpa, no me comporté de buena forma con él.-Lexie agachó la cabeza. Susan posicionó su mano en el hombro de ambos.

-Fuimos todos.

-Es nuestro hermano...

-Lo sé, pequeña, pero eso solo empeora su traición. Salvarlo no será sencillo.

La ojiverde tensó la mandíbula.

-Yo... necesito un poco de aire, con su permiso, señor.-musitó, haciéndole una última reverencia antes de retirarse de ahí.

Caminó un poco más lejos de ahí, buscando poder estar sola unos minutos, se sentó bajo un árbol y manera instantánea las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro, dejando salir todas aquellas emociones que tanto se esforzó por reprimir.

Edmund estaba en peligro, quién sabe si estará bien, si habrá comido, si no le habrán hecho algo... siquiera si estará con vida.

La culpa se la comía viva, no podía evitar pensar que si ella lo hubiera escuchado cuando fue reiteradas veces a su habitación, si hubiera hablado con él cuando se lo pidió, si lo hubiera perdonado en vez de culparlo por su comportamiento como todos lo hacían... tal vez y solo tal vez, Edmund estaría ahora mismo a su lado, acompañándola y apoyándola como siempre ha hecho. Lo extrañaba... y mucho, Edmund es su mejor amigo después de todo, siempre han estado juntos y siempre que había una discusión, solían arreglarlo al poco rato... ¿Por qué esta vez tuvo que terminar así? En el momento realmente estaba molesta por aquella forma tan inmadura en la que se comportó, pensaba que si le hacía saber su enojo... de esa forma Edmund comprendería que estuvo mal y no volvería a hacerlo, pero hey... vean como acabaron las cosas. ¿Debería sentirse molesta por su "traición"? Ni siquiera tenía mente para eso ahora...

Suspiró, exasperada, notó como las flores de uno de los árboles tomaba forma de una persona, una mujer, y le ofrecía algo.

-Oh, gracias...-la recibió, era una de las tantas flores que habían ahí.

La mujer le hizo un gesto con la mano y desapareció. Lexie miró la flor en sus manos, era muy linda... la pasó por su cabello, dejándola como un bello adorno.

Un ruido la sacó de su nube, eso era...

-Susan...

Se puso de pie y corrió tan rápido como pudo hacia donde provenía el sonido del cuerno de Susan.

Una vez encontró el lugar, se encontró con las dos chicas Pevensie sobre un árbol, Aslan sobre un lobo y Peter apuntando con su espada a otro.

-¡Peter!

-Pero que tenemos aquí... finalmente están los cuatro, nada me gustaría más que acabar con ustedes y su estúpido amigo.

-Sobre mi cadáver.-la joven Brown sacó su arma, apuntando también al animal.

-Lexie, esta es la batalla de Peter.-La detuvo el león.

-Pero...

Aslan la miró, haciéndole saber que aquel rubio debía aprender a arreglárselas sin ayuda.

El lobo rió, mirando a Peter.

-Tal vez creas que eres un rey, pero vas a morir como un perro-Se lanzó sobre él, provocando un susto gigante en las tres chicas.

-¡Cuidado!

-¡No!-Corrió hacia él, mientras que sus dos hermanas bajaban del árbol. Peter lo había logrado, acabó con el lobo...

Movieron el animal, dejando ver al rubio debajo de este, asustado y aún en shock, abrazó a las tres, agradeciendo que al menos estaban a salvo.

El otro lobo aprovechó la distracción para escapar del agarre del león.

-Síganlo. Los guiará hasta Edmund.

Al escuchar su nombre, Lexie lo miró.

-¿Puedo ir?-Aslan negó.

-Es muy peligroso, querida. Te necesitamos aquí con nosotros. Ellos lo encontrarán, ten fé y paciencia.-ella solo asintió.-Peter, limpia tu espada.

El mencionado se acercó al de melena, haciendo una reverencia, el león puso su pata sobre su hombro.

-De pie, sir Peter, el terror de los lobos, caballero de Narnia. -Los miró, orgulloso.-Vayan a descansar, ha sido un día largo.

-Sí, con su permiso.

-Que Lexie se quede, necesito hablar con ella.-la nombrada de giró hacia sus amigos, indicándoles que podían irse.

-¿Sucede algo, señor?

-Pequeña, ¿qué sucede?

-¿A... qué se refiere?

-Noto gran tristeza emanando de ti. ¿Es por el joven Edmund?

-Yo... sí, señor.

-Tu amigo estará bien, nuestras tropas fueron a rescatarlo, muy pronto lo verás, querida.

-Lo siento, pero, ¿cómo puede estar tan seguro de eso? A decir verdad... ya no estoy segura de nada de lo que está pasando. Hace un par de días creí que Edmund y yo éramos inseparables y en un segundo él me humilla frente a sus hermanos y me abandona, yo... realmente quisiera poder culparlo por eso, pero no puedo, me culpo a mí por no entenderlo, estoy tan preocupada por él que no puedo dormir, no puedo comer... no puedo respirar y yo...

-Pequeña, cálmate. La vida puede dar vueltas impresionantes en un un parpadeo y eso no es malo, nos enseña a qué debemos vivir cada momento, disfrutar de las personas a quiénes amas. Edmund tomó una mala decisión y tristemente está pagando por eso, al igual que tú y sus hermanos... De nada servirá desesperarse, eso no lo ayudará ¿o sí?

-No...

-En ese caso, respira y confía en mí, él muy pronto estará a nuevamente a tu lado.

-Está bien, muchas gracias, Aslan...

-No hay de qué. Ahora, ve a descansar, lo necesitas.

La chica asintió, haciendo una reverencia hacia el sabio león que la aconsejó, para luego retirarse.

My everything [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora