Luego de aquella revelación que le había hecho su mejor amiga, Edmund quería hablar con ella y decirle que él en realidad sentía exactamente lo mismo.
Era hora de comer, pero Lexie no parecía estar cerca, asique decidió ir a buscarla y aprovechar la ocasión para hablar con ella.
Dió un par de vueltas, esperando encontrar a la peliroja, sin éxito, al menos... hasta que la vió sentada bajo un árbol a la orilla de un río.
Se acercó un poco, dispuesto a llamarla, pero notó que ella tarareaba un melodía. Su corazón se aceleró, Lexie siempre ha tenido una voz muy hermosa. Se fue acercando a un árbol no muy lejos, escondiéndose para que la ojiverde no lo viera y así, poder escucharla.
Vaya que había extrañado esto... hace mucho no la escuchaba cantar o bueno... tararear. ¿Hace cuánto habrá sido? quizá mucho antes de que anunciaran la muerte de su padre... Desde entonces ella no había vuelto a ser la misma, por mucho tiempo pareció un muerto viviente, hasta que de a poco fue dejando el dolor atrás. Lexie era increíblemente fuerte, muy a diferencia de él...
Edmund se sentía como un idiota, por haber herido a sus hermanos y también a la única chica que podría soportar tanta mierda de él y aún así, amarlo y estar ahí, a su lado.
El tiempo que estuvo atrapado por la bruja fue horrible, aún estando en una situación de vida o muerte, no podía dejar de pensar en Lexie, en el hecho de que simplemente la dejó sin decirle nada, sin despedirse, sin disculparse y todo porque estaba molesto y frustrado. De su mente no salía su rostro, su voz, sus chistes... incluso en ese estado, se preocupaba en si ella estaba descansando bien...
Cuando los hombres de Aslan lo trajeron de vuelta y la vio ahí, frente a él... solo quería abrazarla y pedirle perdón una y mil veces si fuese necesario, pero el pensar que ella seguía molesta (y con más razones aún) lo hizo acobardarse.
Y ahora... resulta que su sentimientos por su amiga de infancia son recíprocos, ¿se merecía su amor después de su tonto actuar? Posiblemente, no, pero aun así... ella lo quería.
Tomó una gran bocanada de aire y comenzó a acercarse, armándose de valor para hablarle.
-Lex.
Aquellos hermosos orbes verdes finalmente voltearon a verle.
-Hola, Ed.-Sonrió.-¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo?- Él negó.
-Yo... no te había visto, me preocupé un poco.-se sentó a su lado.
-Ya veo...-sonrió, sintiendo sus mejillas un poco acaloradas.
-Lex...-La miró, en cambio, ella respondió sin dirigir su mirada a él.
-¿Sí?
-Yo...
El momento era el ideal, los dos solos, el silencio, el bello lugar... solo los dos sentados junto al otro; sin embargo... teniendo eso en cuenta... ¿por qué tenía tanto miedo de decirle lo que sentía?
-¿Tú...?-Le miró, con una media sonrisa.
-Ummm...
Se acobardó, simplemente no podía hacerlo aún.
-¿Qué sucede, Ed?-Soltó una risa al verlo tan nervioso, se veía muy lindo.
Cuando Edmund estaba nervioso, solía jugar con sus manos, mientras mordía el interior de su mejilla. Eran detalles que Lexie había aprendido a identificar, después de todo... conocía a su mejor amigo a la perfección. Si Edmund estaba enojado, feliz, triste, ansioso... ella lo sabía.
-Quería...-trató de darse un último empujón, era la oportunidad.-... disculparme nuevamente contigo, sé que dijiste que no importaba, pero... no quiero volver a hacerte sentir de ese modo, ya no más.- Soltó, algo frustrado, ya que de cierto modo, le dijo algo de lo que quería decirle, pero... no lo que realmente quería hacer. Su amiga lo miró, tratando de averiguar que pasaba por su mente. El castaño tomó aire y prosiguió antes de que ella agregara algo al respecto.-Todo esto que pasó... y lo que hablé con Aslan, me ha dado mucho en qué pensar y no quiero... verte sufrir por mi culpa otra vez. Sé muy bien, que bueno, siempre te hago enojar con lo que digo y hago, eso nos lleva a pelearnos seguido, pero yo realmente... te... te aprecio.-balbuceó.
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My everything [Edmund Pevensie]
AdventureHay una antigua leyenda japonesa que habla sobre las almas gemelas... "Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper"...