Capítulo 4.

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El viaje continuaba, tuvimos la oportunidad de conocer más sobre los tripulantes que abordaban el barco, había alguno que otro rostro conocido entre ellos.

Me sentía feliz, aliviada, tranquila... Narnia me daba una tranquilidad increíble, pese a todas las cosas malas que viví aquí... sin dudas era una ayuda para salir de todo lo horrible del mundo real... la guerra y la tonta familia de la tía de los Pevensie...

Hubiera sido increíble volver aquí junto a Peter y Susan, ellos merecían volver tanto como nosotros... pero si Aslan creía que era el momento, lo era... Aslan lo sabe, él siempre lo sabe.

Imagino de igual forma el vacío que llevarán los dos mayores al no poder regresar a este lugar que les brindó tantos buenos momentos, aventuras y amistades...

Se me aprieta el estómago al pensar en el momento en que yo tampoco tenga la opción de poder volver... Narnia era muy importante, no solo para mí, sino para Edmund y Lucy también... y espero que Eustace logre notar las maravillas que este mundo esconde.

Los hermanos no creen en realidad que Eustace sea una persona agradable y es cierto que no lo es en muchas ocasiones... pero es un niño, aún le queda por aprender. Tengo total confianza en aquel chico, en su futuro y en que al estar aquí, su visión de la vida cambiará drásticamente. Edmund lo hizo, gracias a este lugar y a Aslan, él cambió, creció y maduró... no dudo en que su primo hará lo mismo.

Me dejé llevar por el sonido del vaivén de las olas, habían sirenas en el agua que nos saludaban energéticamente, solo Narnia tiene seres tan increíbles como estos...

Sentí una mano tomar mi cintura, me giré, encontrándome con un sonriente Edmund.

-Hola, Ed.-besó mi mejilla.

-¿Qué haces, linda?

-Oh... veía a las sirenas.-estas volvieron a saludar y el castaño les devolvió el gesto.

-¡Edmund!

Ambos giramos al oír que lo llamaban, Caspian sostenía dos espadas, sonriente.

-Uy, quiero ver esto.

-Pues observa.-me besó, para luego tomar la espada que le ofrecía el pelinegro. -¡Quedarás encantada!-exclamó, giñándome un ojo.

-Por Aslan...-reí, apoyándome en la orilla del barco.

-Vaya, ¿ya van a empezar?

Lucy se sentó a mi lado, lista para ver la función.

Edmund es increíble si de enfrentamientos con espada se trata, es veloz, preciso, como ya dije, espectacular. Siempre es un honor verlo hacer pequeños combates, es... interesante, él se ve muy bien luchando.

-¿Listo?-preguntó Caspian poniéndose en posición.

-Más que nunca.-respondió el pecoso, haciendo lo mismo.

Mi novio hizo el primer movimiento y Caspian se defendió rápidamente, atacando de vuelta.

Ambos eran buenos, sus movimientos limpios y concisos hacían de la batalla algo hipnotizante.

Dios... ¿cómo rayos Edmund podía verse tan atractivo luchando? Tengo serios problemas con este chico...

El enfrentamiento continuó y rápidamente concluyó en un empate, con las espadas de ambos chicos cruzadas.

Suspiré, un poco más aliviada, comenzando a aplaudir junto a los demás tripulantes.

-Como les gusta fanfarronear.-bromeó la menor, a lo que yo reí.

-Eres más fuerte, mi amigo.-le felicitó Caspian.

-Tal vez un poco.

Ambos se sonrieron y Edmund se dirijo a nuestra dirección.

-¡Eso es todo!-Exclamó el capitán desde arriba.-¡Devuelta al trabajo!

El castaño llegó, bebiendo de un vaso.

-Eso fue increíble.

-¿Sí?

-Ujum, impresionante.-sonreí, besando su mejilla.

-Edmund, Lexie-nos llamó Lucy.-¿Ustedes creen que si navegamos hacia el fin de la tierra solo... caeremos por la orilla?

-Tranquila, Lu, falta mucho para llegar.-respondió su hermano, tratando de reconfortarla.

-Eso, no tienes de qué preocuparte. Además, en mi opinión, no creo que sea así.-le guiñé un ojo.

Y era cierto... durante los años que viví aquí, se sabía sobre el reino de Aslan, aquel lugar tan misterioso... muchos narnianos soñaban con llegar ahí.

-Asique los dos siguen diciendo tonterías.

Eustace sacudió su ropa, como siempre, molestando a sus primos, parándose a mi lado.

-¿Ya te sientes mejor?-le pregunté, posicionando mi mano en su hombro.

-Sí, no gracias a ellos.-hizo referencia a los Pevensie.-que suerte que tengo complexión de hierro.

-Tan efervescente como siempre, amigo.-llegó Reep- ¿Hallaste tu equilibrio?

-Jamás lo perdí, solo fue la conmoción. -Edmund al escucharlo me lanzó una mirada de "¿ es en serio?"-Mamá dice que soy muy adaptable... gracias a mi inteligencia. -y con eso, mi novio dejó caer el agua que tenía en su boca.

-Por Aslan, Edmund.-me burlé, ayudándole a secarse.

-La verdad, no aseguraría que sea inteligente.-mencionó nuevamente el ratón.

-¡Juro que cuando hallemos civilización voy a contactar al consulado británico y los arrestarán por secuestrarme!-chocó con Caspian.

-¿Tú le llamas así?-respondió.-Es curioso, creí que te salvamos la vida.

-Me retienen contra mi voluntad.

-Ja.

-¿En serio?

-Y sus dormitorios no tienen nada de higiénicos, ¡tienen... un zoológico ahí dentro!

-Es todo un quejumbroso, ¿no es así?

-Y solo es el principio...-respondió Edmund sarcásticamente y yo le di un codazo.

-Es un chico muy dulce, solo... esta confundido.

Tanto Reep como Edmund me miraron confundidos.

-¿Está segura que se siente bien, majestad?

-Muy segura, Reep, solo dale tiempo.

-Está loca...-susurró el castaño, dando otro sorbo a su agua.

-¿Ah, sí?

-No puede ser que exista alguien que diga que "eso"-apuntó al pequeño rubio.-sea dulce, estás loca.

-Que pena por ti, el tener una novia loca.-bromeé quitándole su vaso y tomando de este.

-¡Hey!

Corrí, dejando el vaso a un lado y tratando de que mi novio no me alcanzara.

-¡Ven aquí!

Y así, un nuevo espectáculo comenzó, los tripulantes se reían, observándonos corretear por todo el barco. No fue hasta que se me cayó un poco de agua, que Edmund logró atraparme, sosteniéndome por la cintura.

-Estás loca.-jadeó, tratando de recuperar el aire.

-Así te gusto.-Respondí de la misma forma.

-Cierto...-sonrió, besándome.

Los narnianos aplaudieron y silbaron, festejando.

Era gracioso, aquella fascinación que tenían por nosotros, sus "reyes inseparables".

-¡¡Tierra!!

-No puede ser.

Edmund y yo nos asomamos a la orilla, efectivamente, a lo lejos se podían ver montañas.

-¡Increíble! ¡Mira, Ed!

-Es fantástico.-sonrió, mirando las tierras.

My everything [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora