Entrada 1

156 14 2
                                    

Hoy fue un día bastante normal de esos en los que no puedes esperar que realmente vaya a suceder algo que pudiese romper la perfecta monotonía del día a día.

El aire acondicionado es especialmente ruidoso a estas horas de la tarde, como se nota que el pobre de verás que hace su mejor esfuerzo por cumplir con su objetivo de mantenerme como una aburguesada más del estrato alto de Santa Cruz de la Sierra, o al menos eso pensaría cualquier persona desde afuera, porque la verdad que la mayor parte del tiempo estoy a un paso de perder el alquiler del lugar, o de deberle al banco por un préstamo que me hice para sacarme el titulo en psicoterapia y psicoanálisis; es entonces cuando cobra sentido la idea de haber estudiado en una universidad no te garantiza éxito en la vida, a veces solo cierto nivel de educación que puede rayar en lo ridículo, pues hasta ahora no llego a usar absolutamente nada de lo que pude aprender durante mis años de bachillerato en una de las mejores escuelas del lugar. 

Normalmente suelo sobrellevar con bastante naturalidad la monotonía del día a día, uno que otro caso de depresión por aquí y por allá, uno que otro ataque de ansiedad por aquí y por allá,  a veces alguno de mis paciente termina necesitando ser llevado a un centro psiquiatrico por un tiempo normalmente indefinido debido a un brote psicótico que pudo terminar en una tragedia.

Pero sorprendentemente a mis 35 años ya creía haberlo visto todo, como si esto fuere la epitome de mi camino como trabajadora de la salud mental: Esperar, preguntar, pretender, recomendar, reciclar el mismo método hasta que sea de noche, llegar a casa alimentar a tu gato dormir, repetir.

Justamente hoy tuvo que ser un día especialmente cansador, sobretodo cuando una de mis pacientes, Patricia me dijo que su sobrino estaba teniendo muchísimas pesadillas y piensa ella que lo más probable es que le hayan echado un "brujerio", obviamente paso todo lo que Patricia dijo bajo el lente del realismo.

"Los brujerios son solo expresiones de lo malo que no podemos entender que pasa y podemos terminar echándole la culpa a personas que no corresponden" le recomendé, queriendo evitar que la señora Patricia pudiese tener otro de sus tan famosos ataques de ira que acabarían empeorando su divorcio y juicio por la custodia de sus hijas.

Al final la mujer termino cediendo a lo que parecía ser una simple paranoia suya, cosa que también había llegado a tener en cuenta debido a que esta le había dado su numero a su hermana para que esta pueda llamarme en caso de que así lo creyese necesario.

Dijo que su hermana era una persona mucho más callada y que le gustaba mucho todo lo de psicología y ciencia ya que era muy "científica" en comparación a ella, aunque lo más probable es que solo sea una mujer contemporánea siendo la señora Patricia la que se quedo atascada en el siglo pasado pensando en que todavía existen los fantasmas, brujos, yatiris y cosas de ese estilo; me hizo un ligero recuerdo a la diferencia que hay también entre mi hermana y yo.

Pese a la advertencia de Patricia, esa noche no esperaría que nadie me llame, debido a que si una persona en la familia fue criada bajo la cosmovisión de la presencia de lo sobrenatural todos en esa familia también tienen una arraigada creencia sobre ello y prefieren tomar el camino del esoterismo e ir con los brujos/yatiris/curanderos que tienen una poción mágica que curará todo los males que tengas, dolores de espalda, diarrea, ansiedad, depresión, cáncer si llegan a ser más osados.

Pero si me llamaron, aunque no de la manera que esperaría.

Me contacto un amigo mío, Patrick Esteres un doctor a quien conocí en un simposio de salud mental a la cual fui invitada hace unos años.

"Llego un niño en muy mal estado, pienso que lo estuvieron maltratando, y no quiero dejarlo de nuevo con los padres" dijo bastante preocupado "El gobierno quito el presupuesto de la psicóloga infantil ¿Podes venir un rato para ver si puedes sacarle algo de información?"

Le debía un favor al maldito así que no podía negarme.

Fue algo difícil describir lo que supe del niño ese día pero personalmente creo que estaría mejor actualmente si me hubiera negado a ir en primer lugar.

Caso 7B: Casa ViejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora