Entrada 19

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A veces cuando vuelves al lugar en el que creciste tienes punzadas de nostalgia, dependientes de todas aquellas pequeñas vivencias de tu día a día, cada día lleno de felicidad, e innumerables situaciones felices o tristes en las que te puedes pasar horas explicando cuando se las narras a una persona que no es del lugar, ese sentimiento pura alegría al acceder a esos recuerdos una vez más.

Pero yo no.

Sin embargo es difícil admitir que todos mis recuerdos fueron malos, mientras pasamos por la plaza 12 de julio recordaba aquellas largas caminatas los domingos hasta la plaza para jugar en aquellos puestos ambulantes con tiovivos o bicicletas con formas extrañas, cuando todavía fuimos una familia unida.

Mi madre vivía en una casa en la esquina de la avenida 1° de mayo, acompañada de una chica de 26 años a quien le dejaba un cuarto del otro lado del patio y el garaje.

En cuanto llegamos note que la fachada había sido pintada de un color anaranjado, el portón negro que hacia imposible escabullirse de noche por todo el ruido que hacia al abrir o cerrar seguía haciendo la misma cantidad de bullicio que entonces. Solo que ahora me costó un poco abrirlo por falta de práctica.

"10 años sin abrir al maldito y ya pierdo toda la práctica" comenté mientras hacía un esfuerzo titánico para evitar que toda la cuadra se entere que estaba abriendo (sin mucho éxito por cierto) ese asqueroso trozo de metal, todo ante la mirada de Joan quien se ofrecía a ayudar.

De pronto sentí un golpe muy fuerte en los dedos que usaba para tirar el portón desde el borde superior.

"¡CARAJO!" grité al soltarlo.

Una voz de una mujer mayor y agresiva gritaba desde el otro lado.

"VAYASE LADRÓN, ESTOY LLAMANDO A LA POLICÍA" gritó una mujer aguerrida que se cree más grande de lo que es.

"Mamá soy yo" contesté molesta, mientras sobaba mis dedos que seguían rojos por el golpe que recibí.

"No la conozco, váyase" respondió sin dudarlo un solo segundo.

Sin duda alguna, esa era mi madre.

"¿No nos hemos equivocado de casa?, tal vez tu mamá se mudo" comentó Joan.

"¡Mamá soy yo! Tu hija..." hice una pausa "soy Victoria"

"No lo creo, mi Vicky está trabajando en otro lado"

"¡Mamá por favor!"

Luego de unos minutos más convenciendo a mi madre que yo en realidad si era su hija, por fin accedió a abrir, pero antes escuche que mandaba en voz baja a la mujer que trabajaba con ella:

"Si ves que me quiere hacer algo, le clavas el cuchillo por la espalda"

Al abrir la pude ver fuertemente agarrada de su palo de escoba (probablemente el objeto con el que me golpeó) en posición de combate dispuesta ya para el ataque con ese rostro aguerrido tan característico suyo, no fue hasta verme con detenimiento cuando su rostro se suavizó a uno más amable y contento, acercándose a abrazarme.

Aunque siempre tengo conflictos con la forma de pensar de mi madre, no puedo negar que sentir su abrazo después de tanto tiempo es bastante más reconfortante de lo que me gustaría admitir.

Luego vio a Joan e hizo que se me olvidará lo anterior.

"Buenos días señora, mil disculpas la molestia me llamo Joan Faianini, un gusto conocerla" empezó Joan extendiendo la mano para saludar.

Como punto muy curioso hasta ese momento no recordaba su apellido.

"¡Hola, hola querido!" dijo extendiendo los brazos, saludando efusivamente a Joan "Veo que por fin alguien se intereso en mi Vicky"

Joan levantó las cejas por el comentario.

Yo ya estaba más que acostumbrada.

"No, no, mamá somos colegas de trabajo" corrigió Joan.

La mirada de mi madre cambió de inmediato a una de profunda decepción.

"¿Y no te gustaría ser más que eso? Es una chica linda y..."

"Mamá ya basta" interrumpí forzosamente.

La cara de Joan me agradeció con una sonrisa.

Entramos con nuestras maletas, Joan se quedó en el ex-cuarto de mi hermana y yo al que fue en algún punto fue el mío.

Como mi cuarto estaba situado justo en medio de dos habitaciones durante mi infancia mis padres hicieron un hueco enorme en la pared de lado que daba hacia el cuarto de mi hermana para que la habitación tuviera más iluminación natural y no solo aquella que venía desde un tragaluz diminuto en el techo. Como en la familia solo somos dos mujeres la privacidad no tenía grandes matices dado a que solo poníamos una tela delgada cuando deseábamos estar solas.

Sin embargo este no era el caso.

Aquella tela ya no se encontraba y solo estaba la riel que conducía la cortina.

"¿Por qué rayos hay una ventana aquí" escucho a Joan cuestionarse.

"Perdón, es para ahorrar dinero en electricidad" respondo desde mi lado sin dejar de sacar las cosas de mi maleta "Cuando todo esto termine, realmente tenemos que hacerle unas mejoras a la casa"

El resto de la mañana y el almuerzo transcurrió con relativa normalidad, no hicimos más que relajarnos lo más posible después de las semanas de extrema tensión que vivimos.

Para evitar crear más angustia en mi madre y hacer que se sienta mínimamente a gusto con nuestra compañía acordamos decirle que estamos allí por una investigación que se lleva a cabo en la ciudad. Pasamos el resto de la mañana platicando acerca de cuál sería el plan allí a través de la ventana

Lo primero sería ir por la tarde a la biblioteca hasta llegar a encontrar algún registro de alguno de los varios diarios locales que fracasaron en la zona, lo que debemos hacer es evitar que nos reconozcan, salir de casa a media noche y quedarnos allí para recabar información evitando así ser vistos, además entrar sin autorización sería sencillo, ese lugar es básicamente un lugar olvidado por dios, la alcaldía y la mayoría de ciudadanos.

Menos por los jóvenes que no pueden pagar por un motel y quieren un lugar vacío o mínimamente privado.

Hay mucho que leer y poco tiempo, tal vez así podamos adelantar un poco el trabajo, tener un panorama mucho más grande, saber quienes están detrás de todo esto y de cómo todo converge en un niño que puede ver fantasmas.

Entrada 19B

El plan original fue salir en la noche y entrar a la biblioteca por una de las ventanas rotas de la parte trasera, para así disminuir cualquier posibilidad que los policías comuniquen nuestra presencia o que alguien del lugar que esté involucrado de la voz de alarma, terminando toda nuestra ventaja estratégica y todo el tiempo que conseguimos.

Pero honestamente preferimos eso a seguir un solo minuto más con mi madre y sus malos intentos de que Joan se interesara en mi.

Desde que sus antenas se activaron cuando reconoció el apellido Faianini uno de los conglomerados familiares con más recursos de todo Santa Cruz teniendo incluso su propia clínica hospitalaria.

"Mi hijita se graduó con honores de una excelente universidad"

"Vicky es fantástica en la cocina"

"Siempre dije que ella sería una gran madre"

"Yo opino que sus hijos serían muy bonitos"

"¿no te interesan las psicoterapeutas?"

Entre otros comentarios soltados casi al azar en el transcurso de la tarde, llegando a tal punto que terminé mintiendo que estaba ya de pareja con alguien más, incluso con eso no se detuvo.

"Pero hijita tienes que velar por tu futuro" fue una de los muchos argumentos que usó para convencerme.

El camino a la biblioteca fue inusualmente largo y pesé a la temporada invernal, el sol seguía siendo muy cruel.

Caso 7B: Casa ViejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora