Entrada 36

18 2 0
                                    


El portón metálico de la entrada, se abrió automáticamente, saliendo una gran camioneta negra, la luz me cegó durante unos segundos, mientras intentaba descifrar si la persona que conducía intentaría atropellarme o ayudarme.

"¿Victoria?" preguntó una voz grave desde adentro, se me hizo notoriamente conocida.

"Depende quien pregunte" cuestione preparándome mentalmente para saltar en cualquier dirección, pero el rostro sonriente de don Carlos emergió desde la ventana moviendo la mano saludando.

"¡Hola Victoria!" gritó desde allí. Dentro de mi un instinto se apresuró a correr en su dirección, abrí la puerta y lo abracé.

Pese a la obviedad de la situación tan extraña en la que nos encontrábamos, tanto como su ocupación actual dejaron de importarme, solo el hecho de que estuviera con vida y sonriente era lo único que me importaba ahora.

Pero me aparté pronto cuando avisó que aún tenía las heridas del otro día.

"Escucha, tengo que ir a la casa de los Rojas, dicen que la situación se salió de control, tienen problemas, dicen que los policías se volvieron locos, están disparando a todos incluso entre ellos" avisó en cuanto nos separamos.

"Pero está herido ¿Qué planea hacer?"

"Ya se me ocurrirá cuando esté llegando"

"¿Joan está con ellos?" pregunté preocupada.

"No, él está con el grupo de Arminda, están buscando al niño en la catedral"

Aquí existe una gran encrucijada, podría ir a buscar a Alejandro junto con Joan dejando que un herido Carlos fuera a apoyar a los de la casa en Choreti que posiblemente estén sufriendo una histeria colectiva, o podría apoyar a don Carlos para liberar de una buena vez a los niños de esa casa vieja y expandir también el rango de búsqueda del niño.

La elección lógica, estaba clara.

Joan es alguien extremadamente inteligente, sabrá encontrar al niño y salir de ahí a como dé lugar, además tengo la creencia que Arminda es tan peligrosa como sus trabajadores.

Confió en ellos.

Entre rápido en aquella camioneta, sin peros don Carlos solo asintió y avanzó a toda velocidad.

Una vez estábamos en la ida, noté que la zona entera estaba sin luz. Los disparos que escuchaba hace rato se camuflaban con el sonido del motor, alejándonos cada vez más de estos.

"¿Dónde esta Cristian?" preguntó por fin don Carlos, sin quitar la mirada del camino.

"Me rescató de la celda" respondí, costandome aún interiorizar la situación "pero no lo consiguió hasta Camiri"

Se limitó a decir un "Entiendo" apagado.

"Murió como un ninja rescatista" le dije sonriendo al recordar aquella última frase.

"No hubiera esperado menos de él" contestó.

Durante aquel corto viaje hacia Choreti tomando rutas alternativas para evadir cualquier punto de control, solo reinó el silencio.

Una vez entramos en el terreno de aquel pueblo escuche de nuevo estruendos provenientes del lugar, antes de entrar a la zona de combate él se detuvo en mitad del camino.

"Bájate aquí, entraré solo" dijo con tono firme.

"Pero está herido, no hay forma en la que esto pueda..."

Detuve mi intento de disuadirlo, cuando la luz amarilla del auto iluminó su rostro.

Pocas veces había visto un rostro colérico tan notorio, una mirada tan determinada que me hizo evitar hacer más preguntas.

Caso 7B: Casa ViejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora