Entrada 12

19 1 1
                                    


La gente exagera cuando habla de sus viajes a otros planos existenciales.

Digo sin contar la ausencia total de movimiento, el silencio, la penumbra, además de los ruidos inquietantes; ese lugar era como estar en Camiri a las 7 pm.

Toda la habitación estaba sumida en la oscuridad sorprendente para ser medio día.

Había líneas de luces azules que se extendían por la pared correspondientes a los cableados eléctricos así como también luces azules destellantes desde donde estaría mi celular.

Joan estaba delante mío totalmente inmóvil, no parecía estar bromeando de hecho ni siquiera pestañeaba aún cuando le metía el dedo al ojo.

Lo más sorprendente era incluso que me podía ver a mi misma desde afuera, definitivamente no era lo que esperaría, pensé que habría una especie de movimientos especiales que me inducirían a este estado o alguna clase de droga involucrada.

Pero no, solo una pelota rebotando una y otra vez.

Luego de un rato picandole el ojo y demás sitios a Joan recordé la razón por la cual el idiota me mandó aquí.

"Tenemos que ir a comprobarlo" recordé con su voz entusiasmada.

Comencé a explorar el sitio.

Pero caí en cuenta de un gran problema.

"¿Cómo mierda se ve un espíritu maligno?"

Por alguna extraña razón hasta ahora no he tenido ni un solo ataque de pánico en una situación en la que normalmente ya me habría desmayado. El lugar en penumbra no me causaba ningún tipo de alteración, solo me sentía con curiosidad.

Empecé a moverme por el departamento buscando por cada rincón y cajón esperando encontrar al espíritu hecho una bolita en alguno de los cajones pero toda búsqueda fue nula.

Casi decepcionada junto algo de valor para entrar a mi cuarto.

Si es que hay algún lugar para acechar y buscar energías malignas probablemente mi cuarto sea el lugar ideal.

Tome aire, llené mis pulmones esperando así conseguir la suficiente fuerza de voluntad como para poder enfrentarme a lo que estuviese posado detrás de esa puerta, justo cuando por fin tuve un mínimo esbozo de valentía de un solo movimiento gire la perilla y empuje la puerta.

Lo que atine a ver del otro lado fue algo opuesto a mis expectativas.

No había un ser monstruoso de facciones inefables o un espíritu negro hecho de humo oscuro en mi recamara.

Solo había un minúsculo bollito de luz blanca tenue que aumentaba y disminuía a un ritmo constante y relajado encima de la cama como si estuviese durmiendo.

Mucha cautela (o mucho miedo) me acerque con una buena idea de lo que se podría tratar. Estiré mi mano hacia aquel halo de luz viviente esperando no equivocarme.

Por suerte el ser de luz me recibió con amabilidad, era cálido al tacto, suave y gentil, le gustaba que lo acaricie buscaba mayor superficie con la cual pudiese sentirse querido.

De algún modo encontré a Tequila.

Me estuvo esperando en el último lugar donde se quedó, por fin habiéndome sentado a su lado en la cama acariciando lo que parecía ser el espíritu de mi gato me di el tiempo de llorar por todas aquellas malas decisiones que me habían traído hasta este específico momento.

"No debí contestarle el celular a Patrick", "Debí decirle a mi asistente que no acepte al niño", "No debí involucrarme más en aquel caso", "Debí seguir creyendo que Daniel solo fue una alucinación"

Caso 7B: Casa ViejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora