Eran las cinco de la mañana. Había perdido el sueño y no podía reconciliarme con él, menos con todos los pensamientos que me abordaban la cabeza. No me sentía específicamente mal o triste, solo estaba en medio de mi cama en total oscuridad, a excepción de las luces que entraban por la ventana de mi casa.La conversación que tuve con Eduin no había salido de mi cabeza. A veces detestaba a mi nuevo amigo; su insistencia en temas que para mí eran tabú era su pasatiempo favorito. Aunque realmente empezaba a considerar su propuesta de hablar con mi padre. No podía creer cómo sus palabras influían en mí con tanto impacto, cómo su compañía pasaba a ser agradable.
Me levanté de la cama y encendí una lámpara de mesa que estaba al lado de la cama. Caminé hasta el vestidor, estaba llena de ropa; supuse que debería de haber ropa deportiva y lo confirmé al revisar un cajón en el que había unos cuantos tops deportivos y unos cuantos leggings. Me cambié y me puse unas medias junto con unos tenis blancos. En algo Eduin tenía razón, y es que mi padre no debió de molestarse en llenar un vestidor con ropa para mí de no querer tenerme cerca.
Decidí sudar, salí de mi habitación llegando hasta el área de ejercicio que había en la casa. Comencé usando la máquina de correr, decidí hacer ejercicio y sacar todo lo que tenía. No había hecho actividad física desde hace un montón de tiempo, por lo que no me forcé mucho, solo corrí en la caminadora e hice unas cuantas flexiones.
Salí de la habitación designada para un gimnasio luego de una hora y me encaminé para llegar a mi habitación sin contar con cruzarme con mi padre.
—Despierta tan temprano un sábado, vaya sorpresa Jade —murmuró un poco tenso. Desde que habíamos acordado el trato, se limitaba a buscar que fuera yo la que iniciara una conversación.
—Buenos días, no podía dormir, por lo que decidí hacer ejercicio —informé intentando ser lo menos hostil posible con él. Desde la conversación con Eduin, lo había visto con menos rencor.
—Eso me alegra, supongo que es mi momento de sudar —informó pasando por mi lado y dando por finalizada la interacción.
Me encaminé hasta mi habitación y me sumergí en una larga ducha que consistía en sentarme bajo la regadera mientras permitía que las gotas frías de agua me cubrieran por completo.
Me puse unos pantalones cortos de tela y una camiseta de tirantes; sobre ellos, puse el suéter blanco de algodón que me prestó Eduin cuando jugamos bajo la lluvia. Bajé hasta la cocina, donde una empleada empezaba a sacar las cosas para hacer el desayuno. Mi progenitor era un hombre soltero, por lo que tenía empleadas para cada quehacer de la casa.
—Buenos días, señorita Jade, ¿desea algo en específico para desayunar? —preguntó con una sonrisa ante mi presencia en la cocina.
—No, pero desearía que me permitiera hacer el desayuno a mí —pedí. Ella abrió los ojos ante la sorpresa.
—Señorita, no sé si es lo correcto, mejor dígame qué desea y yo se lo preparo —insistió.
—Deseo que salga de la cocina y me deje preparar el desayuno mío y de mi padre —exigí de manera hostil.
No tenía intenciones de ofenderla, pero me molestaba tener que insistir en algo que ni siquiera yo estaba segura que quería hacer. La mujer se puso roja y salió de la cocina murmurando unas disculpas. Me adentré en la cocina y guardé las cosas que había sacado, con excepción de lo que sí iba a utilizar: harina, huevos, leche, azúcar y aceite. Quería hacer tortitas y, como no había la harina prehecha, tendría que hacerlo desde cero.
Mezclé los ingredientes en un tazón, como mi madre me había enseñado de pequeña. Tomé una sartén y empecé a hacer las tortitas. Las primeras salieron bastante críticas, pero luego fueron mejorando. Preparé todo en el desayunador sin intención de comer en el comedor.
ESTÁS LEYENDO
Encuentro.
Любовные романы''¿Existe el amor? No, no quiero que piensen que necesito amor. ¿Podré yo amar a alguien sin lastimarle?'' Jade prefiere evitar las preguntas que encontrar las respuestas, prefiere esconderse antes que luchar o siquiera correr. Decidió jugar un jueg...