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Las cosas no habían salido bien hace unas noches atrás, por lo que me propuse a mí misma tomar más control sobre las cosas, y así lo hice. Le di un resumen a mi padre sobre la visita a casa de mi madre y le pedí si oficialmente podía vivir con él, cosa a lo que, sin pensar, accedió.

Estaba tomando un batido frente al instituto para luego ir a casa como lo habitual, pero mis planes fueron interrumpidos. Sentía su mirada, no lo podía ver, pero sentía como unos ojos no se apartaban de mí nuca. Desde hace días cuando salía del instituto. Por más que intentara encontrar a quién pertenecían esos ojos, no di con el propietario hasta que decidí emprender mi camino.

—Tu amiguita aún no me paga — su voz ronca logró estremecerme por un momento. Me giré a él con cierto nerviosismo, no miedo, sino terror de que fuera él quien me acosaba. Robi —¿Dónde está Emely? — preguntó.

Justo ese día no fue al instituto, era como si supiera cuándo aparecería.

—No sé dónde está tu novia — respondí con fingida calma.

—Ya te dije...

—Sí, sí, que te debe no sé qué, y si no paga, lo haré yo — rodé los ojos con molestia.

—No estoy para estupideces — espetó.

—Entonces no te ves en el espejo — ironicé . Su semblante cambió y por un momento tuve el pensamiento intrusivo de que me pegaría o secuestraría.

—Solo haz que tu amiguita venga el viernes y no molesto más.

No pude rechistar o negarme. Ya se había dado media vuelta por donde había venido. Me quedé unos segundos en silencio, viendo sus pasos antes de sacudir la cabeza y decidir tomar un transporte para sentirme más segura. Al llegar a mi casa, mi padre acababa de salir, por lo que nos cruzamos en el umbral de la puerta, intercambiamos un breve saludo y cada uno siguió su camino. Luego de realizar mi rutina de comer y asearme, tomé mi celular y empecé a platicar con Sara y Esthela. Hasta que Sara me envió un mensaje por privado.

Sari: ¡Holaaaa! ¿Crees que pueda ir a tu casa? Estoy aburrida.

Sari: Y me gustaría contarte algo :).

: Claro, aquí te espero.

Sari: Sabía que no te negarías, ya ando cerca ;).

Sonreí ante lo irónico de su mensaje y recogí un poco mi recámara antes de que llegara, y luego preparé unos bocados para ambas cuando llegó.

—¿Sabes? Te siento distante y más callada de lo habitual — murmuró desde el sillón de la habitación.

—Tú siempre eres la que habla — me encogí de hombros.

—Por eso dije más de lo habitual — insistió.

No sé en qué momento Sara me había analizado como para saber que le ocultaba algo, aunque lo hacía. No le había contado lo sucedido con Eduin y que ya éramos novios.

—Si no tienes la confianza de contármelo, está bien — encongío el rostro en tristeza.

—Prométeme que no se lo dirás a nadie — pedí rendida.

Corrió hasta mí con una sonrisa cómplice y se sentó a mi lado, esperando que soltara la sopa.

—Sácalo ya.

—No le digas a nadie, pero... — hice una pausa por unos segundos, viendo cómo la intriga la recorría —Hace un par de días vi a Eduin, y somos novios — solté sin más.

De todas las reacciones que esperaba de Sara, esa sin duda no estaba en mi lista. Abrió los ojos como platos, al igual que su boca, la cual cubrió con sus manos. Perpleja, se quedó unos minutos mirando la habitación y luego a mí.

Encuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora