Capítulo 56

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-entonces te engañó

-ya ni sé

-vi las fotos, es clara la respuesta

-Billy no es tan fácil

-para mi si lo es. Munson es un idiota que te adornó la cabeza con un par de cuernos

-¿pero y si no?... ¿Y si en verdad él no recuerda nada de lo que pasó esa noche?

-entonces te sentirás culpable por no escucharlo

-ver esas fotos fue como si partieran mi alma en mil pedazos, no es justo conmigo después de todo lo que hemos vivido, después de todo lo que he hecho para que cumpla sus sueños

-hagamos una cosa -la pelinegra lo escuchó con atención- tienes dos semanas para disfrutar de mi compañía, así dejemos a un lado el tema de Eddie y mejor concentrémonos en pasarla bien, ¿te parece?

-pero...

-pero nada, después te acompaño a hacer lo que me dijiste que tenías en mente y de allí salimos rumbo a hablar con Munson -la pelinegra negó con la cabeza- ¡Harper no te puedes ocultar para siempre! ¡Tienes que hablar con él!

-vaya... eso no me lo esperaba

-El hecho de que Munson no sea de mi agrado no significa que no pueda entender lo que está pasando. -La tomó de las manos y con una mirada compasiva se animó a darle un último consejo- Harper, a veces los hombres ocultamos nuestros sentimientos y emociones porque tememos a que alguien se pueda burlar, pero la realidad es que a nosotros también nos gusta que nos digan cuánto nos quieren y que nos escuchen aun sabiendo que tenemos todo en contra, así que dale la oportunidad a Eddie para que cuente su versión y tal vez puedas resolver ese dilema que tienes en el corazón. Lo quieres, eso se te nota a simple vista pero hay algo en ti que no te permite verlo y eso mi querida Harp, se llama miedo. Miedo a que todo termine, por eso no hablas con él, porque temes que después de esa conversación se conviertan en dos extraños.

Billy no permitió que su amiga respondiera, la dejó sola en el cuarto para que pudiera pensar por un momento en lo que le acababa de decir. Harper quería hablar con Eddie pero temía que tal vez todo terminara mal y de nuevo se tuviera que enfrentar a la soledad, esa que por tantos años la acompañó.

Tras pasar unos días llenos de alegría junto a Hargrove, en donde hizo de todo, empezando por las clases privadas (como las quiso llamar el rubio), de surf y natación, porque sí, Harper no sabía nadar y que mejor que aprovechar la oportunidad de aprender con alguien que amaba estar metido en el agua. Además había ido por primera vez en su vida a una discoteca y se había embriagado hasta olvidar por completo los problemas y el dolor que sentía por estar alejada de Munson, fue tanta su entrega en la pista de baile que al otro día le dolía todo el cuerpo pero no sabia que era peor, si la jaqueca en su cabeza, sus músculos recordándole la importancia de hacer ejercicio o las constantes arcadas en el inodoro tratando de expulsar todo el licor que aún había en su estómago. En definitiva unas vacaciones para no olvidar, pero como todo tiene un final ya era hora de regresar a casa y enfrentar eso que tanto temía, no sin antes hacer un parada en el camino. 

-¿estás segura? -preguntó Billy antes de que la pelinegra desapareciera por el pasillo-

-más que nunca, es algo de debo hacer

-esta bien -balbuceó soltando la mano de Turner- saldré a fumar pero regreso pronto

-no creo que tarde mucho

-suerte -dijo mostrándole una tierna sonrisa-

Harper caminó por un largo pasillo en compañía de un sujeto que le indicaba que podía hacer en caso de emergencia o de necesitar algo. El lugar era silencioso pero a la vez hermoso, sus paredes de azul celeste y sus grandes ventanales que permitían entrar la luz del sol daban una vibra relajante.

Thunder | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora