Capítulo 57

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El viaje fue agotador aunque la pelinegra debía admitir que ir de copiloto le gustó más de lo que imaginaba, Billy solía conducir como un loco pero está vez fue distinto, estaba atento mirando al frente y conduciendo con una velocidad mesurada, quería llegar rápido pero a la vez le pedía a Harper que le hablara y lo estuviera mirando constantemente, temía tener un micro sueño y que se accidentaran.

Tal como lo dijo Hargrove diez horas más tarde Nueva York les daba la bienvenida y con ello los nervios de Harper se incrementaron, estaba a minutos de volver a ver a Eddie y por fin aclarar los malentendidos. Podían pasar dos cosas, remontaban la relación o simplemente cada uno debía tomar un camino diferente.

-mucho silencio ¿no crees?

-son las seis de la mañana ¿qué esperabas? -habló casi en susurro la pelinegra mientras descargaba su maleta cerca al sillón- Eddie es un dormilón, no le gusta madrugar

-no es por nada, pero me sorprende ver tanta limpieza

-es verdad -Harper no había notado la pulcritud en la casa, era como si ella nunca se hubiera ido- todo está en orden

-deja de sonreír como tonta, no cantes victoria antes de enfrentar la guerra

-¿qué quieres decir con eso? -cuestionó en un tono de molestia-

-tal vez la estrellita no está solo, deberías revisar la casa, en especial el cuarto -le guiñó un ojo y se giró rumbo a la cocina- tal vez te lleves una sorpresa

Billy seguía sin aceptar la relación de su amiga con el metalero, no era que le disgustara del todo pero el rubio era  sobreprotector con la pelinegra y eso implicaba plantear escenarios desgarradores para que no la tomarán por sorpresa en caso de ser reales, así que Harper tomó impulso y fue directo a la habitación.

Las palabras de su mejor amigo le lastimaron el corazón, no quería abrir la puerta y encontrar a Eddie en brazos de otra persona o para ser más exactos con aquella rubia despampanante que se había atrevido a decir que sostenía una relación amorosa con Munson.

Suspiró, se frotó la cara y se dio suaves palmaditas en las mejillas. Tomó aire, posó su mano en la perilla y con suma lentitud la giró, solo debía empujar la puerta pero no se sentía capaz de hacerlo.

Cerró los ojos como si eso la salvará de presenciar una tragedia, algo en su interior le decía que no le iba a gustar ver la que hasta hace poco fue su cama compartida con Eddie, pero al abrirlos la angustia desapareció.

Una sonrisa amplia se dibujó en el rostro de Harper. No había traición, por el contrario le enterneció ver a Eddie profundamente dormido abrazando la almohada que usaba la pelinegra. Se veía tranquilo, tenía su pelo enmarañado, el torso desnudo y su mano aferrada a aquella almohada como si temiera perderla. Eso era todo lo que necesitaba ver para comprobar que en su ausencia el castaño nunca la olvidó y que por el contrario parecía estar esperándola cada noche.

La intención de Harper no era despertar a Eddie, pero sus sentimientos estaban a flor de piel y solo quería abrazarlo para recuperar de alguna manera el tiempo perdido. Acarició suavemente la mejilla del castaño y retiró un mechón de cabello que cubría sus ojos. La escena era tierna, atrás había quedado el dolor, la tristeza y la rabia que llegó a sentir hace unas semanas por una supuesta infidelidad.

-que escena más... asquerosa

-Shhh –lo fulminó con la mirada- habla más pacito

-¿Por qué? ¿se despierta la doncella?

-¡largo! –exclamó al ver que Eddie se movió un poco- ¡Billy, largo de aquí!

-aguafiestas

Harper se quedó inmóvil al notar que Munson intentaba cubrir su torso, tenía la piel erizada por el frío causando una sutil risa a la pelinegra.

Thunder | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora