Capítulo 37

1.4K 129 60
                                    

La sala de espera del hospital de Hawkins nunca había estado tan llena como en los últimos tres días. El Hellfire club, Steve, Robin, Billy, Hopper y Wayne acompañaban a Harper desde lo más profundo de su corazón, pese a que no permitían verla, ninguno se quería ir para su casa porque tenían la esperanza de tener buenas noticias sobre el estado de salud de la pelinegra.

-chicos ya vayan a descansar

-no, me rehusó a irme

-Dustin, deben hacer sus deberes con la escuela, pero podrán venir mañana, tal vez tengamos noticias -el menor no quería irse pero Wayne tenía razón, no podían descuidar sus estudios-

-yo los llevo -dijo Steve-

-conduce con cuidado -recomendó Hopper-

-dividamos en dos, yo también puedo llevar a algunos -Gareth estaba desanimado y tampoco quería irse pero a la vez no soportaba estar en esa sala sin tener noticias alentadoras-

-mañana nos vemos

Con la partida de los chicos Hopper invitó a Wayne a fumar un cigarrillo mientras Eddie y Billy se quedaban adentro, no querían estar lejos por si algún médico salía para informar sobre la salud de Harper.

-¿cómo está?

-arrepentido según él

-casi la mata -comentó Wayne con dificultad, había llorado bastante desde que su sobrino lo llamó para avisarle lo sucedido- nunca creí que Marcus fuera a llegar a tal punto

-nosotros sabíamos que iba a pasar -Hopper daba una calada a su cigarro mientras el mayor negaba cabizbajo- tú lo sabías, era cuestión de tiempo

-¿qué pasará con él?

-me voy a encargar de que se pudra en la cárcel

Como era de esperarse Hopper no guardó su ira contra Marcus, esa noche llegó con refuerzos y al entrar a la casa quedó perplejo. Vio a Eddie llorando sobre el pecho de Harper y a Marcus sentado mirando el cuchillo que dejó en el piso el castaño, cosa que asustó a Jim pero se calmó un poco a saber que aquel afilado utensilio de cocina no había ingresado al cuerpo de Turner y sin pensarlo dos veces tomó por el cuello de la camisa a Marcus para levantarlo de la silla y estrellarlo contra la pared.

Si el señor Turner pensaba que eso había sido suficiente estaba equivocado, después de subir a la patrulla de policía, ser llevado a la comisaría y posterior encerrado en el calabozo, Hopper regresó a la madrugada para desatar un infierno.

Ante la mirada de sus compañeros que prometieron quedarse ciegos una vez el jefe saliera de esa fría celda, Jim arremetió contra el mayor y lo golpeó hasta dejarlo sin aliento e inmóvil, quería matarlo esa madrugada pero no pudo, solo le recordó que en sus manos tenía la sangre de su hija.

-deberías ver como dejé su cara

-La venganza no es buena pero... -suspiró- quiero que pague por lo que hizo

-con la declaración de Eddie será más que suficiente, ese infeliz se va a podrir tras las rejas

La noche era tranquila, al ser un pueblo no llegaban tantas urgencias y la sala de espera estaba casi vacía, el único ruido molesto que se escuchaba era el de los ligeros puños de Eddie contra la máquina dispensadora que se había atascado de nuevo.

-golpeas como niña -dijo Billy dando un fuerte golpe a la máquina- ves, ahí salió tu dulce princesa

-no me gusta golpear nada... ni a nadie

-¿crees que eso me hará sentir mal? -miro seriamente- eso quedó en el pasado, ahora soy diferente

-¿Así? -enarcó su ceja- ¿desde cuando? Porque el Billy que yo recuerdo era un imbécil

Thunder | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora