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- Ya entiendo la situación... - Murmuró Gran Torino mientras se acaricia la barba enfrente de la pareja que observa como su hija juega con su perro - A pesar de los años... No han cambiado en nada.

- No vinimos a recordar el pasado, viejo - Escupió Katsuki con rabia de tanta charla menos respuestas.

- Kacchan...

- Tan secante como siempre, Bakugou - Sonrió Torino sirviéndose más té - Pero lastimosamente, mis recuerdos no los ayudarán a saber cómo perdieron la memoria... Curiosamente, ambos la perdieron.

- Y es lo que nos parece muy extraño - Dijo Izuku entrelazado su mano con la de su prometido que apretó el agarre por debajo de la mesa - Queremos saber que paso antes de que nosotros... Perdieron la memoria por alguna extraña razón.

- Creemos que fueron nuestras madres, pero, cuándo ellas nos conocieron no les pareció asombrarse.

- A veces las personas ocultan sus verdaderos pensamientos debajo de expresiones neutras, sus madres son excelentes en ello - Indicó Torino sacando de onda a la pareja.

- ¿A qué se refiere con ello? - Preguntó Izuku, Torino suspiró.

- Sus madres aunque no lo crean, eran amigas incluso antes de que nacieran. Muy amigas, tan unidas que eran imparables. Cuando sus familias se asociaron, ellas se volvieron poderosas - Relata Torino caminando hacia algún lugar dentro de su cabaña mientras seguía contando desde la distancia - Inko Midoriya era la cabeza y Mitsuki Bakugou la fuerza bruta.

El anciano volvió con la pareja quejándose de su dolor de espalda para poner un álbum de fotos enfrente suyo, Katsuki observó las fotos asombrado de ver las mismas personas que vio en aquel túnel incluso a Torino.

Hasta que Torino se quedó en una foto, eran Mitsuki e Inko sonriendo en una fotografía bastantes jóvenes con varios familiares al lado. Katsuki vio a su padre y a otro señor del cuál hizo que Izuku frunciera su ceño.

- Pero como todo lo bueno siempre en algún punto, acaba. Mitsuki encontró al amor de su vida y tuvo un hijo, del cuál fue la razón de alejarse del mercado negro y sus amenazas. Te crío aún trabajando para Inko, intento mantenerte alejado del mundo en el que estaba metida hasta que...

En eso pasa la página, a una foto de Izuku y Katsuki, el peliverde era un adolescente y el cenizo aún estaban entrando en esa etapa, ambos tenían una ropa elegante posando serios en la foto.

- Ustedes se encontraron. Sus madres pensaron que serían muy buenos compañeros como ellas, pero, terminaron siendo otra cosa... Desde ahí, no sé más nada...

-¿¡NADA!?¡¿COMO QUE NADA, MALDITO VIEJO!? - Gritó Katsuki harto de tanto misterio, estaba apunto de arrancarse los cabellos.

-¡Kacchan, tranquilo!

-¡ESTO ES UN PUTA MIERDA, IZUKU!¡Las únicas personas que nos tendrán respuesta son nuestras madres y punto!¡Estamos perdiendo el tiempo! - Dijo Katsuki azotando su mano contra la mesa para irse hacia Eri y al menos, tranquilizarse.

- Perdón, Torino. Ha estado un poco amargado estos días, ya sabrás...

- Cuando será el día en que no esté amargado - Sonrió el anciano - Ustedes venían aquí casi todo el tiempo, lamento si se me olvidó de algunas cosas que posiblemente hayan dejado... Déjame revisar.

- Gracias, Torino - Agradeció Izuku inclinándose ante el señor que sonrió.

El peliverde camino hasta estar cerca de su pequeña familia, Eri había encontrado una caracola gigante y la tenia puesta en el oído se rió al notar la confusión de la pequeña al no oír nada en ella. Mientras tanto, Katsuki observa hacia el mar ya tranquilo.

El peliverde se acercó a él abrazándolo por atrás, Katsuki dió un respigon por la sorpresa.

- Izuku... - Suspiró el rubio tocando los brazos grandes y cicatrizados que rodean su cintura. Giro su cabeza encontrandose con el semblante tranquilo del hombre peliverde.

- Yo también sigo confundido... - Susurró - Ya ni sé a dónde más ir, al parecer las únicas que tienen respuesta son nuestras madres.

- Ellas fueron las culpables de esto en primer lugar, pero cuál sea su plan, parece que volvió a fallar - Bufó Katsuki, escuchando la risita de Izuku luego un beso en la mejilla.

- Al parecer el destino enserio nos quería juntos - Dijo el hombre peliverde buscando los ojos rojizos que tanto lo volvían loco. Katsuki miró a Izuku encontrandose con eso esmeraldas que parecían joyas carísimas, poco a poco ambos empezaron a acercar sus rostros al otro.

Hasta que... Una pequeña Eri se acercó a sus padres con algo baboso en sus manos.

-¡Papá Izuku!¡Papá Kacchan!¡Miren encontré una babosa con tentáculos! - Dijo ella extendiendo el animal a sus cuidadores que casi les da algo al ver la criatura que tenía en las manos. Una medusa transparente.

-¡¿QUE!?

Deku rápidamente se la arrebato de las manos, mientras Eri toda confundida es llevada a la orilla para revisarla. Sin saber, que la medida que había encontrado era inofensiva, una Aurelia Aurita.

Luego de pasar un buen rato en la playa, hacer castillos de arena y enterrar a papá Izuku en la playa, la familia se devolvió a su hogar. Eri se había quedado rendida en todo el camino en lo brazos de papá Kacchan que también se había quedado dormido pero en el hombro de su prometido.

Quien supo desde ese momento, que su nueva familia era lo más sagrado que tenía ahora, y haría de todo para protegerla. La familia llegó a su hogar sabía y salvos con una visita inesperada pero, oportuna.

-¿Mamá? - Preguntó Izuku al ver la cabellera peliverde lisa, la mujer regordeta se dió la vuelta asombrada al ver a su hijo todo bronceado.

-¿Izuku?¿Hijo mío?¡Mírate, estás todo bronceado! - Sonrió Inko acercándose a la pareja muy contenta - Tienes la piel roja, ¡Katsuki también!

- Ni me lo digas, tía Inko - Comentó el cenizo, la única que no se había bronceado era Eri. Ya que sus padres la protegieron de las quemaduras del sol, y porque ella no quería quedar como carbón.

- Ah, que linda Eri. Parece un ángel durmiendo - Comentó la mujer peliverde acariciando la mejilla de Eri, la pequeña sonrió entre sueños por las cosquillas -¿La van adoptar? Serían buenos padres ¡Estoy segura!

- Mamá... Tenemos algo que hablar además de eso - Dijo Izuku desviando la atención de su madre a otro lado mientras Katsuki se aleja de ellos para acostar a Eri en su camita y que ella descanse.

- ¿De que hijo mío?¿De que si le voy a dar la bendición a Katsuki? - Rió la mujer - ¡Katsuki ya tiene mi bendición--

-¿Incluso la tuvo hace seis años? - Dijo Izuku de manera seca y fría, parándose enfrente del cuadro familiar. Aquel diálogo dejo congelada a Inko, quien miro de manera impactada a su primogénito.

-¿Eh?

- Que si Kacchan, digo Katsuki Bakugou, había tenido también tu bendición hace seis años atrás... Antes de, aquel accidente dónde ambos perdimos la memoria.

Inko abrió sus ojos asombrada por lo que estaba escuchando y también aterrada, nunca pensó que ese día llegaría, jamás lo pensó.

- Dime, mamá.

Inko suspiró bajando su cabeza antes de volver a ver a su hijo con mucho cariño.

- Sabía que este día, tarde o temprano llegaría... Le dije a Mitsuki que sería imposible separarlos. Y tuve razón.

•••



Bar Verde - [Dekubaku][FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora