Capítulo XIV. Una cazadora cazada.

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Emy.

Mientras pensaba como preparar mi arma secreta, oía a las herederas repartirse las habitaciones, sabía que los primeros mojitos que habíamos tomado en mi casa ya habían hecho su efecto, pero nada las iba preparar para lo que yo les tenía pensado, en cierta forma esta era mi venganza por las veces que, por culpa de sus estúpidas desavenencias con sus maridos, en especial con Ariana, mi marido me abandonaba para cuidar del llorón de su jefe.

-" Me quedó con esa habitación-" dijo Elena, refiriéndose a la que más cerca estaba del despacho, que era la más aislada. -" No quiero que oigan llorar al playboy cuando lo castigue esta noche."- no pude evitar reírme ante su cometario, porqué sabía que esto sólo era un arma más para cierta deslenguada soltara una de sus lindezas.

-" ¿Y cómo lo vas a castigar, Aramis? ¿Qué te haga el amor tres veces, en vez de cuatro? Creo que hasta eso lo agradecerá, tu técnica de agotar al playboy funciona, ya ni mira a otras mujeres, lo tienes seco, morena."- dicho y hecho, mi querida Miriam nunca falla.

-" Yo me quedó con la que da a la ventana delantera izquierda, así puedo contemplar la luna con Jason, mientras vosotras matáis a vuestros maridos."- dije yo eligiendo la habitación donde encerraría a mi Jason, para que continuara donde los habíamos dejado, decididamente tengo que hacer que mi marido deje su trabajo, y se dedique a nuestra empresa, y a saciarme a mí.

-" Pues yo me quedo con la del ventanal derecho, si tengo que poner al ególatra Powell en su sitio, al menos que tenga donde mirar toda la noche."- dijo muy seria Arianna, volviéndole a dar armas a una incontrolable Dogos.

-" La única luna que veréis es la del techo de la habitación, si se refleja en la piscina, de resto mosqueteras estaréis demasiado ocupada gimiendo, para acordaros de mirar por la ventana. Eso si el cielo lo vais a ver, vais a viajar tanto al Edén, que os van a hacer tarifa plana, eso seguro."- dijo sonriendo.

-" ¡Cállate ya, descarada! Voy a preparar las bebidas, ¡ah! y Mariam hoy cuando le saques hasta la última gota de sudor a tu marido, procura controlar tus gemidos, que luego Jason se emociona y quiere competir."- le dije.

Vi como Dogos se ruborizaba y eso solo lo había conseguido en mecanismo de control del grupo, para contener a nuestra amiga, y que no es otro, sino nuestra inestimable Aramis, ósea Elena.

-" Para que baje los niveles de gemido, tendrías que exigirle a mi hombre que no sea tan bueno en lo que hace, guapa, y eso es algo que en la vida haré, ya tengo que conformarme con que su madre, y esa advenediza zorra que su madre ha traído para intentar meter cizaña en nuestro matrimonio. Para que lo único que me distrae de cargármelas, me lo tenga que limitar. Así que, por ahora, os poneis poner tapones, o se los poneis a sus maridos."- dijo finalmente Dogos.

Lógicamente con la sinceridad de Miriam, nada dura mucho, es totalmente adorable, quien no quiere tener una amiga así en su vida, aunque te saque los colores o te avergüence en público, lo compensa con las ganas de reír que te provoca cada palabra que dice, a cada momento.

Les entregué las primeras copas que había preparado con mi pócima secreta, me sentía como una de esas brujas de cuento, la que envenenaba a Blancanieves, aunque el resultado que tendría "mi veneno", lo mismo me lo agradecían estas tres mañanas, o no, quién sabe.

-" Por eso te hemos dado la habitación principal porque esta al otro lado de la suite subiendo la escalera, y esta insonorizada, aunque a mí no me importaría nada que mi hombre se animé a competir por satisfacerme más que su primo, ambos son muy competitivos"- dijo la elocuente Arianna, asombrándonos a todas, porque esas frases, no son típicas de ella.

Esto me hizo darme cuenta de que, a nuestra Arianna, mi coctel secreto, ya le había hecho efecto, y que eso que Elena, ya venía por otro más.

-" Pues el playboy hoy me hace todo el repertorio de habilidades sexuales que tiene, y otras que se puede inventar, porque ni le voy a dejar hablar, hoy lo devoro todo, pero todo, y luego le chup..."- si Miriam no le tapa la boca a la más serena de las mosqueteras, hubiéramos recibido otra descarga de realidad.

- "¿Me estaré pasando?"- pensé mientras veía la reacción de mis amigas, estaba tan ensimismada en este pensamiento, que ni siquiera me di cuenta de que Miriam me miraba con cierta sospecha, incluso dejo su mirada fija en mí. Cuando lo detecté, sonreí disimulando, aunque no se si esto lo hizo aún más evidente. Finalmente me relajé cuando tras ella tomarse su copa, la oí decir.

-" Eso, y que no haya superficie, de esa habitación, que le niño de mamá no estrene conmigo"- sonreí, por visto todo había salido como había programado, me relajé y cogí mi copa que había preparado especial para mí.

Aunque no lleva ni la mitad bebida, cuando un calor extraño comenzó a recorrerme y literalmente me sentí excitada, tuve tiempo de comprender, por un segundo, que la maldita de Miriam me había cambiado la copa, y por eso se reía tanto, mientras con su móvil, nos grababa haciendo las idiotas.

Mi conciencia duro lo suficiente para cambiarle la copa de Miriam, sin que ella se diera cuenta, por la de Arianna, como forma de venganza, y eso lo hice, justo antes de que me uniera a la fiesta de locura y depravación femenina.

Pronto todas comenzamos a desnudarnos para soportar el calor, quedarnos con tan solo nuestra nada decente ropa interior. Era divertido jugar por el salón y la terraza de la suite como si fuéramos ninfas en los jardines del Olimpo, tirándonos agua de la piscina, o los deliciosos y frescos almohadones de los sillones de lujo de la suite. Y fue así como los herederos Powell, y mi marido, nos encontraron totalmente arrebatadas, seductoras, y totalmente incontrolables. Normal que se quedaran paralizados, muertos de deseo, sin saber que decir ante el espectáculo más que pecaminoso que se desarrollaba delante de ellos. Seguramente nos veríamos como la fantasía que cualquier hombre habría tenido, al menos, una vez en su vida.

Jason.

- "Pero ¿qué demonios ha ocurrido aquí?"- pensé, cuando entré en la suite y descubrí que había pasado de un simple hotel, a los jardines privados del dios Zeus, donde sus descaradas y casi desnudas hijas, tentaban a los hombres hacia su destrucción segura, por tocar lo que les estaba prohibido.

Era normal que tanto los herederos Powell, como yo, comenzáramos a calentarnos, y a gruñir excitados, como si nos hubiéramos colado de forma furtiva en ese paraíso, aun sabiendo que, podía ser nuestro último día en el mundo.

- "¿Cómo es posible que pese a llevar varios meses casado, cada vez que veo a mi mujer, me vuelva cada vez más loco?"- pensé, mientras me mordía los labios, y cerraba los puños para poder controlarme mientras la observaba desde la puerta.

Pero es que, en este momento, era aún más incontrolable, mientras la veía solamente con ese conjunto morado de Victoria Secret, que debía de estar clasificado como arma de destrucción para la paz mental de cualquier hombre, mojada, donde las gotas de agua se deslizaban por ese vendito cuerpo hecho para el pecado, con un cojín en la mano mientras se defendía de los ataques de las otras diosas semidesnudas, eso no era para nada algo acto para un hombre que sufriera del corazón.

Lo peor era que en nuestro estado de excitación, estas cuatro ninfas castigadoras, parecían moverse como a cámara lenta, como las verías tú en sus sueños más húmedos, haciendo que te diera tiempo de recorrer, con tus ojos, el cuerpo de la que tú habías previamente seleccionado como tu dueña y señora, para que, tras raptarla, ella hiciera de ti, lo que quisiera.

-" Cada uno por la suya, y espero que sobreviváis a esto chicos, porque esta noche, ese fuego, no será fácil de apagar."-. dijo Keanu, leyendo el pensamiento de todos nosotros.

Apagar el fuego que desprendía el cuerpo de Emy Graham, en este momento es, junto con enamorarla, casarme con ella, y hacerla mía, lo más difícil y maravilloso que he hecho en mi vida, hasta ahora, y por esa idea, me acerque a ella, para tras llevarla a nuestra habitación, cumplir la tarea que me había encomendado mi maravilloso jefe.

- "A ver señora Graham ¿en qué momento nuestro plan se torció, y usted acabo así de deseable? ¿Cómo caíste en tu propia trampa, cazadora?"- le pregunté tomándola en mis brazos.

- "¿Quién ha dicho que se ha torcido, tío bueno? Al contrario, delicioso asistente, ahora es cuando todo se pone mejor, ellos estarán ocupados, no nos molestaran, y tú desde luego, Jason Graham, vas a estar más que ocupado, haciendo que me vuelva loca de placer."- me dijo besándome.

La cogí en mis brazos para que, tras indicarme donde debía secuestrarla, me lleve a mi ninfa, al lugar que había destinado los dioses en el que ambos nos amaríamos, toda la noche. Una noche de la cual, seguro, no iba a sobrevivir, pero ¿Quién era yo para ir en contra de los designios de la ninfa, que me había robado el corazón? 

Matrimonio Concertado con el CEO: Esclavo del deseo #Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora