Capítulo XIII Esclavizado en los Jardines del Edén.

1K 93 2
                                    


Kevin.

-" Bueno yo no sé cómo decir esto, pero creo que vuestras esposas acaban de ir junto a mi mujer a la suite presidencial del Arcona, y por cómo me ha prohibido mi mujer acercarme allí, ni deciros donde están, además de que está más que prohibido que aparezcáis por allí, creo que van a montarse una fiesta de mujeres casadas o solteras, ya ni sé, a lo grande. ¿Se puede saber por qué cuando os metéis en líos con vuestras esposas, yo pierdo a mi mujer toda la noche, malditos herederos Powell?"- las palabras de Jason fueron como cuando a un toro le pones un paño rojo delante y lo agitas incitándolo.

Desde que habíamos llegado a mi piso, cosa que ni sé, ni recuerdo, como pasó, más que tras haber salido de mi casa y avisado a Jason que en media hora nos veíamos en mi piso de soltero en la ciudad, tenía que soltar mi rabia contenida con alguien, y como siempre mi mejor amigo era la mejor opción.

En mis cálculos, estaba instalarme en un sillón mientras ahogaba mi ira con un poco de alcohol, mientras Jason descifraba mis silencios, como siempre habíamos hecho desde que nos conocemos, tras escuchar el par de consejos de mi inestimable amigo y asistente, y tras de un par de sacudidas lógicas, mi ira se tranquilizaría, y volvería a casa para razonar con Arianna, mucho más sosegado, de seguro nos reconciliaríamos, y como colofón, una noche de llena de pasión.

Con lo que no conté fue con la llamada de Mike, ni que este, tras decirle donde me iba a reunir con Jason para hacer un reseteo de mi ira incontrolada, y así buscar una guarida donde, metafóricamente, lamerme la herida, de mi orgullo masculino herido, también se presentara con mi primo Kevin. Esto sólo provocó a que tres leones heridos, se retroalimentaran en su miseria.

Cuando pensaba en la discusión con Arianna, se me llevaban los mil demonios, por lo malditamente tozuda que es la mujer que amo, y con la cual me casé.

Como decía, una desavenencia marital se estaba convirtiendo en un pozo de reproches, y quejas masculinas que nos arrastraba a los tres, hasta que mi más que despedido asistente agito ese paño ante los tres, si darse cuenta de los que esto podía provocar, aunque conociéndolo, por intuición, había participado en desestabilizarnos. Por algo era mi mano derecha, el mejor estratega que conocía, después de mí.

-" ¡Maldita Arpía bruja, siempre hace lo que quiere!"- oí que decía Kevin, mientras se ponía la chaqueta, mientras al mismo tiempo se quejaba mi hermano Mike con un gruñido de animal herido.

-" ¡Esta mujer acaba conmigo!, la voy a tener tan agotada, que no querrá salir de casa, ni de mi cama, en siglos. Suelta, es muy peligrosa."- y yo sin contenerme hablé, por primera vez, desde hacía más de media hora.

-" ¡Maldita Sirena altanera!, no hay manera de controlarla, me vuelve loco. Jason, ¡Estas despedido!"- dije mientras cogía las llaves de coche.

-" ¡A ver si es verdad!, y así dejas de molestarme cuando le voy a hacer el amor a mi mujer, ¡y déjame las llaves del coche!, que no estas para conducir, no quiero matarme, antes de sacar a mi mujer de esa habitación."- fue la respuesta de un Jason sonriente mientras me quitaba las llaves de coche y hacia unas llamadas.

En mi mente sólo pasaban imágenes de los que le haría a esa rubia de ojos verdes hipnotizante, esa sirena domadora de voluntades, se iba a pasar varios días encerrada conmigo en una habitación hasta que se le quitaran las ganas de volverme loco, con ideas como esta.

Con lo tranquila que era mi vida antes, no entendía lo que había hecho Arianna Powell en mi estabilidad emocional, pero a su lado, en muchas ocasiones, me sentía como si estuviera en una maldita montaña rusa, por no hablar que su forma de ser, su sonrisa, su cuerpo, y hasta esa maldita forma de gemir cuando deseaba algo, me tenían irremediablemente esclavizado, la sola idea de perderla, hacia que me faltara el aire, y podría literalmente matar con mis manos, a cualquiera que intentara arrebatármela.

Matrimonio Concertado con el CEO: Esclavo del deseo #Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora