Capítulo XXVII. La señora Cortes y los enemigos. Parte I: La derrotada.

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Keanu.

Me sentía nervioso, sabía que William no me iba a engañar, pero como jefe de escoltas de la señora Powell, le debía su lealtad a ella, primero, así que el único mensaje que recibí de él fue el siguiente:

- "Señor, aumentado el nivel de protección de la señora, va a ser una noche larga, preparado plan de escapé para el que pierda, y lamentablemente, hoy pude ser el día en el que pierda la batalla, sea usted."- ante esto mi mente se preparó para lo que quiera que hubiera previsto, esa estratega de amiga de Napoleón.

Pero ni en mis mejores previsores me prepararon para ver a la diosa tentadora que entró del brazo del Gordon, esa noche, ni yo, ni ningún hombre con sangre en las venas, estaría preparado.

Sabía de la belleza de esa maldita mujer, hasta la había visto desnuda, cosa que, en estos momentos, no era mejor no pensar, o mi derrota sería la más rápida de la historia, para colmo mi cuerpo estaba más que dispuesto a perder, sólo mi mente luchaba con lo que mi traidor corazón y cuerpo, veía como inevitable.

Mientras esta mujer se movía por la sala, ningún hombre apartaba los ojos de ella, y mis celos se despertaron, como si un volcán hubiera estallado, aun así, traté de controlarlos, mientras la veía rodeada de esos ejecutivos, y CEOs de otras empresas, que se acercaban a Gordon, para conocer a la tentadora aparición que tenía este colgado de su brazo.

La vi mirarme en dos ocasiones con eso ojos retadores, y casi me atraganté cuando vi su color, un color que yo ya conocía.

- "La maldita no está usando lentillas, así se ve aún más tentadora."- rugí por dentro.

Si no fuera porque en ese momento Margot se acercó a mí, hubiera ido a reunirme con el grupo de adoradores de la señora Cortes, para, tras arrebatársela a todos, encerrarla en la primera habitación que encontrara, conmigo dentro, y que pasara lo que tuviera que pasar.

- "Vaya la nueva adquisición se hace desear rápido, Keanu, deberías tener cuidado que tu esposa no vea como la miras."- me dijo con cierto tono extraño.

- "Mi esposa no es para nada celosa, sabe lo que siento por ella, y menos aún será celosa de como miro a la señora Cortes, por lo visto ella también esta felizmente casada."- le dije bebiendo de mi copa de vino, mientras intentaba controlar

mis instintos asesinos.

"Lo entiendo, pero eso no quiere decir que a esa zorra no le guste que los hombres la adoren y la miré, o sino ¿a qué bien ese cambio de look?"- me dijo haciéndome irritar.

No me gustaba que nadie insultara mi esposa, ni siquiera una amiga mía de toda la vida, así que mirándola le dije con voz fría.

- "No entiendo Margot, ¿Cuándo te has vuelto una arpía?, hasta hace poso eras tú la que deseaba que todos te miraran, y muchas de ustedes, "las Adoradoras", vivíais para eso, para ser el centro de atención, ¿Cómo puedes juzgar a alguien que hace lo mismo que tú hacías? Comprendo que tener éxito y llenar las expectativas de tu padre, te hayan agriado el humor, pero no juzgues a nadie por hacer lo mismo, que tú en su momento. Me decepcionas profundamente señorita Mitchell. Disculpa, tengo que hablar con otros invitados, que tengas una buena velada."- sin más me alejé de ella, dejándola boquiabierta, para continuar soportando la tortura que la señora Powell me tenía preparado, para esta interminable velada.

No sabía si llegaría al final de la misma, sin caer la tentación, pero por lo menos no se lo pondría tan fácil, mi orgullo masculino no me lo perdonaría nunca, aunque mi corazón y mi cuerpo, no dejaban de recordarme que me estaba comportando como un auténtico idiota.

Matrimonio Concertado con el CEO: Esclavo del deseo #Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora