Capítulo VIII. La noche de bodas parte II: Un Sirena que te esclaviza.

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Arianna.

Pronto sus caricias se hicieron más atrevidas, mientras yo no dejaba de gemir, repitiendo mil veces el nombre del hombre que amo, que estaba domando y controlando mi cuerpo, como un perfecto domador de fieras.

Sus manos y sus labios en mi abdomen en el interior de mis muslos, arrancado la pequeña tela que cubría mi entrepierna, para después con delicadeza acariciar el centro de mi placer, estaba en todas partes, y se me hizo hasta natural, en ningún momento me sentí incomoda, o temerosa, más bien esa parte de mi cuerpo hace un rato que exigían la atención de quien ellos consideraban su amo y señor.

Y fue aquí donde comenzó mi tortura, una deliciosa y extenuante tortura, con esas manos y esa boca que se esforzaron en que yo me volviera loca, y que el deseo de que ese hombre me poseyera se volviera una maldita necesidad para vivir, respirar, o cualquiera de las cosas que una mujer nublada por el placer y la excitación deseara hacer en ese momento.

- "Decididamente esto no es justo, ¿Por qué mi cuerpo esta apunto de partirse de placer, y este hombre se mantiene así de tranquilo?"- pensé.

Fue esa injusticia la que me hizo hacer algo que luego por la reacción que tuvo Keanu, supe que no solía ser habitual en una virgen primeriza.

- "¡Para!"- dije de forma directa, él se detuvo, y yo de un movimiento rápido, lo tumbé en la cama. - "Vamos a dejar claro, algunos términos señor Powell, en su mundo, en su empresa, puede tomar el control todas las veces que quiera, pero aquí en nuestra cama, en nuestra vida, estamos en igualdad de condiciones."- le dije mientras lo desnudaba.

Poco a poco le fui retirando su ropa, y finalmente tomando aire le retiré la última de sus prendas, aquella que tenía retenida la prueba de su hombría, y por primera vez me ruboricé.

Pero, al mismo tiempo me emociones, al parecer mi esposo no era tan inmune, ni estaba tan tranquilo en nuestro primer encuentro, como aparentaba. Si el tamaño de esa parte de su cuerpo era directamente proporcional a la excitación que Keanu trataba de controlar, mi marido en este momento se estaba muriendo de deseo por dentro, tanto como yo.

- "Bueno ahora sí que no tiene nada que ocultarme, y como yo no soy de las que no devuelve los favores, que se le hace, me presentaré como es debido."- le dije antes de coger con cuidado esa parte de su cuerpo y dedicarme a devolverle el mismo favor que mi marido, me hizo a mí en esa zona que era simplemente destinada para el placer mutuo.

Ni me di cuenta de que esta acción mía había dejado paralizado, y sin palabras, por primera vez en su vida, al gran CEO Keanu Powell, y algo que desconocíamos se instaló en su corazón, en su alma y en su cuerpo, algo que lo cambiará todo.

Keanu.

—Bueno ahora sí que no tiene nada que ocultarme, y como yo no soy de las que no devuelve los favores, que se le hace, me presentaré como es debido— estas palabras fueron solo la guinda que cayó sobre mí esta mujer.

Desde que puse mis ojos ella, la primera vez, supe que esta mujer era peligrosa, más que cualquiera de las que había conocido, no porque fuera incisiva, incontrolable, y totalmente deseable, que era, sino porque podía mover mi mundo, y ponerlo del revés.

Y mi primera vez, con ella, no iba a ser diferente. Cada paso que daba Arianna me sorprendía, hasta el punto de descontrolarme, algo que nunca me había pasado con ninguna. Para mí las mujeres, antes de la hipnotizante Sirena, no eran más que un entretenimiento ocasional, ni siquiera era algo esencial en mi vida, eso se lo dejaba a mi descontrolado hermano.

Pero desde que cierta rubia de ojos verde aguamarina, entró en mi mundo, es como si me falta algo, si no la sentía cerca. Mi maldito abuelo me la había liado bien, y yo como un estúpido había caído en su trampa, una trampa que cada día se me hacía cada vez más atractiva, hasta el punto de desear ser engañado de forma abierta, con toda la premeditación.

Matrimonio Concertado con el CEO: Esclavo del deseo #Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora