Capítulo XXXIV. Los miedos de un primerizo.

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Arianna.

- "¿Que acabas de decir? Renunciaste a tu posición en el grupo Powell. ¿Pero si es tu herencia? ¿Si siempre ha sido lo que más has deseado?"- aún no podía creerlo, me senté frente a mi esposo, para que me mirara a la cara.

Él sólo me miró fijo a los ojos, y sin sonreír, me contestó:

No, Sirena, yo no sabía qué era lo más importante para mí, hasta que te conocí, y el pensar que te podía haber perdido, añadido a lo que les hizo mi abuelo, me ha despejado mis dudas. Nada, recuerda, nada es más importante que tú y mi hijo. Ni siquiera la empresa que he ambicionado desde que nací. Y eso me lo enseñaste tú, con tu amor, con tu dedicación hacia mí, con tu fuerza, y con la forma que tratas a tus hermanos. En el momento que vi ese cuchillo cerca de tu cuello, comprendí que el día que tú me faltes, yo no tengo nada que hacer en este mundo. Te has convertido en mi todo preciosa Sirena, y el saber que nuestro amor nos dará un hijo, o una hija, me dio miedo, no quiero que ellos entren en el juego de poder, al que suele jugar mi abuelo. Todo era muy abstracto, mientras sólo eran una idea, pero desde que supe que iba a ser padre, comprendí que, por él o ella, lo daría todo, mataría si hace falta, y los protegería sobre todas las cosas de este mundo, incluso mi familia."- mientras me hablaba, me cogió mis manos, ya que de la emoción estas comenzaron a temblar.

Me rodaban por mis mejillas, y me sentía la mujer más feliz de este mundo, no podía amar más a este hombre, y tuve que reconocer que encontrarme esa noche, con Kevin Senior Powell, fue lo mejor que me pudo pasar en mi vida, porque esto me llevó a conocer a un hombre que, pese a ser dominante, autoritario, intimidante, obsesivo en sus ideas, era a la vez confiable, comprensivo, protector, y amor de mi vida.

- "Sabes que apoyaré todo lo que deicidas, y si alguna vez quieres volver yo estaré a tu lado, siempre. Amarte es la mejor decisión que he tomado nunca, y ni siquiera la tomé yo, mi corazón lo hizo por mí, al igual que mi cuerpo, mi mente se resistió un poco más, pero sabes que soy un poco cabezota, me gusta tener mis propias ideas."- le dije sentándome en su regazo, para abrazarlo por el cuello.

Deseaba como nunca, besarlo, y lo que surgiera, llevaba días sin estar con él, y mi cuerpo, ya estaba reclamando su cuidado, como dijo el médico, los embarazos podían volverte sensible, revolucionar tus hormonas, y yo en estado natural, ya era bastante exigente en este tema.

Sin pensarlo comencé a besarle el cuello, una declaración exacta de las intenciones que tenía, pero un gruñido ronco salió de la garganta de mi CEO, para a continuación levantarse rápidamente, y colocarme de nuevo, en el asiento en el que me había me había sentado antes.

- "¿Qué ocurre?"- pregunté sorprendida ante su reacción.

Él se alejó de mí, como si fuera una fiera peligrosa, y colocándose detrás del gran sillón, donde se había sentado, me miró.

- "No se puede por ahora señora Powell, el médico no nos ha dado permiso para que avancemos en estos terrenos peligrosos."- me dijo intentando ser comprensivo, hablarme como si yo fuera una niña pequeña, a la que hay que reprender, por estar obrando mal, o estar haciendo algo peligroso.

Mi primera reacción fue enfadarme, pero ante mí ya extensa experiencia de cómo tratar al tozudo CEO, decidí actuar en consecuencia. Miré mi reloj, y me di cuenta de que tan sólo era las once de la mañana, si lo hacíamos bien a en una hora estaríamos sentados en la consulta del médico. Cogí mi teléfono, para que mi marido no tuviera más excusas y opción, que acompañarme.

- "William, ten preparado el coche vamos a salir mi marido y yo, y avisa a la clínica que vamos a ir al tocólogo, para una revisión."- mientras yo hablaba, mi marido me miraba intensamente, ya conocía mi vena decidida, y aunque intentará convencerme, no lo iba a lograr. Cuando colgué me preguntó.

Matrimonio Concertado con el CEO: Esclavo del deseo #Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora