Capítulo XXXV. Regresando a la realidad.

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Arianna.

Llevábamos tres semanas en Tenerife, donde las tres parejas, junto con Jason y Emy, que habían volado a Canarias, para pasar unas semanas de vacaciones, disfrutamos del sol, de la playa, y de la comida de nuestra tierra. Visitamos muchos lugares de la isla, como era El parque Nacional del Teide, o las maravillosas playas sur de la isla, también fuimos a nadar a las piscinas naturales que se formaban en las costas, cuando la lava se enfrió, donde se quedaban hondonadas de diferentes tamaños, que el mar rellenaba con agua cristalina, llamadas, entre nosotros los canarios, Charcos. Los paseos por las tarde cogidos de la mano por las playas, mientras mirábamos las puesta de sol, o la comida maravillosa de mi tierra, Keanu se volvió adicto al gofio, a los quesos, y sobre todo, a los vinos de mi tierra, desde los famosos vinos de la Geria de Lanzarote, otra de las islas de las Canarias, que se hacen en hondonadas en la tierra, que deja la lava enfriada del volcán, como los vinos de denominación de origen de Tacoronte Acentejo, vinos regados con el agua de las nubes que arrastran los Alisios. Le gusto tanto que hasta tuvo la idea de no volver, y que, tras traer a mis hermanos, viviéramos en las islas, mientras el creaba un negocio propio, exportando esos vinos.

- "Esto debe conocerlo el mundo."- decía.

Durante ese tiempo nuestras parejas nos contaron que habían renunciado, y la verdad, nos sentimos culpables. Después de lo que había ocurrido con Miriam, y lo que había pasado, incluso que la exigencia de traer un heredero casi hace que muera mi amiga y su hijo, el abuelo nos llamó muy arrepentido, para solicitar nuestro perdón, casi sufre otro infartó al saber lo que había pasado, y quien era la responsable del secuestro, había sido su nuera, la esposa de su difunto hijo mayor, madre de su nieto, y abuela del hijo que mi amiga esperaba.

A las tres semanas, el abuelo, Kevin Senior Powell tuvo que ser ingresado por que sufría unas arritmias preocupantes, y pidió que nadie nos dijera nada, menos a sus nietos. Si nos es por mis suegros, Elizabet y William, nunca nos hubiéramos enterado, y aunque los tres testarudos Powell, trataron de mantenerse firmes, aseguraron que no les afectaba, no lo lograron, decididamente eran los peores actores del mundo, pretendían aparentar que no pasaba nada, y la palabra clave era aparentar, sinceramente no lo lograron ni una sola vez, Keanu no dejaba de ver las noticias, y saltar cada vez que sonaba el móvil, Michael sonreía mucho y hacia muchas bromas.

Así que decimos actuar como sus esposas, hartas de su maldito orgullo de Powell, y además porque a nosotras, pese a lo manipulador que es el abuelo, también nos preocupaba su salud. Esos tres aman a su abuelo, aunque viva para que todos bailes a su son, nada cambiaría esa verdad, los Powell estaban muy unidos. Así que, sin decirles nada, lo organizamos todo, y los metimos a empujones en el jet privado de la compañía Powell, con ayuda de nuestros escoltas, para regresar Madrid, y así visitar al abuelo.

Fue en ese momento, que pese a varios reproches, concesiones, intento de salirse con la suya por ambas partes, mucha paciencia por nuestra parte, y con ayuda de la mejor aliada que existía, Elizabet Powell, ya que cuando todo estaba ya fuera de sí, mi suegra enfada, puso fin a las manipulaciones Powell, amenazándolos con hacerles la vida imposible a los cuatro, el único Powell que se libró, fue mi suegro, porque él ya conocía, de primera mano, lo terrible que era su mujer, gracias a eso pudimos reconciliarlos.

Por nuestro lado, y animadas por mi suegra, que le dijo al abuelo que siempre estaría de nuestro lado, advertimos al abuelo que otra como la que nos había hecho, y no le gustaría lo que íbamos a hacer con sus empresas en el futuro. No por nada nosotras éramos sus herederas, y aunque sus nietos renunciaran, ante alguna de las suyas, nosotras sí que íbamos a pedir nuestra herencia. Para dilapidarla en estupideces, que harían que se revolviera en su tumba. Una de las cosas que hemos aprendido de los Powell, era a jugar a su juego, con sus armas, y darles donde más duele, sus maravillosas empresas.

Matrimonio Concertado con el CEO: Esclavo del deseo #Libro 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora