Cuadragésimo capítulo: Confesiones

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El mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse mientras Rudbeckia me tomaba en sus brazos, sus labios buscaban los míos con una pasión avasalladora que me dejaba sin aliento. Me aferré a ella con la misma intensidad, mis manos encontraron su rostro, acariciando suavemente su piel suave y cálida mientras nos fundíamos en un beso que parecía durar una eternidad.

En ese momento, no había nada más que nosotros dos, atrapadas en un torbellino de emociones y sensaciones que nos consumía por completo. Cada roce de sus labios contra los míos enviaba corrientes eléctricas a través de mi cuerpo, haciendo que cada célula cobrara vida con un deseo ardiente y voraz.

El mundo exterior se desvaneció en segundo plano, eclipsado por la intensidad de nuestro amor compartido. No importaba lo que pudiera venir después, en ese momento éramos solo nosotras, perdidas en el éxtasis de nuestra conexión mutua.

Me perdí en sus ojos oscuros, tan profundos y penetrantes como el océano en calma, y sentí como si pudiera ver directamente en su alma. En ese momento, no necesitábamos palabras para expresar lo que sentíamos el uno por el otro. Nuestros cuerpos hablaban un lenguaje propio, un idioma de pasión y deseo que nos unía en un lazo irrompible.

Nos separamos lentamente, nuestros labios aún rozándose con ternura mientras nos mirábamos el uno al otro con una mezcla de asombro y amor. En ese momento, supe que había encontrado algo especial en Rudbeckia, algo que trascendía las palabras y las explicaciones.

Nos quedamos allí, enredadas en nuestros brazos, perdidas en el momento y en la promesa de un futuro juntas. Y aunque el mundo exterior pudiera seguir girando sin cesar, en ese instante, éramos eternas, atrapadas en un sueño que nunca quisimos despertar.

Nuestro momento de intimidad fue interrumpido abruptamente por la risa juguetona de Valeria, que nos observaba con una sonrisa traviesa en el rostro. Su presencia repentina nos tomó por sorpresa, y nos separamos con cierta timidez mientras ella se disculpaba por interrumpir.

"¡Oh, perdón por interrumpir!" exclamó Valeria con una risita. "Pero pensé que debería informarte, Rudbeckia, que Leire está aquí y anda buscando a Alexia".

La mención del nombre de Leire me devolvió a la realidad de golpe, y sentí un nudo de nerviosismo en el estómago al darme cuenta de que mi amiga estaba en la misma fiesta que yo. Miré a Rudbeckia con preocupación, preguntándome cómo debería manejar esta situación sin levantar sospechas.

Rudbeckia parecía tranquila ante la noticia, su expresión impasible mientras asentía en respuesta a Valeria. "Gracias por informarme, Valeria. Dile a Leire que Alexia estará aquí en un momento", respondió con calma.

Valeria asintió con una sonrisa y se alejó en busca de Leire, dejándonos a Rudbeckia y a mí a solas una vez más. Me sentí aliviada de que Rudbeckia no pareciera preocupada por la presencia de Leire, pero al mismo tiempo me pregunté qué estaría pensando mi amiga al verme aquí, en medio de esta fiesta extravagante y llena de desconocidos.

Rudbeckia me miró con una mezcla de curiosidad y diversión en los ojos, como si supiera lo que estaba pasando por mi mente. "No te preocupes, Alexia. Leire estará bien. Valeria la encontrará y la mantendrá ocupada mientras tú y yo seguimos disfrutando de la fiesta", dijo con una sonrisa reconfortante.

Asentí con gratitud, sintiendo un poco de alivio al saber que Rudbeckia tenía todo bajo control. Aunque seguía nerviosa por la presencia de Leire, decidí confiar en la sabiduría de mi nueva amiga y seguir adelante con la noche.

Rudbeckia me tomó de la mano y me llevó más adentro en la casa, alejándonos de la multitud bulliciosa y hacia un rincón más tranquilo y apartado. Mientras caminábamos juntas, me sentí más relajada y en paz, sabiendo que tenía a Rudbeckia a mi lado para guiarme a través de esta experiencia desconcertante y emocionante.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora