Sextuagésimo octavo capítulo: Muerte

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El sonido de la colisión resonó en el aire mientras Rudbeckia fue lanzada por los aires, su cuerpo chocando violentamente contra uno de los muros del patio con un impacto sordo y brutal. Un gemido de dolor escapó de sus labios mientras caía al suelo, su figura temblando ligeramente por el impacto.

Leire se abalanzó sobre ella con una ferocidad renovada, sus ojos brillando con una intensidad salvaje mientras se preparaba para asestar el golpe final. La ira ardía en su mirada, consumiéndola por completo mientras se preparaba para acabar con su rival de una vez por todas.

Rudbeckia luchó por ponerse de pie, su cuerpo adolorido por el golpe, pero su determinación seguía ardiendo con una intensidad inquebrantable. Con un gruñido de esfuerzo, se levantó del suelo, su mirada fija en Leire con una determinación feroz.

La tensión en el aire era palpable, el silencio roto solo por el sonido de la respiración entrecortada de las dos combatientes. Sabía que el enfrentamiento estaba llegando a su punto culminante, que pronto una de ellas saldría victoriosa mientras la otra caía derrotada.

El patio se llenó con el rugido furioso de Valeria, cuyos ojos ahora brillaban con un verde tóxico, emanando una energía que parecía palpitar en el aire a su alrededor. Sus colmillos, afilados como dagas, relucían con una ferocidad despiadada mientras se lanzaba sobre Leire, su figura envuelta en una aura de determinación y poder.

Con un movimiento ágil y letal, Valeria se abalanzó sobre Leire, su cuerpo transformado en una máquina de combate implacable. El sonido de su ataque resonó en el aire, un estruendo ensordecedor que parecía vibrar en cada fibra de mi ser mientras observaba la escena con los ojos abiertos de par en par, incapaz de apartar la mirada.

Leire apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Valeria la alcanzara, su sorpresa convertida en puro terror mientras se preparaba para el impacto. El choque fue brutal, un estallido de fuerza y violencia que sacudió el patio con su ferocidad despiadada, mientras Valeria y Leire se enredaban en una danza mortal de golpes y contraataques.

El sonido de los golpes resonaba en el aire, un ritmo frenético de violencia y caos que llenaba el patio con su intensidad abrumadora. Cada golpe era un recordatorio sombrío de la brutalidad del enfrentamiento, de la lucha desesperada por la supervivencia que se libraba ante mis propios ojos.

Y en medio de todo eso, Valeria luchaba con una determinación feroz, sus ojos brillando con una intensidad salvaje mientras se enfrentaba a su enemiga con una valentía inquebrantable. Sabía que esta batalla era una cuestión de vida o muerte, y estaba dispuesta a darlo todo por la victoria, sin importar el costo.

Mientras observaba la escena con el corazón en un puño, me di cuenta de que estábamos en el borde del abismo, al borde de una batalla que cambiaría nuestras vidas para siempre. Y en ese momento, solo podía esperar y rezar para que, al final del día, saliéramos victoriosas de esta prueba de fuego. En el momento en el que Valeria se unió al enfrentamiento Oprah se lanzó tras de ella. El patio se convirtió en un campo de batalla, una danza caótica de fuerza y ​​violencia mientras Oprah y Valeria se enfrentaban a Leire con una valentía desafiante. Ambas luchaban con una ferocidad impresionante, cada una decidida a proteger a su amiga y líder Rudbeckia a cualquier costo.

Con movimientos ágiles y precisos, Oprah y Valeria se abalanzaron sobre Leire, sus ataques coordinados en perfecta armonía mientras intentaban desequilibrar a su formidable oponente. Sin embargo, Leire demostró ser una adversaria formidable, su destreza en combate igualada solo por su ferocidad despiadada.

Con un movimiento rápido, Leire desvió los ataques de Oprah y Valeria, lanzándolas por los aires con una fuerza devastadora. El impacto resonó en el patio, un estruendo ensordecedor que parecía vibrar en cada rincón mientras las dos chicas caían al suelo, sus cuerpos golpeando la tierra con un golpe sordo.

El dolor paralizante se apoderó de mí mientras observaba la escena con horror, mi corazón lleno de angustia y preocupación por mis amigas. Sabía que estábamos en desventaja, superadas en número y en habilidades por nuestra formidable oponente. Pero también sabía que no podíamos rendirnos, no cuando la vida de Rudbeckia estaba en juego.

El horror se apoderó del patio mientras Leire se abalanzaba sobre Oprah con una ferocidad despiadada. Con un movimiento rápido y preciso, hundió sus afilados colmillos en el cuello de Oprah, arrancando un grito de dolor y terror de sus labios.

Ante nuestros ojos horrorizados, Leire continuó su ataque implacable, sus garras afiladas destellando en la luz del sol mientras se aferraba al cuello de Oprah con una fuerza mortal. Con un tirón violento, arrancó la cabeza de Oprah de su cuerpo, un torrente de sangre salpicando el suelo mientras el cuerpo sin vida de mi amiga caía al suelo con un golpe sordo.

El silencio cayó sobre el patio, roto solo por el sonido siniestro de la respiración agitada de Leire y el goteo de sangre que salpicaba el suelo. El horror y la incredulidad se apoderaron de mí mientras observaba la escena, mi mente luchando por comprender la brutalidad de lo que acababa de presenciar.

Leire se alzó victoriosa, su rostro contorsionado por una mezcla de triunfo y locura mientras sostenía la cabeza de Oprah en alto como un trofeo macabro. Su mirada se encontró con la mía, sus ojos ardientes con un fuego salvaje que me heló hasta los huesos.

En ese momento, supe que estábamos enfrentando a un enemigo formidable, uno que no se detendría ante nada para lograr su objetivo. Pero también supe que no podíamos rendirnos, no cuando la vida de mis amigas estaba en juego. Con el corazón lleno de determinación y dolor, me preparé para enfrentar lo que sea que la batalla tuviera reservado para nosotros, lista para luchar hasta el final en defensa de aquellos a quienes amaba.

El grito desgarrador de Valeria atravesó el aire, llenando el patio con su dolor y su furia. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad feroz mientras se enfrentaba a Leire, el fuego de la venganza ardiendo en su interior.

Con un rugido de rabia, Valeria se lanzó hacia Leire, sus garras afiladas brillando a la luz del sol mientras se preparaba para el combate. Cada fibra de su ser estaba imbuida con una determinación feroz, un deseo ardiente de vengar la muerte de su amada.

Leire, por su parte, observaba con una mirada salvaje y desafiante, su rostro retorcido por una sonrisa siniestra. Sabía que había infligido un golpe devastador al arrancarle la vida a Oprah, y ahora se preparaba para enfrentarse a la ira desatada de Valeria.

La batalla que siguió fue épica, una lucha desesperada entre dos fuerzas igualmente poderosas y determinadas. Valeria atacaba con ferocidad, cada golpe impulsado por el dolor y la ira que ardían en su corazón. Leire respondía con una destreza formidable, esquivando sus ataques con gracia felina y contraatacando con una fuerza implacable.

El patio se convirtió en un campo de batalla, el sonido de los golpes y los rugidos resonando en el aire mientras las dos guerreras se enfrentaban con una intensidad salvaje. Cada movimiento era un baile mortal, cada golpe una expresión de la determinación y el dolor que impulsaban a ambas mujeres.

Pero a pesar de la valentía y la ferocidad de Valeria, Leire demostró ser una adversaria formidable. Con un movimiento rápido y certero, logró desarmar a Valeria y la derribó al suelo con un golpe brutal.

El silencio cayó sobre el patio una vez más, roto solo por la respiración agitada y entrecortada de Valeria. Miré con impotencia mientras luchaba por ponerse de pie, su cuerpo temblando con el esfuerzo y el dolor de la batalla.

En ese momento, supe que la lucha estaba lejos de terminar. Aunque habíamos sufrido una pérdida devastadora, aún teníamos que seguir adelante, aún teníamos que luchar por aquellos que quedaban. Con el corazón lleno de determinación y dolor, me preparé para lo que sea que el destino tuviera reservado para nosotros, lista para enfrentar el desafío con valentía y fuerza.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora