Cuadragésimo séptimo capítulo: Conoce mi historia

1 0 0
                                    

Regresé al salón, donde Rudbeckia me esperaba sola, su presencia imponente llenaba la habitación. Me senté a su lado y la miré con curiosidad, preguntándome qué secretos guardaba esta enigmática mujer frente a mi.

Rudbeckia me devolvió la mirada con una sonrisa serena, pero había algo en sus ojos que denotaba una profunda tristeza. Sentí la urgencia de preguntarle sobre su historia, sobre lo que la había llevado a ser quien era, pero decidí abordar el tema con cautela.

"Rudbeckia, ¿Puedo preguntarte qué fue lo que te pasó? ¿Cuál fue tu historia?", pregunté con voz suave, sintiendo el peso de la curiosidad en mi pecho.

Rudbeckia me miró por un momento en silencio, como evaluando si estaba lista para escuchar la verdad. Luego, con un suspiro, comenzó a hablar.

"Fue difícil, Alexia. Mi historia está llena de dolor y sufrimiento, de pérdidas y sacrificios", comenzó Rudbeckia, su voz resonando con una mezcla de melancolía y determinación.

"Recuerdo una vida que alguna vez fue feliz, llena de amor y esperanza. Pero todo eso cambió cuando me vi obligada a enfrentar la oscuridad que yacía dentro de mí", continuó, sus ojos reflejando el peso de sus recuerdos.

"Fui testigo de injusticias, destrucción y traición. Me enfrenté a enemigos formidables y luché con todas mis fuerzas para proteger a aquellos que amaba", reveló Rudbeckia, su voz temblando ligeramente ante el recuerdo de sus batallas pasadas.

"Pero incluso en los momentos más oscuros, encontré luz y esperanza en aquellos que estaban dispuestos a luchar a mi lado. Encontré fuerza en la amistad y el amor, en la unidad y la determinación de aquellos que compartían mi causa", añadió, con un brillo fugaz de determinación en sus ojos.

"Mi historia está marcada por la tragedia y el sacrificio, pero también por la redención y la esperanza. Aunque no esté lista para contar todos los detalles aún, quiero que sepas que todo lo que hago, lo hago por una razón. Todo lo que soy, todo lo que hemos construido, tiene un propósito mayor", concluyó Rudbeckia, su voz resonando con un aura de misterio y determinación.

Escuché atentamente las palabras de Rudbeckia, sintiendo cómo cada una resonaba en lo más profundo de mi ser. Su historia era como un torbellino de emociones y tragedias, y mientras hablaba, podía percibir la intensidad de sus experiencias pasadas.

Sentí un nudo en la garganta al imaginar el sufrimiento que Rudbeckia había soportado, las batallas que había librado y las pérdidas que había enfrentado. Su relato era una ventana a un mundo de oscuridad y redención, un recordatorio de que la vida podía ser un camino lleno de desafíos y sacrificios.

A medida que hablaba, pude ver el reflejo de su determinación en sus ojos, la fuerza que la impulsaba a seguir adelante a pesar de las adversidades. Era evidente que cada decisión que había tomado, cada acción que había emprendido, estaba moldeada por sus experiencias pasadas y por la convicción de que estaba luchando por algo más grande que ella misma.

Me sentí abrumada por la profundidad de sus palabras, por la carga que llevaba sobre sus hombros. Aunque no conocía todos los detalles de su historia, podía sentir la intensidad de su compromiso y la nobleza de su causa. En ese momento, supe que estaba frente a una líder formidable, alguien que estaba dispuesta a sacrificarse por el bienestar de los demás.

Cuando Rudbeckia terminó de hablar, el silencio llenó la habitación, dejando espacio para reflexionar sobre todo lo que acababa de compartir. Sentí un profundo respeto por ella, por su fuerza y su valentía para enfrentar los desafíos que la vida le había presentado.

En ese momento, comprendí que estábamos conectadas de una manera que trascendía las palabras. Aunque nuestras vidas y nuestras experiencias eran diferentes, compartíamos una determinación común de luchar por lo que creíamos correcto, de enfrentar los desafíos con coraje y determinación.

Miré a Rudbeckia con renovado respeto y admiración, sintiendo una profunda gratitud por haber compartido su historia conmigo. Sabía que aún quedaban muchas preguntas sin respuesta, muchas verdades por descubrir, pero en ese momento, me sentí más cerca de ella que nunca. Me apoyé en sus brazos sintiéndome fragmentada.

El contacto con Rudbeckia era reconfortante, como si sus brazos fueran un refugio seguro en medio de la tormenta que rugía dentro de mí. Me dejé llevar por el abrazo, sintiendo su calor envolvente y su presencia reconfortante.

Cuando nuestros labios se encontraron en un beso lento y suave, sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, disipando las dudas y los temores que habían estado atormentándome. En ese momento, no había nada más que nosotros dos, unidos en un vínculo que trascendía las palabras y las explicaciones.

Cada beso era un bálsamo para mi alma herida, una promesa de que juntas podríamos superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino. En esos momentos de intimidad, me sentí completa, como si finalmente hubiera encontrado mi lugar en el mundo.

Mientras nos besábamos, el resto del mundo parecía desvanecerse, dejándonos solas en nuestra propia burbuja de felicidad y complicidad. Era un momento de paz en medio del caos que nos rodeaba, un recordatorio de que juntas éramos más fuertes que cualquier adversidad.

Cuando finalmente nos separamos, quedamos mirándonos a los ojos, compartiendo un silencio cargado de significado. En ese momento, supe que estábamos unidas por algo más que una simple atracción física, que nuestra conexión iba más allá de las palabras y las acciones.

Me sentí agradecida por tener a Rudbeckia a mi lado, por su apoyo incondicional y su amor inquebrantable. Sabía que había mucho por delante, muchos desafíos por enfrentar y obstáculos por superar, pero mientras estuviéramos juntas, sabía que podríamos enfrentar cualquier cosa que se interpusiera en nuestro camino.

Con un suspiro de alivio, me recosté en sus brazos, sintiendo cómo el peso de mis preocupaciones se desvanecía lentamente. En ese momento, no había lugar para el miedo o la incertidumbre, solo había espacio para el amor y la esperanza de un futuro juntas.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora