Vigésimo capitulo: Pesquisas

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Era un día como cualquier otro en clase. Los profesores daban sus lecciones y los estudiantes escuchaban, o al menos fingían hacerlo. Pero algo llamó mi atención. Rudbeckia y sus amigas se levantaron y salieron de la sala, como si tuvieran algo importante que hacer. Fue algo rápido y casi imperceptible, pero noté que se dirigían hacia un rincón apartado del pasillo.

Miré a Leire y ella ya estaba observando lo mismo que yo. Nuestras miradas se encontraron, y supe que ella también estaba interesada en saber qué estaba pasando. Había algo en la manera en que Rudbeckia y su grupo se movían que siempre despertaba curiosidad, y esta vez no era la excepción.

—¿Vamos a seguirlas? —preguntó Leire en un susurro, para que nadie más escuchara.

Asentí. No podíamos dejar pasar esta oportunidad. Sabíamos que Rudbeckia y sus amigas no se alejaban de la vista de los demás a menos que tuvieran algo importante que discutir. Nos levantamos discretamente y las seguimos por el pasillo, cuidando de no hacer ruido.

Las chicas se dirigieron hacia un área donde no solía haber mucho tráfico de estudiantes. Se detuvieron cerca de unas escaleras que llevaban al nivel inferior, un lugar poco transitado durante las horas de clase. Leire y yo nos quedamos a una distancia segura, observando desde un rincón donde no podían vernos.

Leire me miró, y su expresión reflejaba la misma emoción que yo sentía. Sabíamos que teníamos que ser cuidadosas. Si Rudbeckia y sus amigas nos descubrían, podría haber consecuencias, y no queríamos arriesgar demasiado.

—Voy a vigilar. Tú ve a escuchar —dijo Leire, con un tono de complicidad. Sabíamos que esta era nuestra oportunidad de averiguar más sobre ellas.

Asentí y me acerqué lentamente al grupo de chicas. Me escondí detrás de una columna y agucé el oído para escuchar lo que decían. Era un riesgo, pero la curiosidad era más fuerte. Sabía que Rudbeckia y sus amigas no se apartaban para hablar de cosas triviales. Siempre había algo más.

Las voces eran bajas, pero podía distinguir algunos fragmentos de conversación. Rudbeckia parecía estar liderando la discusión, y el tono de su voz era serio. Las otras chicas hablaban ocasionalmente, pero Rudbeckia era la que llevaba la batuta.

—Tenemos que tener cuidado. El director está empezando a hacer preguntas. No podemos llamar la atención ahora —dijo Rudbeckia, su voz tensa pero controlada.

—Lo sé, pero ¿Y si nos descubren? No podemos arriesgarlo todo por un error —dijo la chica de rastas, su tono lleno de preocupación.

—No vamos a cometer errores. Nadie sabe lo que hacemos, y así debe seguir —respondió Rudbeckia, como si intentara mantener el control.

El resto de la conversación fue más difícil de escuchar. Hablaron sobre mantener un perfil bajo y no hacer nada que pudiera delatarlas. No dijeron nada incriminatorio, pero era claro que estaban preocupadas por algo. Algo que no querían que los demás supieran.

Sentí un escalofrío. No podía entender completamente de qué estaban hablando, pero era suficiente para saber que estaban involucradas en algo importante, y posiblemente peligroso. Sabía que tenía que ser cuidadosa, pero la curiosidad seguía creciendo.

Volví con Leire, que estaba vigilando el pasillo para asegurarse de que nadie nos descubriera. Cuando me vio regresar, su expresión se llenó de preguntas. No necesitaba decir mucho para que supiera que había escuchado algo importante.

—¿Qué dijeron? —preguntó Leire, claramente interesada.

—No mucho, pero están preocupadas por algo. Dicen que el director está haciendo preguntas y que no pueden llamar la atención. No sé qué significa, pero están definitivamente escondiendo algo —le respondí, tratando de procesar todo lo que había oído.

Leire frunció el ceño, pero no dijo nada más. Sabía que estábamos entrando en un terreno peligroso, y que cuanto más investigáramos, más riesgos habría. Pero también sabía que no podíamos detenernos ahora. Algo oscuro estaba sucediendo, y teníamos que averiguar qué era.

El peligro y el misterio envolvían a Rudbeckia y su grupo. Y aunque sabíamos que seguirlas era arriesgado, no podíamos ignorar las señales. Con Leire a mi lado, sentí que podíamos encontrar la verdad, incluso si nos llevaba a lugares inesperados y peligrosos.

Después de todo lo que había sucedido, tanto en la escuela como en mi propia casa, necesitaba tiempo para procesar las cosas. Leire también parecía inquieta después de la confrontación con Rudbeckia y las sospechas que se cernían sobre el grupo. Decidimos que la mejor manera de organizar nuestras ideas y hablar de lo que sabíamos era tener una pijamada en mi casa. Fue una idea que a Leire le gustó de inmediato, ya que siempre le había parecido emocionante la idea de quedarse a dormir en casa de una amiga.

Esa noche, después de la cena, Verónica y mi padre se retiraron temprano, dándonos el espacio que necesitábamos. Leire llegó con su mochila y una bolsa de dormir, luciendo un pijama de dibujos animados que contrastaba con su actitud seria. Nos instalamos en mi habitación, esparciendo libros, cuadernos y un par de laptops por el suelo y la cama.

—¿Estás lista para resolver el misterio? —preguntó Leire con una sonrisa, aunque noté que aún había algo de tensión en sus ojos.

—Más que lista —respondí, tratando de mantener el ánimo en alto. Era difícil no sentir el peso de todo lo que estaba sucediendo, pero tener a Leire a mi lado hacía que el desafío pareciera más manejable.

Nos sentamos en el suelo y comenzamos a organizar la información que habíamos recopilado. Había notas sobre lo que habíamos visto y escuchado en la escuela, detalles sobre el comportamiento de Rudbeckia y sus amigas, y algunos rumores que habíamos recogido de otros estudiantes. Nada era especialmente claro, pero había suficientes fragmentos para darnos una idea de lo que estaba ocurriendo.

—Entonces, sabemos que Rudbeckia y su grupo aparecieron de repente en el instituto y se hicieron con el control. Nadie sabe de dónde vinieron, pero todos les tienen respeto. ¿Eso es lo que tenemos hasta ahora? —dijo Leire, repasando la información.

—Sí. Y luego está lo del alumno fallecido. No sabemos si están relacionados, pero estaban preocupadas después del anuncio, y eso no es normal —agregué, recordando la conversación que había escuchado.

Leire asintió, su rostro reflejando la misma intriga que yo sentía. Estábamos tratando de conectar los puntos, pero todo era tan vago y lleno de lagunas que era difícil sacar conclusiones.

—¿Crees que podríamos estar exagerando? ¿Que solo estamos buscando algo que no existe? —preguntó Leire, quizás buscando alguna forma de racionalizar lo que estaba pasando.

—No lo sé. Pero la forma en que Rudbeckia y su grupo se comportan, la manera en que todos parecen evitar hacerles preguntas, es extraña. Y después de lo que escuché, siento que algo está mal —respondí, sintiendo el peso de mis propias dudas.

Leire pareció pensativa, mirando las notas y tratando de encontrar alguna conexión. Sabíamos que esto podía ser peligroso, pero también sabíamos que no podíamos ignorar lo que estaba sucediendo.

—Tal vez deberíamos investigar más. Hablar con más personas, averiguar si alguien sabe algo sobre ellas antes de que llegaran al instituto —sugirió Leire, siempre la voz de la razón.

Asentí. Sabíamos que debíamos ser cuidadosas, pero la curiosidad y la sensación de que algo oscuro estaba ocurriendo nos impulsaban a seguir adelante. Decidimos hacer una lista de cosas para investigar y personas con las que hablar. Queríamos ser cuidadosas, pero también queríamos descubrir la verdad, aunque fuera peligrosa.

La pijamada continuó con risas y conversaciones triviales, pero la sombra del misterio seguía presente. Sabíamos que no sería fácil desentrañar lo que estaba ocurriendo, pero tenernos la una a la otra hacía que el desafío pareciera un poco más alcanzable. Y mientras planeábamos nuestras siguientes acciones, sentí que, aunque el camino era incierto, tener a Leire a mi lado me daba la fuerza para seguir adelante.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora