Cuadragésimo noveno capítulo: Costumbre

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Sí, cada día que pasaba, me encontraba más involucrada en el círculo de Rudbeckia y sus compañeras. Parecía que ya no podía dar un paso sin encontrarme con alguna de ellas, siempre rodeándome, siempre presentes. Al principio, su presencia constante me incomodaba, pero con el tiempo comencé a acostumbrarme a su compañía.

A medida que pasaban los días, me di cuenta de que no solo estaban cerca de mí físicamente, sino que también parecían estar más interesadas en mi vida y en mis pensamientos. Me hacían preguntas sobre mis intereses, mis pasatiempos, mis miedos y mis sueños, como si estuvieran tratando de conocerme en un nivel más profundo.

Al principio, me sentía incómoda con tanta atención, pero con el tiempo comencé a apreciar su interés genuino. Me sentía valorada y aceptada en su círculo, algo que no había experimentado en mucho tiempo. Aunque seguía teniendo mis reservas sobre quiénes eran realmente y cuáles eran sus intenciones, no podía evitar sentirme atraída por su compañía.

Caminábamos juntas por los pasillos de la escuela, compartíamos almuerzos en el patio y pasábamos tardes enteras charlando y riendo juntas. A pesar de mis dudas iniciales, comencé a sentirme parte de algo más grande que yo misma, parte de una hermandad que trascendía los límites de lo ordinario.

Sin embargo, a medida que me sumergía más profundamente en su mundo, también comenzaba a darme cuenta de las sombras que lo rodeaban. Había algo oscuro y perturbador en la forma en que se movían, en la forma en que hablaban de ciertos temas, como si estuvieran ocultando algo importante.

Mis sospechas se intensificaron cuando intenté abordar el tema con Rudbeckia, pero ella solo sonrió misteriosamente y desvió la conversación hacia otro lado. Me quedé con la sensación de que había algo que no me estaban diciendo, algo que estaba justo debajo de la superficie, esperando ser descubierto.

A pesar de mis dudas y temores, seguía adelante, aferrándome a la sensación de pertenencia que encontraba en su compañía. Pero en el fondo de mi mente, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar la verdad sobre quiénes eran realmente y qué papel jugaban en mi vida.

Con el tiempo, la presencia constante de Rudbeckia y sus compañeras se convirtió en algo normal para mí. Ya no me sentía tan nerviosa o incomoda en su compañía como al principio. De hecho, llegué a apreciar su presencia y las conversaciones que compartíamos.

Sin embargo, a medida que mi relación con el grupo se fortalecía, también crecía mi curiosidad y mis dudas. No podía ignorar la sensación persistente de que algo no encajaba del todo, de que había secretos que se mantenían ocultos a la vista de todos.

Decidí que era hora de enfrentar mis preocupaciones y buscar respuestas. Me sumergí en una investigación exhaustiva sobre banshees y otros seres sobrenaturales, tratando de entender mejor la verdadera naturaleza de Rudbeckia y sus compañeras. Cada artículo, cada historia que encontraba solo aumentaba mi intriga y mi inquietud.

Mis esfuerzos por descubrir la verdad me llevaron a sumergirme en leyendas antiguas y mitos olvidados, buscando pistas que pudieran arrojar luz sobre el misterio que rodeaba a Rudbeckia y su círculo. Me encontraba obsesionada, consumida por la necesidad de saber la verdad, sin importar las consecuencias.

Mientras tanto, mi relación con Leire seguía deteriorándose. A pesar de mis intentos por reconciliarnos, ella seguía distante y fría, incapaz de perdonar mi traición. Me dolía ver nuestra amistad desmoronarse ante mis ojos, pero no sabía cómo arreglar las cosas. Cada intento de acercarme a ella parecía empeorar las cosas, y me sentía cada vez más sola y perdida.

En medio de mi búsqueda de respuestas y mi lucha por reparar mi amistad con Leire, también me encontraba cada vez más atrapada en los encantos de Rudbeckia. A pesar de mis reservas y mis temores, no podía evitar sentirme atraída por ella, por su misterio y su poder. Cada vez que estábamos juntas, sentía una conexión intensa y electrizante, como si estuviéramos unidas por algo más que una simple amistad.

Pero incluso mientras sucumbía a la atracción que sentía por Rudbeckia, no podía ignorar las advertencias que resonaban en mi mente. Había algo peligroso en su mirada, algo que me advertía de que no todo era lo que parecía. A pesar de mis sentimientos, sabía que no podía confiar ciegamente en ella, no cuando tantas preguntas seguían sin respuesta.

Así que continué mi búsqueda de la verdad, decidida a descubrir los secretos que se escondían en las sombras. No sabía a dónde me llevaría este camino, ni qué peligros podría enfrentar en el proceso, pero estaba dispuesta a arriesgarlo todo por la oportunidad de conocer la verdad sobre Rudbeckia y su misterioso círculo.

Mis días se convirtieron en una mezcla vertiginosa de secretos, intrigas y emociones encontradas. Aunque seguía asistiendo a clases y cumpliendo con mis responsabilidades diarias, mi mente estaba constantemente ocupada por los enigmas que rodeaban a Rudbeckia y sus compañeras.

Cada encuentro con el grupo era una nueva oportunidad para intentar descifrar los misterios que los rodeaban. Observaba sus gestos, escuchaba atentamente sus palabras y trataba de captar cualquier indicio que pudiera revelar más sobre quiénes eran realmente y qué escondían detrás de sus apariencias encantadoras.

Sin embargo, por más que lo intentara, parecía que siempre había una barrera entre nosotras, algo que me impedía llegar realmente al corazón de su secreto. Rudbeckia y sus compañeras eran maestras en el arte de la elusión, desviando mis preguntas con habilidad y manteniendo sus verdaderas intenciones ocultas detrás de sonrisas enigmáticas y miradas penetrantes.

A pesar de mis esfuerzos, me sentía cada vez más atrapada en su mundo, como si estuviera siendo arrastrada por una corriente imparable hacia un destino incierto. A medida que mi conexión con Rudbeckia se profundizaba, también lo hacía mi sensación de inquietud y peligro inminente.

Mientras tanto, mi relación con Leire seguía en ruinas. A pesar de mis intentos por enmendar las cosas, ella seguía distante y recelosa, incapaz de perdonar mi traición. Me dolía ver cómo nuestra amistad se desvanecía lentamente, pero no sabía qué más podía hacer para recuperar su confianza.

En medio de todo este caos emocional, mi mente seguía regresando una y otra vez a la misma pregunta: ¿Quiénes eran realmente Rudbeckia y sus compañeras? ¿Qué secretos guardaban en las sombras y qué papel jugaba yo en todo esto?

Decidida a encontrar respuestas, me sumergí aún más en la investigación, desenterrando cada pista y rastro de información que pudiera ayudarme a desentrañar el enigma que me rodeaba. Pasaba horas en la biblioteca, devorando libros antiguos y documentos oscuros en busca de respuestas que parecían esquivarme constantemente.

Pero mientras más profundizaba en la búsqueda de la verdad, más me daba cuenta de que estaba jugando con fuego. Había fuerzas en juego que estaban más allá de mi comprensión, fuerzas oscuras y antiguas que amenazaban con consumirme si me acercaba demasiado.

Aun así, no podía retroceder. Había llegado demasiado lejos para rendirme ahora. Sabía que la verdad estaba ahí afuera, esperando a ser descubierta, y estaba decidida a encontrarla, sin importar el costo.

Así que continué mi búsqueda, sin descanso ni vacilación, enfrentando cada desafío con determinación y valentía. No sabía a dónde me llevaría este camino, ni qué peligros podría encontrar en el camino, pero estaba dispuesta a correr el riesgo por la oportunidad de conocer la verdad, aunque fuera solo por un instante.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora