Vigésimo octavo capítulo: Online

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Las noticias del asesinato del proxeneta se extendieron rápidamente por el pueblo, creando un ambiente de miedo y desconfianza. El hecho de que dos personas hubieran muerto de maneras tan violentas y tan parecidas hizo que todos comenzaran a preguntarse qué estaba ocurriendo y quién o qué era responsable.

Las autoridades locales decidieron cancelar las clases para evitar riesgos. Se anunció que todas las lecciones se impartirían vía online hasta nuevo aviso, y se recomendó a todos los estudiantes que permanecieran en sus hogares por seguridad. Era una medida drástica, pero la preocupación por la seguridad de los estudiantes era prioridad.

Cuando mi padre me llamó para decírmelo, también me dijo que era mejor que me quedara en casa de Leire por el momento. Pensaba que era más seguro estar allí, donde los padres de Leire podían vigilarme. Era raro que mi padre estuviera de acuerdo en que me quedara en otra casa, pero sabía que lo hacía por mi seguridad. No quería arriesgarme al peligro, especialmente con todo lo que estaba sucediendo.

Leire y yo pasamos la tarde en su casa, intentando hacer algo de tarea y distraernos de todo el caos que estaba ocurriendo en el pueblo. Había un ambiente extraño, como si todos estuvieran esperando que algo más sucediera. El hecho de que las clases se cancelaran y se impartieran online solo hacía que todo se sintiera más surrealista.

Esa noche, después de la cena, Leire y yo nos quedamos en su habitación. El hecho de que mi padre considerara que estaba más segura allí me hizo sentir un poco más tranquila, pero no podía ignorar las preguntas que rondaban mi mente. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Y por qué las chicas misteriosas parecían estar en el centro de todo?

Leire estaba también preocupada, aunque intentaba no mostrarlo. Sabía que su casa era un lugar seguro, pero también sabía que había cosas que no podía controlar. Con las clases canceladas y todos los estudiantes en casa, el pueblo entero estaba al borde de la paranoia.

Mientras nos preparábamos para dormir, no podía dejar de pensar en el bosque y en los símbolos que había dibujado en mi cuaderno. Había algo en esos símbolos, algo que parecía conectarse con los asesinatos y con las chicas misteriosas. Sabía que no podía investigar más por el momento, pero también sabía que tenía que seguir buscando respuestas, incluso si eso significaba desobedecer las órdenes de mi padre.

Leire me miró mientras nos acostábamos, su expresión reflejando la misma incertidumbre que yo sentía.

—Alexia, ¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó, su voz baja y llena de inquietud.

—No lo sé, pero tenemos que ser cuidadosas. Algo grande está ocurriendo, y no podemos ignorarlo —respondí, aunque sabía que las palabras no hacían justicia a la magnitud de lo que estaba sucediendo.

Sabíamos que las próximas semanas serían difíciles, con todos encerrados en sus casas y las clases online. Pero también sabíamos que no podíamos ignorar lo que estaba ocurriendo. Había algo oscuro en el pueblo, algo que parecía crecer cada día. Y aunque Leire y yo estábamos preocupadas, sabíamos que teníamos que descubrir la verdad, incluso si eso significaba enfrentarnos al miedo y al peligro.

Después de que nos enteramos de que las clases serían en línea por un tiempo indefinido y la situación en el pueblo se volviera cada vez más inquietante, Leire y yo nos quedamos en su habitación, tratando de hacer algo de tarea para distraernos. Pero la sensación de incertidumbre llenaba el aire, y el anuncio del segundo asesinato solo hacía que la tensión fuera más palpable.

Leire intentaba concentrarse en sus libros, pero su mente claramente estaba en otra parte. La miré mientras repasaba sus notas, pero sus ojos no parecían enfocarse en las palabras. Había una profunda preocupación en su expresión, y era obvio que tenía algo en mente.

Finalmente, después de varios minutos de silencio, dejó su cuaderno a un lado y me miró. Había algo en sus ojos que reflejaba la ansiedad que todos estábamos sintiendo, pero también una especie de resignación.

—Alexia, siento que esto se nos viene grande. ¿No crees? —dijo, su voz suave pero cargada de preocupación.

La miré, entendiendo lo que quería decir. Con dos asesinatos en tan poco tiempo y las extrañas circunstancias que rodeaban a Rudbeckia y su grupo, era difícil no sentirse abrumado. Todo parecía fuera de control, y la respuesta de las autoridades solo reforzaba esa sensación de caos.

—Sí, Leire, lo creo. Pero... no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay algo que está sucediendo y tenemos que averiguar qué es —respondí, tratando de sonar segura, aunque por dentro también tenía mis dudas.

Leire suspiró y se encogió un poco en su asiento, como si el peso de todo lo que estaba sucediendo fuera demasiado para ella. Sabía que ella no era del tipo de personas que buscaban problemas, y la idea de estar en medio de algo tan peligroso claramente la ponía nerviosa.

—Pero, ¿Qué podemos hacer nosotras? No somos detectives, y todo esto... es demasiado grande. ¿Qué pasa si nos metemos en algo que no podemos manejar? —preguntó, sus palabras reflejando la inquietud que sentía.

No tenía una respuesta fácil para eso. Todo lo que estaba sucediendo era extraño, peligroso y, como ella dijo, grande. Pero también sabía que no podía simplemente ignorar lo que estaba sucediendo. Había algo en el aire, algo oscuro, y la conexión con las chicas misteriosas solo hacía que todo fuera más complicado.

—No lo sé, Leire. Pero no podemos quedarnos al margen. Tal vez no somos detectives, pero si no tratamos de entender lo que está pasando, podríamos lamentarlo más tarde —respondí, intentando mantener la calma.

Leire asintió lentamente, pero su expresión seguía reflejando el miedo y la duda. Sabía que ella preferiría quedarse al margen, pero también sabía que la curiosidad y el sentido de justicia la motivarían a seguir adelante conmigo.

Nos quedamos en silencio por un momento, escuchando el débil sonido de la televisión en la sala de estar. El anuncio de los asesinatos había sacudido al pueblo, y todos estaban en estado de alerta. Pero no podíamos dejar que el miedo nos paralizara. Si algo grande estaba sucediendo, teníamos que encontrar la manera de enfrentarlo, incluso si eso significaba arriesgarnos más de lo que nos gustaría.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora