Capítulo//06

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Amir ya llevaba una botella entera bebida, se lo había tomado él sólo. El camarero, cogió su teléfono y marcó el número de Abdel. Le había comentado que su hermano, estaba ebrio, que fuese a buscarlo.
Amir se refugiaba en la bebida, el alcohol era su único consuelo, su consejero.  Aunque realmente, el alcohol, no era una buena salida.

Sintió que la silla de su lado, fue arrastrada, miró y vio a su hermano.

—¿Has venido por mi? — preguntó con voz ebria. —¿Ahora te has vuelto mi guardaespaldas?

—Si vengo a por ti, es para no darle más dolores de cabeza a padre. — exclamó. —¡Levanta el maldito culo de ahí! — dijo ayudándole a levantarse. —No comprendo porque sigues así, me avergüenza, Amir.

—La llamé y me colgó. — Abde lo sacaba del bar.

—Gracias, Josué.— agradeció al camarero, que resulta que era uno de sus mejores amigos.

—Yo la amo y ella se fue con otro, ¿Por qué, Abdel? ¿Por qué me hizo eso? — el hermano ya harto, le apoyó en el coche y le hizo mirarle.

—Escúchame muy bien lo que voy a decir, Amir. Eres un hombre increíble, vales mucho más que esa golfa. Ella mató tu alegría, tu sonrisa, el hombre que odiaba el alcohol. Mírate ahora, mira como te dejó esa maldita mujer. — exclamó. —Te quiero, Amir, siempre voy a estar para ti. Pero si el día de mañana, te veo hacer daño a esa muchacha, te juro por lo más sagrado que son mis hijos, que la saco del país y no la vuelves a ver.

—Me harías un gran favor. — Abdel sonrió.

—No, lo haría cuando tú ya estés suplicando por su perdón, que ese día llegará, acuérdate de mis palabras. — le abrió la puerta. —Sube.

Amir obedeció como un niño pequeño, subió al coche y se mantuvo callado todo el camino. Abdel conducía en silencio, mirándole de vez en cuando.

Cuando llegaron, Abdel salió primero para luego ayudarlo a salir. Lo llevó hasta el interior de la casa y sin hacer mucho ruido, lo llevó hasta su habitación. Lo tumbó en la cama y le quitó las zapatillas, no le iba a desnudar, le dejaría ahí.
Abdel tuvo que dejar a su mujer en la cama e ir a por él hasta el bar, ya estaba cansado de ese comportamiento de niño inmaduro.

Amira despertó al día siguiente, se duchó, se vistió y bajo al salón donde estaban sus tíos. Tenía puesto un vestido veraniego color amarillo limón y unas sandalias bajas, su pelo suelto y con una sonrisa de enamorada dibujada en sus labios.
Cuando llegó al salón, sus tíos estaban en la mesa esperándola como todas la mañana.

—Buenos días, tíos. — saludó la joven yendo hacia ellos y dejándoles un beso en la mejilla.

—Buenos días, cariño. — saludó su tía. —¿Cómo te fue anoche?

—Bien, Amir es muy caballeroso. — respondió. —Cenamos y nos fuimos conociendo. Pero anoche, le llamé y me llamó Jade. — sus tíos se miraron.

—Me alegro, cariño. — dijo su tío. —Espero que te trate bien. — advirtió. —Solo quiero decirte una cosa, si en el matrimonio, él llegara a tratarte mal, humillarte. Solo dímelo y si pides el divorcio, yo contrataré al mejor abogado.

—¿Tío por qué iba a pedir el divorcio? Además en nuestra cultura no existe. — dijo ella.

—Si, existe. Solo que hay que tener un buen motivo para pedirlo y eso es uno de ellos. — respondió. —Tú solo hazlo si él llegara a tratarte mal..

—Lo haré, tío, lo prometo. — dijo ella con una sonrisa.

Sus tíos sabían lo que le pasaba a Amir con esa mujer, pero tampoco sabían hasta donde llegaría Amir por humillar a la joven. Sus tíos amaban a Amira como una hija y sí ella llegará a pedir el divorcio, ellos no lo pensarían para darle su libertad.

Desayunaba como siempre, ella, con una sonrisa y muy animada. Ella era muy alegre, muy buena y se preocupaba mucho por la gente.

Su teléfono empezó a sonar y en la pantalla salía el nombre de Amir, ella con una sonrisa, contestó.

—Buenos días, Amir. — saludó ella con una sonrisa.

—Buenos días, preciosa. — saludó de vuelta con la voz ronca.

—¿Te acabas de levantar? — preguntó ella al escucharle tan ronco.

—Si, ayer me dio las horas largas. — respondió y ella asintió. —Te llamaba para saber tu mañana, yo me voy en un rato con mi padre.

—Mi mañana va bien, estoy desayunando con mis tíos. Tened buen viaje. — Amir, miraba la foto de Jade mientras hablaban con ella. 

—Gracias, bueno te dejo, luego te escribo, un beso. — colgó.

Amira le notó raro, como cabizbajo. No sabría si era porque se acababa de levantar o algo le preocupaba. Pero era el hombre de su vida y no sabía cómo consolarle, si él no le contaba lo que le pasaba, ella no podía ayudarlo.

Amir se encontraba yendo al Jet privado con su padre, ambos se mantenían el silencio sin decir una Sola palabra. Vio que un mensaje le había llegado, este lo abrió y empezó a Leer.

"Amir, deja de llamarme, mi esposo siempre está conmigo."

Leyó el mensaje que Jade le había enviado, ella misma le estaba diciendo que la dejara en paz. Pero él no podía hacerlo, no podía olvidarse de ella, era imposible.

Amir no contestó, bloqueo el teléfono y miró por la ventanilla. Era cierto, ella ya estaba casada, pero si Jade le dijera de fugarse juntos, él no se lo pensaría. Cogerían el primer avión, a la isla más pérdida del mundo. Pero ella jamás se lo iba a decir, nunca volvería a ser mismo. Tenía que dejar ser feliz, aunque no fuese con él.

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Hola, bellas. Aquí tenéis otro capítulo de Amir y Amira, espero que os guste.

Besos desde España, nos leemos.

Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora