Epílogo

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Meses después

Amira estaba en las últimas, la barriga ya le pasaba y le dolía la espalda. Amir no salía de casa, quería estar cuando Amira, se pusiera de parto. Estaba de 37 semanas, un embarazo gemelar no era como dar a luz a un solo bebé.
Amira tenía dos bebés dentro de ella y era una gozada, pero a la vez, era un dolor de espalda por el peso que tenía.

Con Jade en prisión, ya podían estar tranquilos y felices sin esa loca detrás de ellos.

La joven duquesa, leía un libro en el salón, en aquél salón y totalmente en silencio. Estaba tan agusto sin ruidos ni estrés.
Sintió como alguien le abrazaba por detrás, ella con una sonrisa, levantó la cabeza y se encontró con su marido. Amir le dio un beso en los labios y ella gustosa, lo recibió.

—¿Cómo estás? — preguntó, sentándose en su lado y Amira le puso los pies en sus piernas. —¿Te duele mucho? — tocó su vientre.


—Estoy bien, solo es dolor de espalda... Cosa normal por el peso. — respondió con una sonrisa. —¿Tú que tal?


—Cansado, deseo dormir un poco.— cerró sus ojos, apoyando su cabeza en el respaldo del sofá.


—Duerme un poco, cariño. — él negó. —Lo necesita, prometo avisarte cualquier cosa. — Amir la miró de reojo y sonrió de lado.


—Levantame  por cualquier cosa. — ella asintió.

Amira miró a su marido quedarse dormido, tocando su vientre. Le observaba con una sonrisa de enamorada, después de todo lo que vivió al principio. Esas palabras de Amir, tan dolorosas. Su mirada fría, se convirtió en dulzura. Esas muecas de desagrado, se convirtieron en sonrisas. Al final se enamoró de ella, ese hombre era de ella. Volvería a pasar por lo mismo, si al final de su túnel, estaba él.

El hombre que la enamoró, desde el momento que le vio, estaba ahí dormido. Tocando su vientre y ambos iban a ser papás.

Dejó el libro a un lado, pero se sintió mojada. Con el ceño fruncido, se tocó y estaba empapada.
Se levantó asustada y el sofá estaba mojado, y por sus piernas bajaba líquido. Amir no se inmutó, pero ella se acercó a él, para levantarle.


—Amir. — le movió. —Amir, cariño. — seguía moviéndole, pero éste, no se enteraba. —¡Amir! — gritó y Amir, abrió sus ojos de golpe.


—¿Qué ocurre? — preguntó mirando asustado a su mujer. —¿Estás bien?



—Me he puesto de parto. — tras escuchar eso, Amir se levantó de golpe. Empezó a mover de aquí para allá como un león enjaulado.

Amira mordía sus labios, para evitar reírse. Ver cómo Amir corría desesperado por coger todo e ir al hospital.


—Vámonos. — dijo esté cogiéndola de la mano. —Nuestras pequeñas, quieren nacer.


Amira ya estaba internada, con los monitores, controlando sus contracciones. Ella respiraba para controlar el dolor, pero cada vez, eran mucho más doloroso.
Amir la calmaba y le hablaba, pero solo quería que salieran ya.
Horas pasaban y ella seguía con dolores, sudaba la gota gorda y esos dolores insoportables.


—Por el amor, Allah. ¡Sacadles ya! — suplicó a la doctora.


—Duquesa, está de ocho centímetros de dilatación. — respondió la doctora. —Pronto tendrá a sus bebés.


Doce horas después y por fin le iban a dar vida a sus hijas. La doctora se colocaba para ayudarla. Amir la daba la mano y darle su apoyo.


—Duquesa, cuando le diga, empuje. — Amira asintió. —Empuje. — Amira obedeció, empujó todo lo que podía. —¡Una vez más! — un empujón más y el llanto de un bebé, se escuchó.

Amir y Amira, sonrieron con lágrimas en sus ojos. Su primer bebé había nacido, estaba ahí, en sus brazos. La enfermera la tapo y se la entregó. Por primera vez la tenía en su brazos, vio su carita y sus bellos ojos. Tenía el rostro de su padre y los ojos de ella, tenia cosas de los dos. Amir tico su manita, con una sonrisa y sus ojos llorosos.


—Duquesa, vamos a por la otra. — Amira le dio a la niña a su marido. —Como antes, empuje cuando le diga. Ahora. — Amira así lo hizo.


Su otra bebé estába ahí, con ellos. Se llevaban diez segundos de diferencia, sus pequeñas, estaban con ellos. Era tan pequeñas, tan dulces, que se te caía la baba.

—Ya somos papás, cariño. — dijo Amir. —Son hermosas.


—Si, son una dulzura. — sonrió. —Me has hecho muy feliz, Amir. Estos son los regalos más hermoso que me has dado.

—Eso debería decirlo yo, amor. Me has hecho el hombre más feliz de mundo, Allah nos ha bendecido con estos angelitos. — la besó. —Te amo y siempre lo haré.


—Yo también te amo.


Ellos completaron su familia, tenían a sus dos hijas con ellos.
Amir suftio mucho, mentiras, decepciones. Desamores, infidelidad. Pero tener Amira en su vida, le enseñó que el amor, es bello y dulce. Que por muchas decepciones, habrá alguien que te demuestre que el amor en único y verdadero.
Ahora sabía lo que era el amor, la fidelidad y la felicidad en palabras mayúsculas. Era padre y gracias a su familia y a ella.



Fin

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Hola, bellas. Aquí tenéis el último capítulo de Amir y Amira, espero que os guste.

Me da mucha pena acabar, pero como dicen... Lo bueno siempre acaba. Disfrute mucho escribirla, cada momento y cada narración. Pero es hora de acabar con su historia, pero les veremos en las otras.

Gracias por tanto amor y cariño.

Besos desde España, felices Reyes.

Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora