Amir despertó y no encontró a su mujer a su lado, con el ceño fruncido, se levantó de la cama. Se puso un pantalón chándal y salió de la habitación, con su torso desnudo. Era la primera vez que Amir, bajaba de aquella forma. Así que las empleadas, le miraban con la boca abierta.
Amir vio a su mujer en el jardín, con el teléfono en la mano. Con una sonrisa caminó hasta ella, pero su sonrisa se borró cuando la vio con lágrimas en los ojos. Fue hacia ella y se puso a su altura, cogiendola de la mejilla.—Mi amor, ¿Qué pasa? — preguntó preocupado. —¿Por qué lloras? ¿Qué pasa?
—Me han enviado esto. — respondió y Amir cogió el teléfono y vio lo que ella había visto. —Sé quién ha sido, no me ha hecho dudar, pero ver eso, me ha roto. Tal vez sea Photoshop o una copia, pero me duele, Amir.
—Amira, escúchame. Esto no es copia ni Photoshop, es real. Pero son fotos antiguas, son de hace años, cuando estaba con ella o mejor dicho, cuando no sabía que me engañaba. Además, no es la misma ropa que llevaba ayer. — Amira le miró. —Me gusta que me lo haya contado, porque aquí estoy para resolver las dudas. Esa mujer pretende separarnos, pretende que tú dudes de mi y me dejes. ¿Eso quieres? — ella negó. —Entonces, deja que ella siga detrás, que envíe lo que quieras. Vamos a demostrarla que tú y yo somos invencibles, que nadie nos separará.
—Tienes razón. — limpió sus lagrimas. —Perdona, aveces soy un poco insegura.
—No me pidas perdón por eso, no te sientas insegura, ¿Sabes por qué? — ella negó. —Porque siempre te voy a elegir a ti, eres la duquesa, ponle cara y dile que nadie te machaca. — ella sonrió y él la besó.
—Cambiando de tema. — él asintió. —¿Qué haces así? — Amir se miró.
—La verdad, no lo sé. Cogí lo primero que pillé y me lo puse, además que me he levantado muerto de hambre. — dijo levantadose. —Mmm, tostadas. — cogió un trozo y pego un mordisco. —Que rico con mermelada.
—Eres un glotón. — sonrió ella y él la guiñó un ojo.
Amir comía, de todo lo que había en la mesa. Era raro, él jamás había comido de aquella forma. Era como si no hubiera comido en años y ahora lo estuviera aprovechando.
Pero de pronto, empezó a darle ganas de vomitar. Puso cara de asco y corrió hasta el interior de la casa, Amira le siguió preocupada. Jamás le había visto y menos correr así y solo para ir al baño y escucharle vomitar.Amira entró y le vio frente al váter echando lo que había desayunado, ella le puso la mano en la frente, mientras el echaba todo.
Cuando dejó de vomitar, fue hacia el lavabo y enjuagó su boca. Amira le tocó la frente, pero no parecía tener fiebre.—Creo que me he pasado comiendo. — habló él, con voz ronca.
—Cariño, te has comido casi todo lo que había en la mesa. — respondió. —Tu nunca has comido así.
—Lo sé, pero últimamente me noto más cansado, con hambre y náuseas. — exclamó.
—¿Desde cuándo te sientes así? — preguntó interesada.
—Desde hace unos poco días, creo que estoy pescando un virus estomacal. — ella asintió.
—Si sigues así, iremos al médico. Ahora vamos a la habitación, te das una ducha y vuelves a dormir un poco más. — Amir solo asintió, la verdad que no le apetecía hacer nada, queria seguir durmiendo.
Amira le ayudó a subir las escaleras, le venía muy débil y pálido. Dejó a su marido en la cama y empezó a llenar la bañera, con agua caliente. Un baño así, le sentaría bien y le relajaría más.
Ninguno sabia el motivo del mal estar de Amir, pero como dijo él, tal vez era un virus que estaba apunto de pescar.
Cuando la bañera estaba llena, Amir se empezó a desnudar frente a su mujer, se metió en la ducha y sintió como lo músculos de su cuerpo, se iban relajando. El olor a fresa, inundaba sus fosas nasales. Cerró sus ojos, mientras se relajaba.—Amir, no te duermas. — dijo ella y este abrió sus ojos. —Te cuidado.
Amira fue al closet a prepararle su ropa interior y hacer mejor la cama para que estuviese más cómodo, para dormir. Volvió al baño y Amir salió, para ponerse lo que su esposa le había preparado. Se tumbó en la cama y amira se quedó con él, abrazados sin hacer nada.
Quería cuidarle, estaba preocupada por él. Jamás le había visto de esa manera, verle con la cara pálida, la asustó.
El teléfono de Amir sonó y ella no lo cogió, era el teléfono de su marido y no iba a cogerle. Amir gruñó al escuchar el teléfono sonar sin parar. Se giró y miró la pantalla, Ferit le estaba llamando y este no tenía gana de hablar con nadie.
—Amor, dile que estoy durmiendo. — le dio el teléfono a su mujer y está lo cogió.
—Hola, Ferit. — saludó ella al descolgar.
—Hola, Amira. ¿cómo estás?
—Bien, gracias a Allah. ¿Y tú?
—Bien, también. ¿Esta mi primo?
—Si, pero está durmiendo. — dijo. —Esta algo enfermo.
—¿Enfermo? — repitió. —De acuerdo, dile que me llame cuando se levante.
—De acuerdo, se lo diré de tu parte. — colgó.
Amira dejó el teléfono en la mesita de noche, miró a su marido que estaba durmiendo sobre sus piernas. Amira sonreía acariciando su pelo negro azabache, mirándole con admiración.
Ni ella misma entendía porque dudaba de él, si le había demostrado muchas veces que ella le importa. Cómo desconfiar de él, si ahora mismo solo quería estár con ella, tener hijos con ella, pasar tiempo con ella.
«Deja de dudar de él, Amira. ¿Es qué no ves como se hombre se muere por tí? ¿No ves qué solo quiere estar a tu lado? ¿Qué se arrepiente de cómo te trató en el pasado?» se preguntó ella misma sonriendo. «Era cierto, no tenía porque hacerlo. Soy su esposa, la duquesa y eso nadie lo podía cambiar. Confiaré ciegamente en él, aunque muchos se opongan.»
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Hola, bellas. Os dejo otro capítulo de Amir y Amira, espero que os guste.
Decidme algo, ¿Qué son esas náuseas y mal estar que siente Amir? ¿Por qué tan glotón y dormilón? ¿Ahora confiaran más? O leo.
Besos desde España, nos leemos pronto
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Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO
RomanceAmir Assim Abadallah, es un Duque de Arabia Saudí. Un hombre que sufrió un desamor, pero aún el corazón de Amir, le pertenece a esa mujer. Su padre, le obliga a contraer matrimonio con la sobrina del jeque de Dubai. Amira, es una mujer que desde qu...