Capítulo//13

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Maratón//3/5

Dos de la mañana y amira había llegado a casa, no había ningún ruido y todo estaba apagado. Se había pasado las horas en casa de Amanda y Zayn había aceptado ser otro cómplice para ayudar Amira y que su primo fuese feliz de una vez.

Cuando entró, se quitó los zapatos para no hacer ruido al caminar, los cogió en la mano. Cuando se disponía a subir las escaleras, una voz ronca, la asustó.

—¿De donde vienes a estas horas? — ella se giró con una mano en su pecho, Amir había encendido la lámpara que tenía a su lado. Tenía el rostro serio y estaba mosqueado. —Te he hecho una pregunta.

—¿Por qué tendría qué responderte? — se cruzó de brazos. —¿Tú me has dicho donde has ido esta mañana? No, entonces yo no tengo porqué darte explicaciones... Esposo.

—Amira, es distinto. — ella asintió. —Yo soy hombre y tú mujer.

—¡Vaya! Ya no eres solo un niñato llorón, ahora tambien, eres machista. — se burló. —Me suda todo, si yo soy mujer y tú hombre. Tengo los mismos derechos que tú, si me respetas, te respetaré. Mientras tanto, yo no tengo porque ser una esposa sumisa.

Amir se levantó del sofá y caminó hasta ella, Amira se sentía intimidada, pero no se lo demostraría. Como le dijo Amanda, tenía que ser valiente y darle de su medicina.

Cuando Amir se acercó a ella, la miraba con seriedad. Viendo cómo su mujer no bajaba la cabeza.

—Amira, no puedes llegar a estas horas. — la arrinconó en la pared. —No me da la gana ser el chisme de la prensa.

—Bueno, el que tiene que tener cuidado eres tú. Yo por supuesto, seré cuidadosa con mis encuentros. — quiso irse, pero Amir la sujeto del brazo. —Suéltame, me haces daño, Amir. — lo apartó de un empujón.

—¿Qué estás queriendo decir? ¿Que me serás infiel? — preguntó con cabreo

—Buenas noches, esposo. — subió las escaleras.

—¡No hemos terminado de hablar, Amira! — alzó la voz.

—Yo si, que descanses. — tras esa respuesta, ella siguió su camino, dejando a su marido atrás.

Amir cogió el recipiente de cristal y lo lanzó contra la pared, Amira lo escuchó y se giró para ver lo que había roto desde aquella distancia. Sus miradas se habían cruzado, y ella sonrió negando.

Amir estaba alterado, su pecho subía y bajaba con rapidez. Salió de la casa con un león y se acercó a Rahak, el hombre le vio acercarse.

—¿Dónde has llevado a mi mujer? — el hombre le miró, Amira le había pedido el favor de que estuviese de su parte. —¡Contéstame, maldita sea!

—La lleve a un restaurante, no vi con quién había quedado, ya que ella me pidió que me quedará fuera. — Amir mordió su labio.

—Quiero todos los pasos que mi mujer de, quiero saber con quién se ve, con quien habla, todo. — el asintió.

Volvió a la casa y dio un portazo, subió las escaleras y entró a la habitación de su mujer. Amira estaba en ropa interior, dispuesta a ponerse el pijama.

—¿Es qué no sabes para qué existen las puertas? — exclamó ella. —Y por favor, deja de hacer tanto ruido, eres peor que un rinoceronte apunto de comer.

—¿Con quién has ido a cenar? — ella rio.

—Sabia que te iban a ir con chivatazo. — respondió. —Ya te dije, que no tengo porqué darte explicaciones, Amir. — le retó con la mirada. —Deja ya de comparte como un cretino y déjame dormir.

—¡Y tú no te compartes como una ramera! — tras ese grito con el insulto, Amira le dio un bofetón. Amir sintió ese guantazo como un latigazo, le había girado el rostro.

—¡Ten cuidado, Amir! ¡A mi me respetas! ¡No soy como las mujeres que tú acostumbras a tener, esas mujeres sumisas que por unos cuantos billetes son capaces de comete la polla! — le gritó a todo pulmón. —¡No soy la ramera de la que tú estás enamorado! Me enteré que al mismo tiempo de estar contigo, se follaba a otro. ¡Así que respétame, porque no me conoces, Amir!

—¡Vuelve a pegarme y no respondo Amira! — le advirtió.

—¿Me vas a pegar? ¡Vamos, adelante, pégame! — le gritó entre empujones. —¡Hazlo! ¡A ver si así te quedas más tranquilo y este amor que siento por tí, se convierte en odio!

Amir levantó los brazos, mordiendo su labio, la separó de él y salió de la habitación.

Amira se dejó caer en el suelo, llorando. Ella podía hacerlo, podía enamorarlo. No entendía porque se ponía así, porque la reclamaba tanto si no la amaba. La dolió que la llamara ramera, que la tratará de aquella forma.
Tenía que ser fuerte y darle donde más le duele. Hacer su mismo juego, enamorarlo y luego dejarlo caer.

—Esto no te lo perdono, Amir. — habló sola. —Todo lo que me estás haciendo, será tu condena, eso te lo juro, Amir. — se prometió a si misma. —Te enamoré y luego te pediré el divorcio, jugaré contigo como tú lo has hecho. Pero sabrás lo que es la venganza que proviene de una mujer.

Amir se había encerrado en su habitación, se había ido al balcón. Soltaba el aire por la boca, ella había demostrado sacar las uñas y sacar la leona que tenía dentro.

—No sabes cuánto te odio, Amira, no sabes lo que te detesto. — susurró. —¿Por qué te tengo que pedir explicaciones si no me importas? ¿Qué coño me ha pasado?

Ni él mismo, comprendía su actitud. De el porqué la reclamó o la pedía explicaciones, si no le importaba. Al contrario sería una salida para quitársela de encima.
Tenía que tener la cabeza fría y no meterse en sus asuntos. Así la tendría lejos y no la veía en horas. Si ella se enamoraba de otro, sería su escapatoria para divorciarse.

—Sal más, Amira. Así tú misma me pedirás el divorcio. — sonrió con malicia.

***********

Hola bellas.

Estoy cansada y los ojos ya me duelen. Mañana sigo con maratón, espero que os guste.

Decidme, ¿Qué le pasó Amir? ¿Por qué la reclamaba? ¿Estaba Celoso? Os leo.

Besos desde España, nos leemos pronto.

Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora