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Tenía tanto miedo porque jamás en su vida a visto a un alfa y en toda su corta vida le advirtieron que son peligrosos y que debía seguir órdenes de cualquier alfa que se le acerque.

—¿Qué haces? ¿Quieres qué te golpee?—una beta le jaló de los brazos al ver al pequeño chico tomando agua del grifo.—Está prohibido beber agua si no te lo permiten y debes seguir aprendiendo desde tu primer día.—no le dió tiempo de contestar ya que le había dado un golpe en la mejilla.

—N-No me golpee más, por favor...—murmuró temeroso cuando la chica le tomó del cabello, no entendía porque estaba tratándolo así o porque estaba tan enojada, sólo fue un poco de agua.

—Yo no lo haré, veremos que pasa cuando Alfa llegue y te vea.—lo llevó al recibidor donde la servidumbre hacía dos filas para recibir al señor de la casa.

Las puertas se abrieron y todos hicieron una reverencia de más de 40 segundos, fue entonces cuando un imponente hombre de gran altura ingresó con la mirada hacia enfrente.

Sus ojitos se abrieron de sorpresa y de inmediato bajó la mirada al recordar que no debía mirar.

El fuerte olor amargo impactó su naricita e inconscientemente arrugó su nariz, ¿los alfas siempre huelen a miedo? Se preguntó al ver la espalda del Alfa desaparecer por una puerta.

Vió que todos siguieron sus labores y siguió a la mujer que le ató para que le ordene algo que hacer pero cayó en cuenta que el Alfa iba al comedor. Tan sólo se quedó detrás de esa mujer la cual servía agua en una jarra.

—Niño llévale agua.—habló la beta.—¡Rápido!

Tembloroso tomó la bandeja y caminó al enorme comedor, se posicionó a un lado del Alfa y dejó el vaso y la jarra para luego servirle. Hizo una reverencia para irse pero entonces lo notó.

Aquel aroma fuerte inundó su naricita y quiso correr de miedo por lo imponente que era, jamás había percibido aromas y menos de un Alfa. ¿Era normal percibir su aroma si se suponía que era un beta?

—¿Qué tenemos por aquí?—su voz sonó tan aterradora que quiso huir de aquel lugar.—Ve a mi habitación en este momento.

Asintió y fue a la cocina a informar.

—Señorita, Alfa me ordenó ir a su habitación pero no sé p-porque...

—Eso no tiene que importarte, sólo obedece.

—P-Pero...

La mayor le tomó de sus muñecas y quiso gritar por el mal trato que estaba recibiendo ya que le lastimaba.

—Obedece y deja de ser tan idiota.

Asintió dando pequeños pasitos hasta dar con las escaleras, subió al tercer piso donde ya sabía que era la habitación de Alfa e ingresó encontrando a una chica en pijama.

—Oh hola, eres tú.—la chica sonriente se bajó de la cama y corrió a jalarle suavemente de los hombros.—Alfa dijo que me traería a alguien y supongo eres tu, ¿cómo te llamas?

—Jeongin.—susurró sintiendo las caricias en su sucio pelo, estaba temblando de miedo porque también percibía el olor de la omega, algo desconocido para él.

—Oh mucho gusto Jeongin hoy vamos a divertirnos mucho. Vamos.—lo guió a una puerta y sus ojitos se abrieron al ver que era un baño.—Siéntate, tranquilo.

Jeongin obedeció sentándose en la silla donde le ordenó y miró todo el baño sorprendido, la miró acercarse con algo y se cubrió con miedo creyendo que le golpearía.

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