Servitude

cuatro

Tres meses habían pasado desde que Alfa hizo aquello, en todo ese tiempo no volvió a llamarlo ni a tocarlo, afortunadamente.

No le llamó para pedir comida y tampoco le miró cuando estaba en el comedor.

De vez en cuando el guardia que le ayudó aquel día aparecía y se lo llevaba a su habitación, le daba de comer y lo dejaba descansar en el sofá (a petición de Jeongin porque no quiso dormir en la cama).

Los demás sirvientes le miraban con lástima y casi no lo regañaban cuando se caía o se derrumbaba en el suelo, ellos pensaban que el guardia lo usaba todas las veces que se lo llevaba pero la realidad era otra, el guardia nunca tocó a Jeongin y nunca lo haría.

El guardia sólo le ayudaba llevándoselo un par de horas, el guardia nunca pensó en hacerle daño pero todos creían que usaba al pequeño para satisfacerse.

—Señor Shiro.—Jeongin le habló al beta mayor quien lo miró al ser llamado.—Eh, me siento un poco mal y quería preguntar si podía darme un poco de... de jarabe para la tos.—temía demasiado hablar con el beta y algo peor, pedirle de sus cosas ya que todos tienen muy claro que pedir cosas de otros está mal.

Shiro últimamente veía a Jeongin con más ojeras, más delgado y más cansado que antes. Se acercó y tocó su frente, cuello y brazos y aseguró que tenía fiebre.

Jeongin esperó a que el beta buscara entre sus cosas el jarabe y tomó una cucharada de este cuando se la acercó a la boca, el feo sabor le hizo toser un poco.

—Muchas gracias.—su voz le falló.—H-Haré lo que me pida señor.

Shiro estaba a punto de decirle que se fuera a descansar pero aquel el guardia apareció y entonces calló.

Vió como tomaba al chico de los hombros y se lo llevaba hacia su habitación.

Hana apareció a su lado.

—Pobre niño, ese guardia lleva tres meses usándolo y debe estar tan destrozado.—habló la mujer imaginando todo lo que pasaba.—Y tú sigues explotándolo con que haga su trabajo completo, no me sorprenderá que un día de estos muera de cansancio o de un desgarre.

Mientras ellos hablaban el pequeño beta comía desesperadamente en la habitación del guardia.

—¿Cuántos días llevabas sin comer?

—Cuatro días p-pero es porque he echo mi trabajo mal.—murmuró.

—¿Mal?

—Si yo... estoy muy cansado y mis piernas a veces no responden.

El guardia se acercó para sólo tocar su frente y notar la fiebre que tenía, fue al baño y trajo una toalla húmeda y la enrolló en su cuello.

—¿Qué es?

—Te ayudará un poco, oí que el beta ese te dió jarabe así que tan sólo come y duerme un poco, en unas horas la fiebre se irá. No sé cómo se le ocurre darte ese fuerte jarabe y no darte de comer.

—Pero es mi culpa, señor.—se apresuró a decir.

El guardia asintió y se acostó en la cama dispuesto a dormir.

—Señor, ¿por qué hace esto? Yo hago mal mi trabajo y-y usted me alimenta y me deja descansar, no entiendo.

—Sólo come y después duérmete, en tres horas que despierte abriré la puerta.

Jeongin asintió y dejó de lado el plato vacío, miró el sofá donde estaba sentado y poco a poco se arrulló para poder dormir unas horas.

Quizá aquello también le estaba afectando, cuando estaba en esa habitación dormía y descansaba bien pero cuando salía no comía nada y nunca dormía.