diez

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Seguía sentado en esa silla y ya no escupía sangre afortunadamente pero no sentía a su bebé y estaba tan devastado al pensar que en este momento ya no estuviera vivo.

Su corazón dolía y su omega lloraba con dolor.

—Por favor...—habló a uno de los guardias que sólo se encargaban de estar ahí de pie frente a la puerta.—Mi bebé... mi bebé n-no tiene la culpa...

Un fuerte llanto le hizo abrir los ojos, alguien tomaba a su pequeñito en brazos.

—¡Mi bebé! ¡Mi bebé!—intentaba levantarse pero era imposible al estar tan débil, gritó más cuándo vió que lo dejaban acostadito en el sofá.—¡Por favor! ¡Está llorando!

El cuerpecito temblaba sobre aquel lugar frío, anhelaba poder cargarlo y entregarle el calor y el cariño que ahora pedía a gritos.

—Por favor.

—Sigues llorando.—el alfa entró a la habitación y tomó con delicadeza al bebé para ponerlo frente al omega.—Seguro tienes mucha hambre y tu mala madre no te atiende.—decía mirando el rostro rojo, casi morado del bebé.—Es increíble que lleve más de tres horas llorando y sigue sin cansarse. Míralo.

—P-Por favor déjeme cargarlo.

—Pobrecito tiene tanta hambre.—decía el alfa acariciando el rostro rojo del bebé.—Su piel es roja aún, ¿cuántos días lleva de nacido?

—Trece días.

—Trece días y ni siquiera tiene nombre, no lo abrigas, no lo alimentas ¿de verdad quieres que siga viviendo?—con una sola mano alzó al bebé y el omega sintió que se moría ahí mismo por la manera en la que lo tomaba a la ligera.

—¡Se lo ruego! ¡No le haga daño!—su garganta dolía demasiado pero no iba a callarse nunca, iba a gritar todo lo posible.

El alfa dejó suavemente al bebé en el sofá y cubrió su cuerpecito tembloroso con una manta que estaba en la mochila del omega.

—He hablado seriamente con esos sirvientes, ¿a quién se le ocurre dejar a un indefenso omega con su primer celo en un callejón de mala muerte? Seguro fue doloroso lo que ese idiota te hizo... me contaron absolutamente todo, con detalles. También todo lo que esa sirvienta te hizo por todos estos meses, de verdad que creyeron que era imbécil.—acercó una pantalla al rostro del omega.

>> Tengo cámaras en cada esquina de mi casa, he visto cómo te ha torturado estos nueve meses.

Jeongin no podía creerlo.

En la pantalla aparecía él, colgado del techo mientras Kia reía y golpeaba su vientre hinchado con la escoba, eso fue hace tres meses.

—Es increíble que hayas sobrevivido tantos meses de tortura y a todos esos días que te dejó sin comer, me sorprende que tu pequeñito respire tan bien como ahora.—miró al bebé el cuál seguía con su llanto.—He visto tantos días de tortura, ¿seguro que estás escuchándome?

—S-Si señor, lo siento mucho, de verdad lo siento mucho...

—Cállate Omega. Quien debería disculparse son esos betas... aunque es un poco tarde, ya me encargué de ellos.

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