Servitude

dieciocho

—¡Felices cuatro meses Wonnie!

—Cariño que no le grites a la cara a Innie, ya te lo he dicho muchas veces.

Jeongin rió cuando Jisung se cruzó de brazos y fingió estar molesto, el tiempo pasaba lento para él pero se daba cuenta que no era así porque su pequeñito tenía ya cuatro meses.

Cuatro meses de libertad completa, cuatro meses de tener una mejor vida.

Cada día pesaba más y sus mejillitas eran la prueba de eso, cada día estaba más hermoso y cada día lo amaba con intensidad.

—Innie bebé, vamos al balcón.

—Claro.—responde dejando al bebé en la carriola y apoyándose en esta para levantarse, no se recuperaba al cien por cierto de su cadera y de sus piernas, aún tenía heridas y fracturas.

Minho empujaba la silla de ruedas con Jeongin en ella y Jisung empujaba la carriola con Jungwon dentro, ambos amaban tanto a esos pequeños y darían lo que fuera para hacer justicia por lo que pasaron.

—Listo bebés.—menciona Jisung abriendo la puerta del balcón ya muy conocido por ambos, de nuevo decoraron el lugar y lo adaptaron para el gusto del menor.—Hay mucha comida que a ti te gustó.

—¡Muchas gracias! ¡Hay maracones!

—Macarrones, cariño.—corrige Dahyun llevándolo cerca del platillo, sonrió contenta al verlo tomar un poco sin necesidad de esperar la aprobación de alguien, Jeongin estaba aprendiendo.—¡A comer!

Celebrando un mes más de vida del pequeño Jungwon quien cada día crecía y ganaba peso como era debido y normal en un bebé.

Sonrió hacia la foto que fue tomada para todo el grupo y después decidió en observar hacia la ciudad.

Cuatro meses y no podía creerlo, ¿así era la vida fuera de la mansión o sólo sería temporal? Porque cuánto desearía vivir con ellos toda la vida.

—Wonnie estás creciendo cariñito mío.—Ho cargaba al pequeñito y se aseguraba de soltar feromonas para relajar al bebé el cual estaba a nada de llorar por el aire que se sentía.—Innie llevaré a Wonnie a tú habitación, ya está haciendo frío y temo que se enferme. ¿Puedo?

—Eh...—miró nerviosamente hacia Dahyun sin saber que decir, nunca le pedían permiso para hacer algo pero en el hospital muchas veces lo hicieron y nunca sabía que responder.—S-Sí, señor Honnie.

—Bien, ahora regreso, vamos a dormirte mi bebé.—caminó por los pasillos arrullándolo hasta llegar a la habitación y darse cuenta que el bebé ya se había dormido.—Tan lindo pequeñito.—murmuró acostándole sobre la cuna y arropando su cuerpecito, sonrió enternecido cuando el pequeño se acurrucó en la cama, Minho aprecia con el alma la vida de ese pequeño que tanto ha crecido y que tanto aprecia, daría lo que fuera para protegerlo por siempre. Se dió la vuelta para ir de regreso al balcón pero alguien más ya había abierto la puerta.—¿Qué crees qué haces?

—Oh h-hola doctor Lee.—hizo una reverencia y miró dentro de la habitación notándola vacía.—Yo eh... tiene meses que no vengo y me preguntaba si podía hablar con el omega que... que hace unos meses estaba en esta habitación.

—Lo siento pero ya fue dado de alta hace mucho tiempo.

—Oh...—tan sólo asintió aunque aquel aroma aún lo sentía, quizá porque fue su habitación.—Muchas gracias, hasta luego.—se dió la vuelta y desilusionado, suspiró.