Servitude

siete

Kia había vuelto a las seis de la mañana para hacerle daño. Para despertarlo y meter su cabeza en un balde de agua fría, había vuelto para torturarlo hacer que se ahoga infinidades de veces hasta que se cansó y de nuevo se fue.

Jeongin se quedó todo el día en el suelo respirando fallidamente, nada le importaba ya. No importaba si Kia volvía y lo torturaba de alguna otra manera, todos los días es y será lo mismo. Kia hace lo que quiere con él y no podrá cambiarlo nunca.

Miró hacia el cubículo donde pensó muchas veces en acabar con su vida, cada día las torturas empeoraban y no le encontraba sentido seguir sufriendo en manos de aquella mujer.

Tenía la opción de cort4r sus venas con aquel pedazo de espejo que tenía en el baño o podía meterse a la lavadora y morir ahogado, cualquiera de las dos sería menos doloroso comparado a lo que tiene que pasar a diario.

Caminó al baño y tomó el pequeño espejo, se sentó en la esquina de siempre y soltó un suspiro llevando el cristal a su muñeca izquierda, dispuesto a hacer un corte profundo que le haga perder sangre y morir.

—L-Lo siento, mucho ya no puedo seguir así, ya no quiero vivir...— lloró ejerciendo un poco de fuerza pero al sentir ardor se detuvo para tomar un poco de fuerzas para hacerlo, se quejó al volver a intentarlo.—Voy a descansar...

Y en ese momento fue que lo sintió, tirado en el suelo y a tan poco de acabar con su vida, lo sintió.

Su bebé.

Su bebé se removió en su vientre totalmente abultado, su bebé dio las primeras patadas y con su mano lo sintió.

—S-Se movió.—sorprendido se tocó su pancita y dejó a un lado el cristal. —Es mi bebé... yo t-tengo un bebé.—cayó en cuenta sintiendo las pataditas y soltó su llanto nuevamente, comenzó a gritar todo lo que retuvo hace unos minutos.—¡Tengo un bebé!

Su garganta ardía de todo su llanto y del dolor que ha escondido por enfocarse con sólo lavar todo este tiempo, el llanto que retuvo todas esas veces que no lloró cuando Kia le hacía daño.

Pronto sería padre.

Pronto nacería su bebé.

Pronto tendría compañía y debía luchar por su seguridad.

—Mi bebé, es mi bebé.—lloriqueaba abrazándose con todo el dolor de su corazón.

Tenía ya cinco meses y los dolores en su espalda aumentaban con los días, el dolor en su cuerpo era lo único que tenía todos los días.

—¿Ya ves? Regresé a revisar si ya estabas trabajando y mírate. Holgazán de mierda, put4 inútil.

Jeongin ni siquiera se cubrió cuando la mayor le tomó de los brazos para levantarlo, su vista bajó al vientre del omega y sonrió con malicia.

—Debería intentar algo.—posó sus manos en su vientre y el omega aterrado negó.

—¡No! ¡Con mi bebé no! ¡Por favor!

—¿Ya volverás a rogarme?—le tomó por el cuello y le hizo arrodillarse.

—Por favor con mi bebé n-no...

—¿Por qué? Hace unos días no te importaba que golpeara tu vientre, hace unos días te quedabas callado cada que te golpeaba, hace unos días no te importaba si te daba de comer jabón de ropa. ¿Ahora te importa ese bebé? Seguro ya está muerto, nacerá muerto porque necesitas comer y es lo que menos haces.

—¡Eso no es cierto! ¡Mi bebé está vivo! ¡Yo lo sentí, está vivo!—lloró sintiendo un par de cabellos ser arrancados de su cuero cabelludo.

—Oww que ternura, ha sentido a su bebé. No digas estupideces esa cosa no está viva, yo misma me aseguré de matarlo poco a poco. ¿Crees que está vivo? Un Omega embarazado necesita a su alfa, necesita un lugar apto para vivir y estas no son las condiciones.—señaló la habitación oscura y llena de humedad.—Un omega necesita cumplir todos sus antojos y comer de más, ¿y tú has echo algo de eso? No, comes dos o tres veces al mes. Eso no es sano.

—¡Es porque me tienes aquí encerrado! ¡Me matas de hambre y todo el tiempo estás torturándome! ¡Siempre me golpeas y me matas de hambre! ¡Todo es tu culpa!—intentó golpearla pero le fue imposible cuando fue tirado al suelo.—¡No! ¡No más por favor! Se lo imploro... n-no puedo más...—intentó arrastrarse hacia los pies de la mujer pero esta pisó su pecho cruelmente contra el suelo.—¡No! ¡No! ¡No!

—Era mejor cuando querías morir, ahora sólo vas a rogarme y a gritar cómo una perr4.—pisó más cerca de su estómago y los gritos en el omega empeoraron por el dolor.—Ya cállate, ¡cállate!

—¡No puedo más! ¡Por favor!—rogaba intentando sacar su pie de su pecho, lo estaba ahogando y sentía su espalda crujir.—¡Basta! ¡Basta!

Pero la tortura no terminó ahí.

Jeongin ya se lo esperaba porque los últimos cinco meses de su vida siempre han sido así, recibe sus visitas para sólo ser torturado.

Tan sólo cerró sus ojos cuando miró a la mayor con la fusta en mano.

Tan sólo lloró en silencio ante cada azote y ya no luchó por que pare.

Jeongin estaba siendo destrozado de la manera más vil posible, ¿y por qué? No merecía ser destrozado de aquella manera, no merecía vivir así.

Jeongin no quería vivir más, quería descansar para siempre.

Cerrar sus ojos y jamás despertar.

Jeongin quería paz.