Paolo estaba especialmente intenso en esos días, es como si, en vez de haber pasado un día fuera, no me hubiera visto en dos o tres meses. No se despegaba de mí y entre eso y la cantidad de trabajo que teníamos, yo me estaba agobiando mucho. El turno había sido agotador, porque sí, la jefa me había diseñado un plato nuevo, pero lo de meterlo en carta implicaba ampliar el pedido, discutir con mi madre, escribir un nuevo dosier y enseñar al resto de compañeros ha hacer una receta que yo solo había visto hacer. Y como los Chef no se encargan de esas cosas, pues me tocó a mí. Que digo yo que el detalle se lo agradezco y mucho, pero ya me podía haber preparado algo más sencillito, no sé unos huevos fritos que también están muy ricos.
—Luzsh, esta noche he preparado una sorpresa. Así compensamos lo de estos días que casi no nos hemos visto— La voz melosa de Paolo sonaba detrás de mí.
—¿Hoy? — No es que tuviera muchos planes para ese día, pero no me apetecía demasiado hacer nada.
—Sí claro, cena en mi casa y después...—Me daba un poco de apuro decirle que no, al fin y al cabo, llevábamos tiempo juntos y se supone que nada había cambiado.
—Bueno, pero no me puedo quedar mucho—. Mentí, la verdad es que no quería después, o no podía después, porque estaba con la cabeza hecha un lío y pensando en otras cosas.
—Pues vámonos, así directamente. — Sabía que, si nos marchábamos en ese momento, no íbamos a cenar ni a hacer ninguna otra cosa que no fuera follar.
—Huy, no, que tengo que ir a casa a hablar con mi padre, por un tema...
—¿Un tema? — Prefería no mentirle, pero si le decía la verdad íbamos a tener pollo, y yo con Paolo no quería tener ninguno.
—Sí ¿No te he hablado del tema? — Le di un pequeño beso en la mejilla—Mejor me voy yendo, y luego voy a tu casa, directamente, ¿Vale? — y salí de la corriendo de la cocina lo más rápido que pude.
Cuando llegué al Hall vi la espalda de Ainhoa hablando por teléfono —¿Entonces está ocupado? ¿No hay nada más? Vale, sí, lo entiendo ¿Me avisarán si surge algo? —Suspiró—¿Y qué hago yo ahora? —musitó.
—¿Pasa algo? — Me acerqué a ella y toqué su hombro.
—No nada, que me han dicho en la pensión que ya no puedo seguir en la habitación por más tiempo y como es imposible encontrar un piso de alquiler en este maldito pueblo, pues que me veo durmiendo en la playa. —Me preocupé al oír eso.
—¿Y si vamos a tomar algo y me lo cuentas? —No es que estuviera especialmente orgullosa de mi misma al proponerle quedar cuando acababa de rechazar a Paolo, pero es que esto era una causa de fuerza mayor.
—No puedo, Luz, voy a ir a ver un nuevo piso esta tarde a ver si tengo suerte. —Tampoco iba a quedar bonito lo que pensaba hacer a continuación.
—Ah, pues voy contigo, que aquí en Vera son todos un poco vivos e intentan timarte con los alquileres, sobre todo a los de fuera.
—No sé, Luz, tú ya te ibas y yo no quiero molestarte. —Sabía que Ainhoa era muy de no forzar, pero también sabía que yo era muy cabezota y que cuando me proponía algo, lo conseguía así que, dijera lo que dijera, yo iba a acompañarla a ver ese piso. Por eso la cogí del brazo y no le di opción.
—Que sí, que vamos, en que zona está el piso nuevo. —Ella me seguía a duras penas mientras yo tiraba de su brazo con bastante ímpetu.
—Encima del Chelsea.
—Pues no está lejos, vamos.
Salimos del hotel y nos dirigimos al bar para vernos con el casero. Un señor de avanzada edad que sujetaba una libreta y un boli. Ainhoa estaba sensiblemente nerviosa.
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A fuego Lento
FanfictionLuz vive una vida tranquila en el pueblo de Vera hasta que una mujer misteriosa llega para revolucionarlo todo.