Atrapadas

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—¿Me explicas lo de las cerezas?

—Mira que eres Ainhoa, ni en la cama puedes dejar de pensar en trabajar.

—Lo siento, pero es que cuando pruebo algo que me gusta, pues como que no puedo dejar de pensar en ello.

—¿Ah sí?—dije dándole un pequeño beso.

—Sí, y creo que podemos incluir esto como plato en el menú, cerezas con espuma de limón, me gusta.

—Ainhoa, no estaba hablando de comida, pero si quieres saberlo. Los tuppers, traje mucha comida y estaban todos en la nevera, sabía que no podía sorprenderte si usaba algo que hubieras traído tú.

—Pues la verdad, es que has tenido una gran idea, no me esperaba eso, muy creativo.

—¿No esperabas que fuera capaz de crear algo digno del paladar de la mejor Chef de Vera?—Se acercó a mí y me abrazó con fuerza, dándome un beso para calmarme.

—Luz, yo tampoco estaba hablando de cocina.—Enrojecí al darme cuenta de mi metedura de pata. Ella sonreía tranquila mientras pasaba sus largos dedos por mi piel haciendo que se erizara —¿Tienes frío?

—Más bien lo contrario, pero esto—Dije señalando mi brazo—es la consecuencia de tu roce. No sé cómo lo consigues, pero me haces sentir cosas que no había sentido nunca.—Ella sonrió y volvió a besarme, suave y despacio. Intentando darme todo su cariño.

—No es que quiera romper la magia, pero tenemos que volver a Vera.

—No quiero, quiero quedarme aquí contigo.

—Pero tenemos que trabajar esta tarde y debemos llegar a tiempo para el turno de comidas, la cocina no puede prescindir de sus dos mejores Chefs. Aún no me fio de Paolo.—Paolo, no había pensado en él. Teníamos que tener en cuenta que al volver iba a estar en esa cocina y nos iba a ver juntas, yo no quería hacerle daño y me daba muchísima vergüenza que todo el mundo notara lo que pasaba entre nosotras.—¿Qué pasa, Luz?

—Pues que no había pensado que él estaría...

—A ver, Luz. Nosotras no nos podemos poner nerviosas. Tenemos una relación y eso tarde o temprano se va a acabar notando. Qué tal si lo llevamos con naturalidad y hablamos con él.

—No sé, él es muy bueno, pero no se como se lo va a tomar.

—Luz, te va a sonar raro viniendo de mi, pero no le des vueltas a la cabeza. Creo que Paolo, en cierto modo, ya sabe que tú y yo acabaríamos juntas, esas cosas se notan y, si te quiere de verdad, aunque se enfade, acabará aceptándolo si te ve feliz. Yo lo hice. — Sus palabras me hicieron pensar en lo mucho que debía quererme Ainhoa si prefirió dejarme ir antes de intentarlo conmigo solo porque estaba con Paolo. Yo en su lugar no hubiera sido tan noble.

Se levantó de la cama y empezó a vestirse, ninguna de las dos tenía ganas de romper esa pequeña burbuja que habíamos creado, pero sabía que la responsabilidad pesaba mucho en la escala de valores de la pelirroja y que teníamos que ponernos en marcha. Así que, me levanté tras ella, me vestí y empezamos a recoger las cosas y subirlas al coche.

—Bueno, ya está todo—Sacudió sus manos satisfecha—Vámonos.—No quería irme, de hecho, si hubiera estado al lado de una persona menos cabal le habría propuesto que nos fugáramos en ese mismo momento. Ella sintió mi energía y se acercó a mí para coger mi mano.—Sabes que aunque volvamos a Vera seguimos siendo novias allí ¿No? Te lo digo porque parece que tengas miedo, como si fuera a desaparecer para siempre o arrepentirme de lo nuestro.

—Pues un poco de miedo si tengo—admití avergonzada.

—No tienes porqué. Quizás no soy la persona más decidida del mundo, a lo mejor le doy demasiadas vueltas a las cosas, pero cuando tomo una determinación voy con todo.—Sonreí. Ella soltó mi mano y me dio un pequeño beso en la mejilla antes de rodear el coche para montarse en él—Además, que yo a ti no te dejó escapar ni loca.

A fuego LentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora