Conociendo a la Familia

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Era curioso como se enamoraba la gente. Hace un tiempo pensaba que para enamorarte de alguien tenías que sentir una atracción inmediata y que, después de un tiempo, esa atracción se convertía en amor o no, pero resulta que no siempre era así. Resulta que a veces los sentimientos se confunden y lo que creías que era odio hacía alguien solo era tu subconsciente gritándote desde dentro ¡Estúpida, date cuenta! En ocasiones, simplemente te bastaba con dejar ciertos prejuicios a un lado y profundizar un poco más para darte cuenta de lo equivocada que estabas con una persona en un momento dado, porque todas las personas tienen una maleta y una máscara y, muchas veces lo que son es más lo que esconden en el equipaje que la máscara que portan, por muy bella que sea la máscara. Ainhoa era así, detrás de una máscara de mujer fría y despegada, había una persona sensible y apasionada que, una vez te dejaba entrar en su mundo, tenía muchísimo que ofrecer. Porque la chica seria y distante que todos veían era incluso mimosa cuando las barreras saltaban, Ainhoa intentaba cuidar a los que la querían porque nunca se sintió cuidada, se preocupaba por complacerte porque nunca nadie atendió a sus deseos y, aunque eso a veces me diera una pena horrible, me hacía sentir especial. Por eso quería cuidarla y enseñarle que, pese a lo que le dijeran los fantasmas, ella merecía ser amada, porque era una persona muy especial con un corazón enorme y que era, precisamente eso entre todas las cosas, lo que me había enamorado de ella. Aunque tenía que reconocer que el hecho de que fuera una mujer increíblemente guapa tampoco me molestaba. Eso era, ella me gustaba tanto por dentro como por fuera y eso es algo que no se puede decir de todo el mundo.

Ainhoa se movió ligeramente, me atrajo hacia ella y puso una de sus manos en mi estómago. Sus largos dedos paseaban por él con una suave cadencia, invitándome a cerrar los ojos y abandonarme a la sensación que estaba sintiendo.

Era curioso como se enamoraba la gente, pensé mientras acariciaba la piel suave de Luz, intentando prolongar en contacto. Cuando conoces a alguien, nunca sabes lo que significará en tu vida. A veces alguien con el que crees que todo irá bien, que te hace sentir bien, acaba siendo un monstruo que te destroza la vida y otras, una persona que a priori parecía que había venido a amargarte la existencia, acaba por conventirse en tu tabla de salvación y la persona que te enseña como deberían ser las cosas cuando alguien te quiere de verdad. Puede que fuera eso, que las personas en el fondo no son el principio, sino que muestran su verdadera cara en el camino o veces en el final. El caso era que yo siempre pensé que de alguna forma me merecía lo que tenía, me lo habían dicho muchísimas veces. El problema era yo y mi carácter de mierda, pero al conocer a Luz, quizás por su dulzura o porque sabía llevarme, por su tozudez o porque no se rendía cuando yo tenía miedo, el carácter de mierda no era tan de mierda y eso me descolocaba. Yo era la yo con ella o la yo con los demás. Después de anoche creía que lo primero y eso me gustaba. Por fín había encontrado a alguien con quien no tenía miedo a ser yo misma. No tenía que adaptarme, podía enfadarme y entenderían mi enfado, podía llorar y me darían consuelo, podía quererla y no sentirme rechazada. La atraje hacía mi, aferrandome a ella porque necesitaba sentirla y saber que no iba a irse a ninguna parte.

Me había dormido. Unas voces lejanas resonaban en mi cabeza.

-Pues no puede ser, tenían que haber entrado hace 20 minutos ¿Y si le ha pasado algo? Vamos a entrar.
-Que no mujer, se le habrán pegado las sábanas, tú llama a Luz que seguro que contesta.
-Llevo media hora llamando a tu hija y no da señales de vida y en el hotel no están ninguna de las dos. Mamá, abre la puerta.

Esos parecían mis padres. Sonaban preocupados. ¿Espera que hora era? ¿Dónde estaba mi móvil? Ainhoa seguía conmigo, estávamos en el salón, desnudas sobre el sofá. ¡Dios! Un momento, mi madre ha dicho...No podía ser. El sonido de las llaves en la cerradura hizo que mi corazón empezara a latir con mucha fuerza.
-Amor, despierta.
-Mmm-respondió adormilada- un poquito más, cielo.
-Ni cielo, ni ciela, Ainhoa, ¡Que vienen!
-Quién viene.
No pude hacer más, mi abuela Rita abrió la puerta de par en par para encontrarse una escena que no debió gustarle demasiado si teníamos en cuenta el sonido de las llaves cayendo al suelo y a mi madre y mi padre sujetandola para que no se desmayara.
Ainhoa se cubrió con la manta con auténtica cara de pavor, mientras yo buscaba mi top por el suelo.
-Luz-gritó mi abuela-, qué haces durmiendo desnuda en casa de tu amiga. Ella miraba incrédula la manta que cubría a Ainhoa. Evalué mis opciones, enfadarme porque hubieran entrado sin llamar no me iba a servir de nada. Podía intentar mentir y negar la mayor, decirle que, simplemente, me quedé dormida en el sofá y que ya sabe que no soy de usar pijama, pero eso no explicaria por qué Ainhoa estaba a mi lado, así que opté por decirle la verdad.
-Abuela, Ainhoa no es mi amiga, es mi novia.
-¿Novia? Eso es...
-Vamos dilo- contesté dolida-. Mira abuela, uno no elige de quién se enamora y sí, Ainhoa es mi novia.
-¿Y para eso queríais el piso? Para...
-Abuela, por ahí no. Quería el piso porque la quiero y porque considero que es una persona que no ha tenido una vida fácil y porque nadie debería vivir en un hotel, pero si me preguntas sí, hemos hecho el amor porque es mi novia y la quiero. No te voy a pedir permiso para eso.
Mi abuela me miró extrañada, como si ni en un mollón de vidas se hubiera esperado que fuera a contestarle de ese modo. Aproveché para acercarme a ella.-Mira, abu. Yo sé que a lo mejor es difícil de entender, pero lo único que tienes que saber es que estoy con una persona que me quiere y me hace muy feliz.
-La quiero con locura y es verdad que haría cualquier cosa por ella.-La voz ronca de mi novia salió del amasijo de tela donde se había refugiado.-Y su nieta me ayudado mucho.
-No si ya se ve que te ha ayudado, a desvertirte.
-¡Mamá!-Mi madre protestó airada.
-Es que hija, me dirás, que muy decentes no están y no se han presentado al trabajo.

De verdad. Qué hora era.

-Vale, mamá. Yo soy la jefa, la bronca laboral ya se la echo yo. Vosotras dos, os quiero en el hotel en cinco minutos. Si esto se repite me da igual que seais mi hija y mi nuera, os vais a la calle las dos.

-¿Tu nuera, pero que esto va en serio?-Las palabras de mi abuela me dolieron como una puñalada.

-Sí abuela, voy tan en serio que me voy a venir a vivir con ella- Espeté.
-¿Qué?-comentaron mi madre y abuela al unisono.
-A ver, Silvia, que no es para ya, ya. Con el tiempo.
-Tú te callas-Amenacé a mi novia.
-Luz, cielo. Sé que estás enfadada, pero entiende a tu abuela, no sabía nada y enterarse así de repente-La voz de Ainhoa era conciliadora. Ella sabía como me ponía y también como conseguir que me calmara con una palabra o un pequeño gesto.
-Al menos tu novia es más sensata que tú.-No era una aceptación total, pero viniendo de Rita, algo era algo. La había reconocido como mi novia.
-Abuela. Es que yo no he pedido esto, pero me he enamorado de una mujer y me gustaría que lo entendieras.
-Luz,-respondió calmada-eres mi nieta y te quiero más que nada, pero tienes que entender que vengo de otra generación y esto me ha pillado por sorpresa. Dame tiempo- Y me abrazó. Yo sabía que ese gesto significaba enterrar el hacha de guerra.
-Venga, ya, dejamos los momentos lacrimógenos y nos vamos corriendo. Que Paolo está en la cocina al borde del colapso y vosotras no estais ni vestidas.
-Sí,-Ainhoa saltó como un resorte, cogió sus pantalones y comenzó a vestirse mientras mi padre, en un gesto caballeroso se dió la vuelta.-me paso dos minutos por la habitación me cambio y estoy despachando ordenes enseguida.
-Espera un momento-comentó mi abuela dirigiéndose a mi novia-.Aquí tienes la otra copia de las llaves aunque no sé si quieres que se la dé directamente a Luz.
Ainhoa me miró con cara de circunstancias, sabía lo que habíamos hablado.
-Eso depende de ella, si las quiere...yo encantada de tenerla cerca.
-No si ya se nota.-esta vez su tono era jocoso, no sonaba enfadada- Luz, las llaves-Extendió su mano con el llavero que cogí con una sonrisa.

-Venga chicas, que se nos hace tarde...
-Vale Silvia nos vamos.

Salimos corriendo. Ainhoa tuvo el tiempo justo para subir al hotel y ponerse la ropa de trabajo. A las dos nos hubiera venido bien una ducha, pero no ibamos a quejarnos después de la pillada monumental. Lo malo es que tenía hambre. Las tripas me sonaban, estaba rodeada de comida y no había desayunado. Era casi una tortura.
Ainhoa parecía tranquila, estaba ya en su rol de jefa, concentrada y seria.
-Dame esos huevos.-El modo sargento de Ainhoa daba miedo, pero también era tremendamente sexy
-Son para la mesa 3.
-En mi cocina nada que tenga esa pinta sale a sala. Me lo repites, es un huevo poché, si quisieran un huevo pasado por agua o un huevo duro te lo habrían pedido.
Ainhoa cogió el plato y lo puso delante mía.
-¿Tú qué crees?
-Que tampoco está tan mal¿No?
-No es eso Luz, que en mi cocina no se tira la comida y estos son unos huevos benedictinos y digo yo que alguien tendrá que comérselos.-Me guiñó un ojo.-Así que voy a ocuparme de la repostería y cuando vuelva el plato tiene que estar vacio.
-Si Chef-La hubiera besado allí mismo, tenía la mejor novia del mundo. -Ahora mismo.

Hola señoras, pues pediros perdón que se me ha públicaso a medias, pero ya está mas o menos compelto y espero que os guste. También si hoy observais tipos es que estoy escribiendo desde el móvil.

A fuego LentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora