19. El regreso de un cánido conocido

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Ante la revelación de Abdón, Frederica decidió regresar a la Torre Celestia, pues este era el nombre de la construcción en la cual vivía la bruja. En la biblioteca, había un gran número de libros mágicos y esperaba encontrar en alguno de ellos algún hechizo o la receta de una poción que convirtiera a Abdón en una bestia sexual. 

Durante el trayecto, permanecieron en silencio provocado por diversos motivos. Abdón era una persona poco habladora, por lo menos en su versión aventurera. En cuanto a Frederica, se encontraba malhumorada y sabía que cualquiera frase que saliera de su boca podría ser considerada como un ataque a Mel, lo cual provocaría de nuevo una discusión y no se encontraba con ganas. De todas maneras, en aquellos momentos Mel no se habría sentido insultada, ya que se encontraba en un estado de ánimo en el que dominaba la indiferencia.

A medida que el sol se ocultaba en el horizonte, la ciudad de Cassiria experimentaba una transformación ominosa. Las calles antes bulliciosas y animadas se sumían en una penumbra inquietante, y las luces parpadeantes de los establecimientos nocturnos se atenuaban. Un aire de expectativa se apoderaba de los rincones antes concurridos, como si la ciudad misma sintiera la llegada de un evento trascendental.

Frederica estacionó su coche frente a la imponente Torre Celestia, pero antes de siquiera poner un pie en el suelo, sus sentidos se agudizaron al detectar una figura en las sombras cercanas. Con cautela, supuso que se trataba de un nuevo enemigo y preparó su pistola mágica, lista para enfrentar cualquier amenaza. Salió del coche con precaución, esperándose encontrar de nuevo con uno de los ayudantes de Vaxalor. 

Conforme avanzaba, la sombra se reveló como un hombre de avanzada edad, cuya larga barba de mago se encontraba descuidada y enmarañada. Sus ojos destellaban con una rabia inconmensurable y su boca se contraía en un gesto de disgusto. Frederica lo reconoció: era Gale, el antiguo dueño de la Torre Celestia, y el tiempo no había sido amable con él, pero su presencia irradiaba un aire de poder que la intimidó. La varita de ébano que sostenía con firmeza, apuntada hacia Frederica, reflejaba la destreza y el conocimiento de un mago experimentado.

—¡Por fin has llegado, ladrona! —ladró el mago. 

—¿Gale? —preguntó Frederica y bajo un poco la pistola, desconcertada. 

—¿Cómo te sientes al robarte la torre a un mago? No, no un mago: un archimago.

Mel se ajustó las gafas y, con tono condescendiente, dijo:

—No es robar y tú lo sabes. Abandonaste la torre y otro mago la ocupó. Bien sabes como funciona este tipo de cosas en Cassiria, ¿no? —Una sonrisa malvada se dibujó en el rostro de la pelirroja —. Además, tú abandonaste la ciudad en cuanto supiste que estaba en peligro. No te mereces esta torre, así que te puedes marchar de inmediato si no quieres que llamemos a la policía.

—¿Sabes otra cosa que sé? Puedo recuperar mi torre si te venzo en un combate de magos. Así que prepárate, niñata. Vamos a pelear aquí y ahora —soltó Gale y apretó con fuerza la varita de ébano, más que dispuesto a ponerse a lanzar hechizo tras hechizo. 

—¿Quieres tu torre? Quédatela, me da igual. De todas formas, tengo pensado irme de la ciudad en nada —contestó Frederica.

La sonrisa retadora del rostro de Gale se curvó desconcertada, pestañeó con rapidez y en él había cierto aire de decepción creciente. Había venido a la torre con todas las intenciones de pelear y salir victorioso. El hecho de que la bruja se rindiera con tanta rapidez le resultaba un tanto anticlimático.

—¿En serio? ¿No vas a pelear? —preguntó Gale, esperándose que aquello fuera un engaño para que bajase la guardia.

—No, no quiero —contestó Frederica, enfundó la pistola y se cruzó de brazos. 

Bruja a Domicilio (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora