10. Frederica contra Veri

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 —¿Tú quieres que matemos a esa cosa? —preguntó Mel. 

Era consciente de que una bola de fuego no sería capaz de hacer nada contra él y dudaba de que la magia de Frederica hiciera un trabajo mejor. Vaxalor era una clase de monstruo superior y se necesitaría mucho más que el poder de ellas dos para derrotarlo. 

Veri echó la cabeza hacia atrás y de sus labios carnosos surgió una risa cristalina. Luego, clavó los cuatro ojos en Mel, los cuales chispeaban divertidos como si la maga pelirroja le acabase de contar un chiste. 

—¡Qué va, qué va! Vosotras como que no podéis hacer nada contra él, que es muy pero que muy fuerte. Yo sí que puedo, que lo soy aún más. ¡Pero no tengo nada de energía mágica! ¡Necesito amor y no necesito ya!

Ante tal declaración, Mel se quedó sorprendida. Hablar de amor en aquella situación se le hacía extraño ¿y cómo podía una cosa como esa así acabar con Vaxalor? Por lo que ella sabía, la magia venía del alma y no del amor, aunque como Veri era una ángel podía haber excepciones. El mundo era amplio y ancho, con numerosas fantasías y extravagancias escondidas bajo su superficie y, si había algo de lo que podía estar segura Mel, no era de su sabiduría, sino de su ignorancia. 

Boris no era así, ante las palabras de Veri lanzó un hondo suspiró y habló con el tono condescendiente del que mucho cree saber, cuando en realidad ni siquiera es consciente de lo que mucho ignora. 

—¿Amor? ¿Y cómo se consigue el amor? En realidad, ¿se podría decir que el amor existe? No es más que un concepto, nada material. 

Una expresión de resolución relució en los cuatro ojos de Veri. Con un movimiento súbito, se levantó de la palma de la mano, levantó el brazo al cielo y con una clara voz declaró: 

—¡Mentira, mentira y mentira! ¿Cómo puedes estar ciego? Soy una ángel, creada por Dios. ¡¿Y acaso no sabes qué es dios?! ¡Dios es amor! ¡Y como fui creada por él, también soy amor! ¡Por eso mismo, quise dedicarme a propagar la palabra del amor a lo largo y ancho de este mundo! Pero los antepasados de cierta persona me traicionaron, se inventaron feos rumores sobre mí ¡e incluso me cambiaron el nombre a Vorgomoth! ¡Qué horror!

Frederica miró directamente a los ojos de la ángel, consciente de su belleza angelical. Era imposible no admirar las curvas seductoras de Veri, pero no era tan idiota como para caerse rendida ante aquella hermosura celestial. Además, existía otra persona por la cual sentía una atracción que no se basaba en algo tan superficial, alguien que se encontraba justo a izquierda. Con voz alta, y venciendo con facilidad la atracción que sentía hacia la ángel, declaró: 

—Yo no tengo absolutamente nada que ver con lo que te hicieron mis antepasados, ¿vale? Y si quieres resolver este problema, lo mejor será que nos dejemos de tonterías y nos digas lo que tenemos que hacer ya, ¿entendido?

Veri hizo un puchero, de tal manera que en vez de una creación del divino parecía una niña malcriada al que le niegan un capricho. Se volvió a sentar en la palma de la mano y sus contorneadas piernas quedaron colgando, comenzó a moverlas adelante y hacia atrás, confiriéndole a una actitud infantil. 

—Jo, tampoco hace falta ponerse así. A ver, hay varios tipos de ángel y resulta que mi especialidad es el amor. Así que para mí, ese hermoso sentimiento es como el alma para vosotros: puedo utilizarlo para hacer magia. Aunque después de mi viaje a través del espacio,  me encuentro escasa —dijo y se posó un dedo sobre el almohadillado labio inferior —. Si lo pienso bien, quizás no debía de mandar bien lejos a mis seguidores, ¿pero sería su amor lo suficientemente puro como para poder deshacerme de mi ex? 

—Deberías de pensar antes de actuar —dijo Boris, el cual se encontraba sobre los amplios y acogedores muslos de Veri. 

—Ya, vale. ¡Pues ya pasó! Y ahora solo estáis vosotras, así que ya podéis ir haciendo amor para que pueda darle una lección, ¿o queréis qué mi ex destruya esa ciudad tan cuca? 

Bruja a Domicilio (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora