CAPITULO 12

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"ASHER:

Acepto ser mi amigo. No puedo creerlo, estoy tan feliz. Nunca había sentido algo así solo por la aceptación de una amistad. Es un sentimiento confuso, difícil de explicar, pero al mismo tiempo, es un alivio y algo valioso que no se puede romper. Me prometo a mí mismo ser un buen amigo y hermano para ella.

—¡Chicos, estoy tan feliz de que hayan hecho las paces! —exclamó mi madre.

—No lo puedo creer, por fin se llevarán bien —dijo Elina.

—Estoy sorprendida, definitivamente lo que quería al fin se cumplió —anunció Stella.

—¡Bueno, chicas! Ya me tengo que ir. Mi madre me está esperando. ¡Hasta luego! —dije.

—¡Espera, amor! Te acompañaré hasta la puerta —ofreció Stella.

—Al parecer, hoy tendremos que dormir en el hospital —comenté.

—¡Sí, cariño! Pero ya mañana iremos a casa —agregó mi madre mientras acariciaba mi mejilla.

—Stella y yo podemos quedarnos a dormir con ustedes —preguntó Elina.

—¡No, cariño! Tienes que ir a casa. Tus padres deben estar preocupados por ti —dijo mi madre.

—¡Sí, nena! Mi madre tiene razón, tú y Stella deben ir a descansar —anuncié.

—¿De qué me perdí? —preguntó Stella.

—Le estaba diciendo a Eloy que nosotras podíamos quedarnos a dormir —contestó Elina.

—¡Así es! Podemos quedarnos a dormir —respondió Stella.

—No hace falta, hijas. Ya le dije a Elina que sus padres deben estar muy preocupados, así que es mejor que se vayan a casa —aclaró mi madre.

—¡Sí, niñas! Vayan a descansar, yo cuidaré de mi madre —dije.

—¡Está bien! Como ustedes digan —añadió Stella sonriendo.

—¡Hasta luego, señora Sara! Espero que todo esté bien mañana —dijo Elina.

—¡Adiós, Eloy! Nos vemos mañana —se despidió Stella.

—Conduzcan con cuidado, niñas, y gracias por su compañía.

Las chicas se fueron y luego mi mamá y yo nos preparamos para dormir. Estuve vigilándola toda la noche hasta que caí en un profundo sueño.

**•AL DÍA SIGUIENTE•**

Me desperté al escuchar que tocaban la puerta, así que fui a abrir.

—¡Buenos días, señorita Elowin! —saludó la doctora.

—¡Buenos días, doctora! ¿Sucede algo?

—¡No! Solo vine a tomarle los signos vitales a tu madre antes de que se vayan.

—¡Está bien, doctora! Qué maleducada soy, entraré.

La doctora revisó a mi madre mientras yo estaba sentada en el sofá, preguntándome por qué no había mencionado nada sobre los gastos del hospital. No sabía si ir a pagar o esperar a que me lo pidieran.

—¡Buenos días a todos! —saludó Asher.

—¡Buenos días, hijo! ¿Qué haces aquí tan temprano?

—Pues como usted sale hoy del hospital, vine para llevarla a su casa. Hoy seré su chófer.

—¡Hijo! No tenías por qué. Ya has hecho mucho por nosotras —dijo mi madre.

—¡Asher! Mi madre tiene razón. Podemos irnos solas a casa —sostuve.

—¿Cómo? No trajeron su auto. Además, tu madre acaba de salir del hospital. No sería justo subirla a un transporte.

DesilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora