CAPITULO 18

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Después de aquella conversación tan incómoda, la enfermera salió de la habitación y nos dejó a solas. En ese momento, me quedé en silencio, sin poder articular una palabra, consumida por la vergüenza. Ahora, la enfermera pensaba que éramos pareja.

—Elowin Harvey, ¿puedes explicarme qué acaba de pasar? —preguntó Asher.

—Fue un malentendido, la enfermera lo malinterpretó todo —respondí, apenada.

—Un malentendido, claro, parece que estaba muy segura de lo que decía.

—¿No me crees? Mañana le diré la verdad a la enfermera, le explicaré que fue un malentendido y que no somos nada. No veo por qué mentir sobre algo así.

—No puedes decirle eso; ahora pensará que somos unos mentirosos.

—Prefiero que crea que somos mentirosos a que piense que somos algo que no somos.

—¡No digas eso! Todo puede pasar.

—¿Qué?

—Quiero decir que tenemos que seguir con esto porque para ella somos pareja. Piénsalo bien, ya le dijimos una cosa; no podemos cambiarlo de repente. Tú prefieres ser una mentirosa, pero yo no. Además, ella parecía muy contenta.

—Estás loco —le grité.

—Solo digo la verdad —dijo Asher, relajado.

—Está bien, lo pensaré, pero no cantes victoria.

—Buenas noches —deseó Asher.

—Igual —respondí.

Al día siguiente, abrí los ojos y volví a la realidad: estaba en la habitación de un hospital, y Asher seguía durmiendo. Me levanté con cuidado, tratando de no despertarlo, y abrí la puerta lentamente para ir a la cafetería a buscar algo de comer. Pedí dos cafés y una ensalada de frutas para Asher. Estaba tomando mi café cuando la enfermera se acercó y se sentó a mi lado.

—Buenos días, querida. ¿Cómo te sientes?

—La verdad, no lo sé. Por un lado, me siento feliz porque Asher se está recuperando, pero por otro, me siento mal porque estamos perdidos en Italia y tenemos una competencia el miércoles. No conocemos a nadie y no sabemos dónde vamos a quedarnos.

—Ay, linda, entiendo lo que estás pasando. A veces la vida te sorprende, pero de estas experiencias aprendemos algo nuevo. ¿Te propongo algo?

—Dímelo.

—¿Qué te parece si tú y Asher se quedan en mi casa hasta que vengan por ustedes?

—No se preocupe, enfermera, ya encontraremos la forma de conseguir un lugar donde quedarnos.

—Cariño, están lejos de la ciudad y no conocen a nadie. Temo que deban quedarse hasta que Asher se recupere un poco más, aunque sea un día. No quiero que se queden en la calle.

—¡Lo pensaré! Disculpe, tengo que llevarle el desayuno a Asher.

—Elowin, espera —gritó la enfermera.

—¡Sí! —contesté.

—¡Iré contigo!

—¡Está bien!

Mientras caminábamos hacia la habitación de Asher, no dejaba de pensar en lo que me dijo la enfermera.

—¡Buenos días, Asher! —saludó la enfermera.

—¡Buenos días, enfermera! —respondió Asher.

—¿Cómo te sientes hoy?

—Mucho mejor, enfermera. Ya puedo mover las piernas.

DesilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora