CAPITULO 9

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"¡Sí, sí acepto!" gritó Stella emocionada.

—Asher y Stella se dieron un gran abrazo y se besaron, mientras todos aplaudían. Miré a los padres de Asher, que estaban visiblemente emocionados. Me quedé en shock, sintiendo un nudo en la garganta, una emoción que nunca antes había experimentado. Era tarde y deseaba irme a casa, ya que me sentía un poco mal.

—¡Que vivan los novios! —gritó Elina.

—Felicidades a ambos, espero que sean muy felices —dije.

—Gracias, Eloy. Ahora solo te falta a ti encontrar a tu alma gemela —sugirió Stella.

—¿Cómo que solo me queda a mí? —pregunté.

—¡Así es, nena! Milán y Elina están saliendo.

—¿Por qué no me lo habías dicho? —inquirí.

—Quería darte la sorpresa, pero Stella se adelantó —agregó Elina.

—¡Vaya, doble sorpresa! —sonreí.

—Ya queremos saber quién será el afortunado —dijo Asher.

—¡Chicas! ¿podemos irnos ya? Es muy tarde y me siento un poco mal.

—¡Sí! Déjame despedirme —respondió Stella.

Stella y Asher se estaban despidiendo como novios, mientras yo esperaba en la puerta del auto. Elina y Milán se abrazaban... Después de unos minutos, nos dirigimos al auto. Stella conducía y yo estaba a punto de dormirme, pero Elina avisó que habíamos llegado a casa. Me despedí de ellas, subí a mi cuarto, me puse el pijama, apagué la alarma y el teléfono, y me fui a dormir.

•EN LA MAÑANA SIGUIENTE•

Salté de la cama al darme cuenta de que eran las 11 de la mañana y recordé que había apagado la alarma. No quería ir a la universidad, así que tomaría un día de descanso. Leería un poco, haría yoga y recogería flores del jardín.

Me levanté y fui a ducharme. Después, me vestí con una camisa rosa de mangas, una falda larga azul y unas zapatillas. Bajé a la cocina a desayunar y me pareció extraño que mi madre no me hubiera despertado. Pero le preguntaría cuando llegara por la tarde.

Salí a regar las plantas del jardín y corté algunas margaritas que pondría en mi habitación. Terminé de regar y recogí las flores. Fui a dejar las margaritas en el escritorio, tomé unos libros, una manta y unas galletas para leer en el jardín. Comencé a leer... y noté que había pasado casi todo el día allí.

Miré la hora y ya eran las 4 de la tarde. Me detuve para preparar la comida; hoy cocinaría pasta con salsa de tomate y vegetales. Después de unos minutos, agregué la pasta y los condimentos. Mientras se cocinaba, revisé mis mensajes... Vaya, tenía varios de Stella y Elina. Comencé a responderlos, luego apagué el fuego y me serví la comida, que estaba deliciosa. Terminé de comer y entré a mi habitación a dormir un poco.

•HORAS DESPUÉS•

"Suena el teléfono."

—¡Aló!

—¡Hola cariño! ¿cómo estás?

—Bien, mamá, ¿y tú?

—Bien, hija. ¿Por qué no fuiste a la universidad hoy?

—No me sentía bien, por eso no fui.

—¡Está bien, cariño! Por eso no te desperté esta mañana. Siempre te levantas temprano, y si no lo hiciste hoy es porque seguramente tenías algo.

—¡Así es, mamá!

—Te llamé para pedirte si podías ir a comprar unas barras de chocolate en el supermercado, porque hoy llegaré tarde. Hay dinero en mi habitación.

DesilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora