2. Señalando lo obvio

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— Me siento totalmente derrotado.

Alhaitham asintió en respuesta al lamento del rubio, dirigiéndose al baño. El hotel en el que se quedarían por su luna de miel se encontraba en Mondstadt, por lo que ambos habían tenido que hacer un viaje largo justo después de la ceremonia y fiesta de su —poco deseada— boda.

Kaveh se tiró en la cama, ignorando el cursi corazón hecho de pétalos de rosas rojas y estirando su cuerpo tanto como le fue posible. El menor le miró con una ceja arqueada cuando salió del baño.

— ¿Esperas que duerma en el suelo?

— Eh... — respondió, pensándolo más tiempo del que a Alhaitham le hizo gracia — Algo, sí.

— Qué mal. Si no quieres compartir cama, tendrás que dormir tú en el suelo.

El rubio suspiró, incorporándose en el colchón con la mirada baja. Se quitó la camisa sin avisar, confundiendo más a su compañero.

— ¿Se puede saber qué haces? — inquirió, frunciendo el ceño con extrañeza.

— ¿No es obvio? — gruñó, molesto — Me quito la camisa. Es incómoda.

Alhaitham rodó los ojos mientras volvía al baño. Solo, Kaveh comenzó a pensar que quizás su menor querría...

— Kaveh.

— ¡¿Eh?! — se sobresaltó — ¿Qué...?

Apoyado en el umbral de la puerta y con la pregunta al aire, Alhaitham negó. — Si te desvistes por comodidad está bien — pausó, tratando de encontrar las palabras —, pero tú y yo sabemos que esto es un fraude. Yo no espero nada de... bueno, de contacto, así que puedes relajarte. Solo te besé hace rato para no echar de cabeza a nuestros padres.

El rubio buscó su mirada, avergonzado. — Es que yo...

— No te preocupes. Además, no nos amamos. Nos conocimos hoy en la mañana — el menor bostezó —. Así que, esta es la cosa. Puedes ir y amar a quien tú quieras, solo no hagas un escándalo, ¿bien? Yo no tengo por qué meterme en tu vida ni tú en la mía.

— Entonces... déjame ver si entiendo — reflexionó Kaveh —. Viviremos juntos, estaremos con otras personas fuera del ojo público y fingiremos estar enamorados enfrente de cualquier otro que no sea nuestra pareja. ¿Eso es lo que quieres decir?

— Precisamente — el de cabello gris asintió, acostándose en la cama sin darle importancia —. Eres inteligente.

Kaveh bufó ante su sarcasmo, acostándose también después de apagar la luz. Ambos miraron el techo en busca de respuestas pertenecientes a preguntas incompletas, a medio formular. Respuestas que ninguno tenía y que, siendo sinceros o por mucho que las buscaran, no se atrevían a encontrar.

 Respuestas que ninguno tenía y que, siendo sinceros o por mucho que las buscaran, no se atrevían a encontrar

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La mujer vió con aburrimiento a Alhaitham. — ¿De verdad piensas que me voy a tragar ese cuento? No creí que pensaras que soy tan estúpida.

— Sé que no lo eres, Dehya — el hombre negó sin despegar su vista del celular.

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora